• La periodista y académica ha destacado no sólo en medios de comunicación sino también como escritora, y ya tiene varios libros a su haber.
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La periodista realizó un reportaje en el 2002 donde sacaba a la luz los abusos cometidos por el exarzobispo de La Serena. Pese a que fue publicado, asegura que el cardenal Errázuriz intentó boicotearlo por todos los medios, e incluso anunció que “su protegido” sería enviado a Alemania, dos días antes de que apareciera su trabajo periodístico.

Desde mediados de los ’80, cuando Francisco José Cox llegó a La Serena proveniente de Roma, como obispo coadjutor del arzobispo Bernardino Piñera, existían rumores sobre las “conductas indebidas” del religioso. Sin embargo, nadie denunció y Cox llegó a asumir como arzobispo titular en 1990, sucediendo a Piñera.

Pero tuvo que salir en 1997, debido a que las acusaciones eran cada vez más. Pasaron cinco años para que las denuncias finalmente salieran a la luz, y fue tras un reportaje realizado por la periodista Alejandra Matus, para La Nación, en noviembre del 2002, cuando se conocieron detalles del caso que las altas esferas del clero chileno pretendieron ocultar, y que recién ahora están siendo investigados.

Un mes de investigación

En conversación con El Día, Alejandra Matus, recuerda su paso de casi un mes por la capital regional, recabando antecedentes y realizando un sinnúmero de entrevistas para llegar a la verdad, no sin complicaciones. Claro, dentro de las conclusiones a las que pudo llegar fue que en la zona existía miedo y una suerte de resignación en relación a que nadie se atrevería a denunciar, ni tampoco algún medio de la época publicaría un tema de tal gravedad como lo que había ocurrido con Francisco José Cox. “Desde luego que el temor existía, de ahí que algunas personas prefirieron resguardar su identidad cuando me hablaron, pero también hubo quienes estuvieron dispuestos a dar su nombre y sintieron una suerte de desahogo cuando contaron su verdad. Me refiero a gente del ámbito civil y también a integrantes del clero”, recuerda Matus.

“Desde luego que el temor existía, de ahí que algunas personas prefirieron resguardar su identidad cuando me hablaron, pero también hubo quienes estuvieron dispuestos a dar su nombre y sintieron una suerte de desahogo cuando contaron su verdad”, Alejandra Matus, periodista y escritora.

El boicot de Errázuriz

Precisa que uno de los momentos más tensos durante la investigación, fue cuando el Cardenal Francisco Javier Errázuriz, íntimo amigo de Cox y compañero en la Congregación Schoenstatt, intentó boicotear el reportaje. “La iglesia, particularmente Errázuriz, se enteró del trabajo que estábamos haciendo y adelantó la salida de Cox de Chile, dos días antes de que publicáramos”, cuenta.

Y Matus está convencida de que la operación para protegerlo, se urdió en las grandes esferas eclesiásticas, no sólo de Chile, sino también a nivel de Roma. “El peso que tenía el arzobispo era demasiado grande, y además contaba con el apoyo del Cardenal, por lo que hubo una operación a alto nivel, entonces Errázuriz agotó todas las instancias posibles para que él no enfrentara a la justicia, aunque la justicia en ese momento tampoco intervenía en ese tipo de casos, ni tampoco enfrentara a la opinión pública”, manifiesta la periodista, agregando que necesariamente tuvo que intervenir el Vaticano, ya que, “Cox no salió del país con plata del bolsillo de Errázuriz, colaboró su congragación y colaboró el Vaticano”.

Diferencia y clasismo

El 2002 los abusos de monseñor Cox no fueron el únicos que se conocieron. También salieron a la luz las situaciones ocurridas en Santiago, con el sacerdote Andrés Aguirre, más conocido como el cura Tato, claramente ahí, según reconoce Matus, no hubo la misma reacción, debido “a un sesgo clasista. Más allá de la amistad que unía a Cox con Errázuriz, las víctimas del Obispo Cox eran personas de escasos recursos, en cambio las víctimas del cura Tato eran de familias de alta alcurnia en Santiago, lo que probablemente influyó también, no sólo en la actitud de Errázuriz, sino que después en el juicio”, indica. 4601i

“Todos lo sabían”

Matus asegura que cuando conversó con sus colegas de la zona, todos tenían antecedentes de lo que sucedía, pero publicarlos era sumamente complejo en el contexto en el que trabajaban. De todas formas, recalca que la actitud hacia ella fue de colaboración absoluta. “Los periodistas fueron una fuente fundamental y un gran apoyo para realizar el reportaje. Yo no hubiese podido hacerlo sin los colegas que me aportaron información, tanto de contexto, como testimonios directos de lo que ellos mismos observaron y vieron”, concluyó.

 

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