Crédito fotografía: 
Abby Herrera
Acceso al agua potable, retiro de basura y entrega de alimentación han sido las principales necesidades que tienen los habitantes de los campamentos. Algunos de ellos ya existían antes del inicio de la pandemia por el Covid-19, otros en cambio nacieron por la falta de recursos para pagar un arriendo.

Casi un año ha pasado del primer contagio de Covid-19 en la Región de Coquimbo y la realidad ha cambiado. Muchas personas han perdido su sustento laboral y han debido buscar otras opciones para poder mantener a sus familias.

En medio de este panorama, los campamentos comenzaron tomar mayor fuerza, llegando cada vez más familias.

En el entorno del Cementerio de Las Compañías ya hace algunos años se comenzaba a levantar uno, incluso en agosto del 2020 se generó un nuevo campamento, conformado principalmente por extranjeros, quienes en su gran mayoría habían perdido su trabajo.

La señora Soledad Alfaro llegó hace seis años al campamento La Varilla, donde actualmente son 48 familias, la mayoría de adultos mayores. “Llegué pidiendo un pedazo de terreno al primer presidente que hubo acá”, comenta.

Actualmente es la presidenta del Comité Desierto Florido, desde donde se ha enfocado en trabajar por mejorar el bienestar de los habitantes del campamento.

Al inicio de la pandemia una de las problemáticas que tenían era el no contar con el agua potable. Una necesidad que fue solventada por el Municipio de La Serena, “no tuvimos problemas, nos trajeron los bidones”, señala la presidenta al igual que el retiro de la basura, el cual la recogen una vez por semana.

Del mismo modo durante el 2020 el comité lideró la entrega de alimentos a través de ollas comunes, la cual funcionaba tres veces por semana y fue apoyada tanto por el municipio como por la Fundación Techo.

A pesar de llevar varios años en el sector admite, “la idea de nosotros es no quedarnos acá, sino que tengo la posibilidad de optar un lote de terrenos para las personas que se quieran ir juntas. No sabemos cuánto es el presupuesto, pero esa es la idea”.

Si bien admite la tranquilidad de vivir en el lugar, durante la última semana su hogar sufrió un robo. De acuerdo a lo que cuenta Soledad, los sujetos se robaron alimentos, artefactos y dinero en efectivo. “Se llevaron lo que más pudieron, y lo que no lo destruyeron”. La presidenta explica que los alimentos que se sustrajeron iban en directo apoyo a la comunidad, ya que se entregarían en cajas familiares y ollas comunes.

Apoyo desde las autoridades

Las autoridades comunales están conscientes que estas tomas son ilegales, debido a que son terrenos que pertenecen a Bienes Nacionales. A pesar de esto, producto de la crisis sanitaria por el Covid-19 han continuado con el apoyo de entrega de agua potable y el retiro de basura.

Pedro Valencia delegado municipal de Las Compañías recalcó, “las personas que están instaladas en La Varilla están de manera ilegal, hay muchas cosas que nos gustaría hacer, pero que por ser un tema ilegal no la podemos concretar”.

A un costado del puente

Visitamos el campamento de gitanos el primer fin de semana en que comenzó a regir la restricción vehicular, por lo que en el Puente Zorrilla se encontraba una cuadrilla de fiscalizadores, quienes verificaban el cumplimiento de la restricción y el porte del permiso de desplazamiento.

A un costado de esa realidad, se encontraba el campamento de gitanos. Son más de cincuenta personas quienes lo constituyen. Si bien en un comienzo no querían conversar, accedieron a compartir su realidad. Aseguraron que “gracias a dios nadie se ha contagiado”.

Entramos en la primera carpa, donde estaban tomando desayuno, a pesar de tener clara la situación del Covid-19 las medidas preventivas como el uso de mascarillas no existían.

Isabel, una de las tres mujeres que se encontraba en la carpa, nos mostró el lugar que estaba rodeado de basura y recalcó, “lo que necesitamos aquí es que nos vengan a ayudar, que limpien y nos traigan víveres, tenemos niños que necesitan pañales, colchones para dormir”.

Tener agua, es una de las principales necesidades de los miembros del campamento, admiten que la que deben ir a buscar a casas de los vecinos. “El agua que tenemos es porque la gente nos da de sus casas”, precisó Isabel.

La señora Carmen (en la fotografía), agradeció que ninguno se ha contagiado de covid-19, es más recuerda que durante el año pasado visitaron el campamento personal de salud para realizarles el PCR, “todos negativos”. Pero admite que el miedo que tienen ahora es contagiarse de otras enfermedades que están relacionados con la basura que tienen acumulada.

 

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