Crédito fotografía: 
El Día
Cada día en la región el alza de casos se hace más evidente y es por eso que los equipos médicos temen que la segunda ola de contagios llegue con más fuerza y no tengan las energías para enfrentar una alta demanda de pacientes. Han sido meses complejos, en los que la carga laboral se ha incrementado notablemente y no han tenido descanso. Algunos aprovechan estas semanas para tomarse días libres, pero saben que las vacaciones serán posterior al 2021. Discriminación, sacrificio familiar, ansiedad y estrés son algunas de las consecuencias.

No han parado ni bajado la guardia en más de 10 meses de intenso y extenuante trabajo. 

El descanso y las vacaciones son una ilusión para los equipos médicos, quienes han enfrentado en la primera línea la pandemia siendo testigos de una angustiante disonancia. Por un lado, han visto fallecer pacientes producto del coronavirus y por otro, una ciudadanía relajada y sin los cuidados mínimos para evitar enfermarse.

Todo eso ha traído consecuencias, no solo de agotamiento físico, sino también mental y emocional, lo que ha generado preocupación, especialmente cuando los contagios en la región de Coquimbo van al alza y podría adelantarse la tan temida segunda ola.

Fue la ONG Mente Sana la que puso en la palestra el tema, evidenciando las secuelas que ha dejado la crisis en quienes la han combatido desde el primer día.

“No es la falta de equipamiento ni las camas el principal riesgo ante el recrudecimiento de la pandemia, sino la extenuación física y mental del personal de salud” sostuvo su director Francisco Flores.

Una verdad que confirmaron funcionarios de salud de diversas áreas en conversación con ElDía, quienes admiten sentirse agotados y sin energías para enfrentar el rebrote que, saben, en cualquier momento va a allegar.

Asimismo, la incertidumbre de no saber cómo vendrán los próximos meses los mantiene más ansiosos y con mayor estrés, puesto que los equipos de apoyo covid concluyeron sus funciones en noviembre pasado, debiendo los mismos funcionarios suplir esas tareas, entre las que se encuentran las labores de trazabilidad, testeo y aislamiento.

Incluso el ministro Enrique Paris, admitió que uno de los puntos críticos era justamente el personal de la salud, por lo que barajan apoyarse de las universidades, becados e internos de medicina. Sin embargo, aún no se conoce una estrategia clara para ello.

Ahora bien, más allá del recambio de profesionales, el problema que expone Flores apunta a la falta de apoyo en materia de salud mental por parte de la autoridad sanitaria que permita a los funcionarios tener una real ayuda a problemáticas que se han presentado en estos meses.

No obstante, desde los distintos gremios de la salud se han generado instancias de colaboración en esta materia, pero aun así no es suficiente, especialmente cuando las energías no son las mismas y la experiencia internacional muestra rebrotes con más fuerza. Ahora, pese a que el Gobierno indica estar mejor preparado, la inquietud se instala entre el personal, que no ha visto materializados los compromisos de la autoridad y han debido incluso salir a calle para demandar mejores condiciones.

Juana Álvarez, Técnico en enfermería (TENS)

“Para nosotros ha sido muy complicado. En el primer periodo no teníamos ninguna opción de sacar permisos ni vacaciones, estábamos 24/7. Esto empezó con el estallido social y continuó con la pandemia” confesó Álvarez.

Trabaja en el Hospital San Pablo de Coquimbo en el área de psiquiatría y cuenta que desde octubre del año pasado ha debido cubrir turnos extras bajo las mismas condiciones. Al principio de la crisis recibía una mascarilla diaria, debiendo incurrir en gasto personal para los elementos de protección personal, lo que, admite, ha mejorado y ahora tiene una de recambio cada 4 horas.

“Hubo un tiempo que no teníamos locomoción y empezaron a ocurrir asaltos alrededor del hospital. La locomoción pública tampoco quería llevarnos por trabajar en el hospital, fuimos discriminados”, añadió.

En su caso no tiene hijos, pero sus padres son adultos mayores y debió alejarse de ellos para resguardarlos, “tengo compañeras que estuvieron 15, 20 días, incluso un mes alejados de sus hijos pequeños. Tuvimos que hacer distanciamiento de nuestras familias y dejar de verlas”.

Tampoco ha podido descansar ni recuperar fuerzas. Le autorizaron postergar sus vacaciones para este 2021, pero teme que se produzca un rebrote y no tenga las energías suficientes. “De hecho el entusiasmo y las ganas no van a estar, porque a nosotros no se nos incentivó de ninguna forma, ni con más días de permiso ni el bono covid del que se habló al principio”, declaró. 

Espera que la ciudadanía ponga de su parte y ayude, al menos respetando las medidas sanitarias, especialmente cuando se vienen las fiestas.

Rubén Quezada, Médico

“Yo tuve que aplicar una serie de cuidados. Cuando inició la pandemia mi señora estaba embarazada, tenía siete meses y la persona que nos podía ayudar con nuestra otra hija de un año en la casa era mi suegra, pero ella también tiene enfermedades crónicas y es de riesgo, por lo tanto, hubo que generar cambios a nivel de la dinámica familiar. Fue bastante duro, yo vi nacer a mi hija en pandemia y la otra empezó a caminar mientras yo estaba de turno, entonces el costo familiar ha sido importante en estos meses”, relató el médico.

El Dr. Rubén Quezada, además de ser el presidente regional del Colegio Médico, es docente de la UCN. Relata que desde que inició la crisis los equipos de la atención primaria han debido enfrentarse al combate de una desconocida enfermedad con recursos limitados e implementando un sistema de turnos que impactó en su vida familiar.

“La primera dificultad es el estrés emocional que causa el saber si es que cuentas con todos los elementos de protección personal para realizar tu labor de manera segura. Segundo, al generar espacios de turno hay menos personal disponible para las actividades”, sostuvo.

Ahora, con el alza de casos en la región el personal médico teme no poder reponerse tras meses sin descanso. “Cuando uno conversa con colegas y compañeros de trabajo, ve bastante cansancio y ansiedad respecto a esta segunda ola. ¿Cuándo va a llegar? ¿Qué tan fuerte va a ser? Muchos esperaban tener un par de meses en verano para descansar, pero vemos también un aumento de casos y que este segundo enfrentamiento está más cerca de lo que esperábamos y no hemos podido descansar de la primera ola”, sostuvo Quezada.

Sergio Ortiz, Kinesiólogo

“Cambiar los horarios de trabajo influye en la vida familiar, se les ve menos, hay menos tiempo y en este momento, cuando hay más desgaste del equipo, es más probable que existan licencias médicas y eso implica que hay que reforzar los turnos y tener que venir más seguido” admite Sergio Ortiz, kinesiólogo del área UCI del Hospital San Pablo.

Admite que el trabajo en sí no ha sido muy distinto, pero sí el agotamiento le comienza a pasar la cuenta a los equipos de trabajo.  “La ansiedad no es la misma que al comienzo, en el inicio uno estaba más preocupado de no enfermarse y no enfermar a la familia, en cambio la ansiedad ahora va por otro lado, no sabemos qué va a pasar. Todo el mundo piensa que va a ser peor”, confesó.

No ha podido tomarse vacaciones y tanto él como su equipo de kinesiólogos del área UCI de Coquimbo debieron postergar su descanso para el 2021. Ha trabajado con los pacientes más complejos covid y lamentablemente ha visto fallecer a personas por la enfermedad, eso le molesta, especialmente cuando en la calle ve que la gente no se cuida, no usan mascarillas y forman aglomeraciones.

“Siempre es un tema para el equipo, porque uno piensa en el esfuerzo que se hace para evitar que los pacientes se compliquen y que los más graves mueran, y se ve poca empatía de la gente en general. Uno ve las aglomeraciones y es frustrante porque por más que estemos cansados nosotros no podemos parar, entonces da rabia”.

El profesional llamó a la ciudadanía a no relajarse porque el rebrote podría ser peor y “el ver que las personas se están arriesgando a enfermarse hace que uno sienta la responsabilidad de advertirles”.

Luis Poblete, psicólogo

No solo los funcionarios que han trabajado en la atención de pacientes covid han tenido una mayor carga laboral. “En el ámbito de la salud mental ha sido un proceso bien complejo, porque posterior al inicio de la pandemia en nuestro país comenzó a crecer considerablemente la población bajo control nuestro como programa” explicó Luis Poblete, psicólogo que durante todo este año ha estado trabajando en el Cesfam Lila Cortés de Tierras Blancas.

Un aumento en la demanda que ha significado un estrés para los equipos de salud. Han debido extremar las medidas de seguridad para evitar contagiarse, “ya que la baja de cualquier miembro del equipo puede poner en riesgo al resto”, sostiene.

“Hemos debido implementar distintas formas para enfrentar esta situación, hemos tenido que adoptar rutinas que antes no acostumbrábamos para extremar las medidas de seguridad y ese cambio de sistema de trabajo también ha generado estrés en los funcionarios”.

Ha sido testigo de como sus colegas han visto alterada su propia salud mental, debiendo apoyarse entre sí a través de iniciativas encabezadas por la Confederación de Funcionarios de la Salud Municipal. “Nuestro trabajo está dirigido a la comunidad pero nos olvidamos de que los funcionarios nos hemos visto afectados por esta pandemia”, declara.

Hoy ve un complejo futuro, frente a un rebrote, especialmente con la reducción de los equipos. “A partir de diciembre el personal de Trazabilidad, Testeo y Aislamiento dejaron de prestar funciones en las distintas comunas, porque el financiamiento para esos profesionales se terminó y tendremos que ser nosotros mismos los que absorvan esta demanda”.

Consuelo González, Enfermera

Son diversas las tareas que desempeñan los equipos de salud, una de ellas es la atención domiciliaria, estrategia clave que permitió que pacientes crónicos no se vieran expuestos a la enfermedad.

Consuelo es enfermera del Programa de Atención Domiciliaria a Personas con Dependencia Severa (Padi) del Cesfam Sergio Aguilar en Coquimbo y contó que comenzada la crisis las jornadas han sido más largas y extenuantes. 

“Aumentó la cantidad de pacientes que ingresaban al programa por secuelas de sus enfermedades de base, los tiempos se relacionaban con la complejidad de sus tratamientos y la preparación que hay que realizar con cada familia, tanto para protegerlos a ellos como nosotros mismos con los EPP”, señaló la enfermera.

La ayuda y atención de los equipos domiciliarios fue más allá de solo lo médico, se convirtió en un apoyo para las familias. El temor a contagiarse ha sido angustiante, confesó, “uno no sabe cómo se cuidan las familias y uno tiene que entrar a ese domicilio y enseñarles a cuidarse. Muy pocas personas no me permitieron entrar a sus casas, otras me aclaraban que no tenían covid, pero que podía contagiarlos porque yo era el foco de contagio y así es el ciclo diario”.

Admite que cuando ve personas que no se cuidan se siente atemorizada. Teme que al contagiarse deban hospitalizarla e intubarla, por eso se cuida, pero siente que existe individualismo en el resto de la ciudadanía. “No somos suficientes y no se están entregando los recursos económicos para que seamos más trabajadores”, declara.

Pedro Vargas, Químico farmacéutico

Quienes también han tenido una carga laboral importante producto de la crisis han sido los químicos farmacéuticos. El presidente del gremio, Pedro Vargas, confesó que al menos quienes trabajan en el sistema privado, se han sentido aplazados por la autoridad sanitaria, ya que no fueron parte del programa de vacunación, pese a que nunca dejaron de atender y estaban expuestos a contagios a diariamente.

“Por una parte las farmacias siguen brindando atención de salud, es primera línea. Las personas acceden más fácil a la farmacia que a un consultorio o al hospital, pero lo más complejo fue adaptarse a los protocolos sanitarios, cuidar al personal y darle una respuesta sanitaria a los mismos pacientes y al público que no sabía qué hacer”.

Debieron enfrentarse al temor de la gente, que demandaba una solución a la enfermedad, agotando en muchos casos medicamentos que no eran efectivos para el covid y desabasteciendo de insumos a pacientes con enfermedades que requerían de aquellos fármacos.

“Ha sido complejo, tanto físicamente, por las largas jornadas de trabajo, como emocional y psicológicamente, porque uno se convierte en un medio de contención para el resto de la población”, explicó.

En el caso de los profesionales que se desempeñan en las áreas de entrega de fármacos de los hospitales, una de las situaciones que se presentaron en los meses más complejos fue la falta de stock para pacientes en ventilación mecánica. “El estrés era sobre cómo se podía mantener a los pacientes en un ventilador mecánico, porque era necesario, pero con medicamentos que no habían, por lo que hubo que adecuar terapias, trabajar con un equipo multidisciplinario para poder ver cómo se mantenía a los pacientes con la mejor atención clínica posible y con lo poco que había en ese momento”.

 

Suscríbete a El Día y recibe a diario la información más importante

* campos requeridos

 

 

Contenido relacionado

- {{similar.created}}

No hay contenido relacionado

Cargando ...

 

 

 

 

 

 

 

 

Diario El Día

 

 

 

X