Crédito fotografía: 
Lautaro Carmona
Según indicó el Seremi del Minvu, Hernán Pizarro, pese a que la reconstrucción lleva un 98% de avance, todavía no termina. Hicimos un recorrido por el sector de Baquedano (Coquimbo), uno de los más afectados por el sismo y posterior tsunami del 16-S y las personas se sienten optimistas con los nuevos proyectos, pero aseguran que siempre esperaron más del Gobierno.

Cristino Aquino Santana tiene 51 años, y lleva 8 en el país. Llegó desde República Dominicana en busca de un mejor futuro y lo encontró. Junto a su familia logró formar su negocio, un restorán en el Barrio Baquedano en Coquimbo, donde todo iba bien hasta que la tierra se remeció y la historia del puerto y de la región cambió para siempre luego del terremoto grado 8,4 que azotó a la zona. “Lo recuerdo como si hubiese sido la semana pasada, pese a que ha pasado tanto tiempo”, dice el hombre, parado afuera de su local, llevando su memoria hasta aquel momento hace cuatro años atrás. 

“Estaba solo, porque ya estábamos cerrando el local. Ya no quedaban clientes. Lo que más me acuerdo es que se cortó la luz de improviso y la tierra empezó a moverse, primero despacito, y después ya uno no se podía mantener de pie. Nunca había vivido algo así, aunque me habían dicho que en Chile pasaba. No me quedó otra que salir corriendo, e intentar comunicarme con mi familia para refugiarnos, porque después se vino todo los demás, con el tsunami incluido que destruyó todo”, recuerda Cristino, quien en este tiempo logró levantarse, y poner en pie de nuevo su restorán, pese a la adversidad. 

Un año más

Mañana lunes 16 de septiembre se cumple un año más del desastre natural, cuando aquel miércoles, a las 19:54, el violento terremoto con epicentro en la comuna de Canela afectó a 14 de las 15 comunas de la región dejando un saldo de 11 fallecidos confirmados, y desolación en toda la zona. 

Un de las situaciones más paradojales se vivió en la comuna de Coquimbo, donde se pasó de la alegría al terror y al lamento, ya que ese mismo día se inauguraba la popular fiesta de La Pampilla con motivo de las fiestas patrias, las más amargas que se recuerden en la comuna puerto. 

Pese a que el desastre se pudo apreciar por todas partes, el posterior tsunami hizo que el sector de Baquedano fuese sin duda el más afectado por la tragedia, y, a cuatro años, pese a que, al igual que don Cristino Aquino, ya se encuentra en pie, las personas  todavía no se recuperan por completo de lo que fue ver su sector completamente destruido y  estar sin soluciones por más tiempo del esperado. 

“La ayuda que nunca llegó"

Pese a que las cifras oficiales apuntan a que la reconstrucción a nivel regional, a la fecha ya alcanza el 98%, la sensación en Baquedano, todavía es de dulce y agraz. Por una parte, se alegran de ver a su sector recuperado, pero aseguran que la ayuda que las autoridades prometieron llegó “a medias” y nunca como prometieron.

El propio ciudadano de República Dominicana, Cristino Aquino, precisa que, “sí vino gente del Gobierno y del municipio, pero si tú me preguntas, mi local y mi casa lo levantamos nosotros, con algo de ayuda, pero yo no podría decirte que gracias a ellos estoy trabajando de nuevo”, expresó el ciudadano. 

“Nos vamos"

Si bien desde el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, en el mes de abril anunciaron la creación del “Proyecto habitacional con Integración Social y Tsunami Resiliente”, que albergará a 121 familias de Baquedano, hay otras que no aceptaron esta solución, y que han decidido irse del sector ya que no quieren seguir viviendo en una zona de riesgo. 

Víctor González, y su familia han optado por irse a vivir a otro sitio. Les costó tomar la decisión porque en algún momento también barajaron la opción del edificio que será construido, pero finalmente pronto se marcharán.

“Esto es por diversas razones. Lo primero es que seguimos estando aquí, donde hace cuatro años nuestra casa fue arrasada por el agua y eso asusta siempre, y porque desde que pasó lo que pasó nada volvió a ser lo mismo. Llegó mucha gente de otros lados, las drogas y un sinfín de cosas que a nosotros nos hicieron pensar en dejar el lugar. Lo haremos en cuanto podamos”, expresó Víctor González, quien el día del terremoto se encontraba precisamente en la inauguración de la Pampilla. 

“Nada es igual"

Martina López vivió el terremoto en el sector. Lo perdió prácticamente todo, aunque “no tanto como los vecinos del lado que tuvieron que demoler su casa y se tuvieron que ir”, expresa. Hoy se encuentra bien, pero también expresa que todo ha sido debido a su propio esfuerzo.

“Según las estadísticas, a nosotros el Serviu nos arregló la casa, porque vinieron. Ahora, si te soy sincera, ese arreglo duró tan pero tan poco que parece una burla porque a los dos meses se nos volvió a caer el techo y tenemos una de las paredes, la que colindaba con la casa de al lado, que ya no está, totalmente llena de grietas”, sostiene la habitante del puerto. 

Buen balance

El seremi del Minvu, Hernán Pizarro, está consiente que siempre habrá gente descontenta, pero siente que a nivel regional, como Gobierno han hecho un buen trabajo. De hecho, cuando asumieron la administración sólo había un 90% de avance en la reconstrucción, y en un año –al 2018- lograron avanzar a un 97%. Ahora esa cifra se sitúa en un 98%. “Creemos que las cosas avanzaron por buen camino, pero si pensamos que todavía hay un 2% de personas que están esperando, claramente no hay dobles lecturas”, indicó el seremi. 

Agregó que de las soluciones habitacionales comprometidas, ya hay ejecutadas más de 7700, sin embargo, existen 200 familias que tienen sus casas, o en proceso de reconstrucción o que sencillamente ni siquiera han iniciado el proceso. “Esto, puede parecer poco, pero se trata de familias, y no nos podemos quedar tranquilos mientras todavía existan algunas que tengan problemas”, expresó. 

Respecto a por qué el plan de reconstrucción no se ha completado, manifestó que desde el comienzo en la administración anterior hubo una mala supervisión de las obras para controlar este proceso. “Cuando nosotros llegamos nos encontramos con situaciones irregulares y todo eso redundó en que el proceso tuviera sus dificultades. Esta poca supervisión, sumado a la dispersión geográfica nos lleva a enfrentar un cuadro donde todavía falta”, indicó Pizarro. 

 

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