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Juan Carlos Pizarro
Historias de hambre frío y muerte que muchas veces preferimos no ver, se cuentan en inhóspitos rincones que la noche disimula. Según el último registro Social de Hogares, son 471 personas en la región que no tienen un lugar donde vivir, a esto se suma la población flotante que llega a la zona y que pernocta a la intemperie. Un problema que se agudiza con las bajas temperaturas y con el Covid-19 al acecho. Pese a que desde la Seremi de Desarrollo Social han redoblado los esfuerzos realizando rutas con entrega de alimentación, elementos de higiene y chequeo médico, y además han implementado más albergues que funcionan las 24 horas, el tema es más de fondo: la depresión, el abandono y las adicciones impiden que la gente se deje ayudar.

La noche del miércoles fue una de las más frías en lo que va del año, y sin duda quienes más lo sufrieron fueron los que no tienen un lugar donde vivir, ni pernoctar y deben hacerlo a la intemperie. Se trata de las personas que actualmente, con el invierno ad portas y en plena pandemia, se encuentran en situación de calle.

Según las cifras oficiales de la Seremi de Desarrollo Social y Familia, en la Región de Coquimbo el número de individuos en esta condición llegaría a los 471, aunque a estos cálculos debe sumarse la población flotante no catastrada.

El frío abandono

Producto del adelanto del Plan Invierno, se han implementado más albergues en la zona, sin embargo, tal como señalan las autoridades, hay personas que sencillamente no están dispuestas a “perder la libertad” que para ellos significa estar en la calle, o bien los beneficios no les han llegado.

Aquello tiene un riesgo que puede ser fatal. El más claro ejemplo fue lo ocurrido en Coquimbo, precisamente la fría noche del miércoles cuando a eso de las 21:00 horas, según indicó el general Jefe de la IV Zona Policial, Jorge Tobar, transeúntes que circulaban por Calle Malleco, en la esquina con Balmaceda, dieron aviso al fono 133 que había un hombre tirado en el piso, y que había estado ahí por un tiempo bastante prolongado. De inmediato se activaron los protocolos, y junto con Carabineros también llegó personal del Samu quienes constataron que el individuo se encontraba fallecido.

Hasta ayer se trabajaba en contactar a familiares, por lo pronto, lo que se pudo recabar al cierre de esta edición es que el adulto mayor de 62 años, vivía en situación de calle hace aproximadamente dos décadas. Pese a que no ha sido confirmado, se investiga como posible causa del deceso una presunta hipotermia, sumada a problemas orgánicos de diversa índole, aunque aquello deberá ser determinado por el Servicio Médico Legal, luego de que se realicen los exámenes de rigor.

A la vuelta de la esquina

Pero esta persona es sólo una entre las cerca de 471 que se contabilizan según el registro social de hogares. Donde 337 corresponden a la Provincia de Elqui, 120 a Limarí y 14 a Choapa. Además, de acuerdo al mismo estudio, sólo el 9% tiene más de 60 años, lo que en cifras representa la suma de 41 adultos mayores.

No es difícil encontrarlos, y, abarcando todos los grupos etarios, están a la vuelta de la esquina. Tanto en la comuna puerto como en La Serena, se entremezclan en el ambiente, son conocidos y la mayoría sobrevive “macheteando”, o vendiendo parches curita, dividiendo las ganancias entre alimento y alcohol.

A Eduardo (37) y a Víctor (49), los conocimos en el centro de la capital regional. Eran pasadas las 10 de la mañana cuando se dirigían al sector de la pileta de La Recova. Entablamos conversación y nos comentaron que hace poco se habían levantado dejando el pequeño ruco en el que pasan las noches a un costado del edificio del MOP regional.

“Casi siempre en la mañana vamos para la Recova. No molestamos a nadie eso sí, lo que pasa es que ahí nos encuentra la gente que nos ayuda a veces, y los Carabineros nos dan café y pan para tomar desayuno”, dice Eduardo, caminando despacio, ya que Víctor tiene problemas de movilidad debido a que hace años sufrió la amputación de una pierna.

Su realidad actual no tiene nada que ver con su pasado. Nació en Castro, en la Región de Los Lagos, y cuando terminó su educación secundaria estudió la carrera de Técnico Jurídico durante un año y medio, y posteriormente Derecho. Sin embargo, pese a que dice que le iba bien, no aguantó el régimen universitario. “Un día salí a mochilear y nunca más volví, estuve harto tiempo en el sur, después en Santiago donde conseguí un trabajo estable, hasta que se terminó. Y a La Serena llegué hace tres años, estaba bien, hasta que me lancé al copete. Me agarró y ya estoy muy metido como para pretender salir”, expresa.

Víctor, a su lado, ríe algo nervioso. “¿A mí también me va a grabar?”, pregunta y nos da el pie necesario. Él también declara ser “un patiperro” de siempre, y aunque no le gusta no tener qué comer en muchas oportunidades, asegura que no se arrepiente de haber dejado su hogar en algún momento debido a los problemas. “Uno hace lo que tiene que hacer nomás”, cuenta mientras se acomoda en el banco (asiento) de La Recova, cerciorándose de no dejar caer la muleta que lo acompaña.

Admite que tiene una dependencia alcohólica, la que se acrecentó luego que a los 22 años fuera atropellado y le tuvieran que amputar su pierna. “Antes de eso yo tomaba, pero cuando me pasó el accidente ya no lo pude dejar más, se convirtió en algo habitual y ahora lo hago todos los días. Me dio una depresión bien fuerte e intenté incluso suicidarme pero no son cosas que a uno le guste recordar”, relata el hombre proveniente de Santiago.

La ayuda

Saben que los días se pondrán cada vez más fríos, pero aseguran que “no es nada que ya no hayamos vivido. Harto papel de diario en la ropa, tenemos unos perros que abrigan, nada más qué hacer. Las sábanas se nos van a mojar igual, y nos vamos a enfermar igual, pero nos alentamos a puro tinto”, dice Eduardo, en tono jocoso, aunque con mayor seriedad agrega que, “igual sería bueno que nos dieran algunas frazadas, chaquetas, o algún material para arreglar el ruco y que no se llueva”.

Como tantos, tienen conocimiento de que hay albergues que los podrían acoger, pero dicen no confiar y haber tenido malas experiencias. “Además no podríamos tomar”, indican. Del Covid-19 poco y nada saben, aunque manifiestan que se cuidan utilizando mascarilla, porque entienden que podrían contagiar a otros. “Tampoco somos inconscientes ni tontos, sabemos la situación que se vive a nivel mundial”.  

“Por aquí no han pasado"

Ramiro Morales tiene 65 años y debería formar parte de ese 9% de adultos mayores que viven en la calle. Pasa las noches en un sector de la Avenida Francisco de Aguirre, yendo hacia el Faro, junto a otro grupo de indigentes.

“Tenemos un potrero detrás del Inacap. Ahí hay varios que a veces caminan conmigo, otras veces no, pero nos las arreglamos”, cuenta, sentado en el frío cemento de la entrada de una casona en calle Balmaceda en La Serena.

Lleva más de 20 años sin hogar fijo, durmiendo a la intemperie, pero se niega a revelar los motivos que lo llevaron por este camino. “Son muchas cosas. Yo estaba muy cansado de la vida, me enfermé de los tendones y no pude seguir trabajando. Así se fue dando todo, y aquí estoy esperando morirme luego nomás, porque soy muy cobarde para matarme”, expresa, pesimista.

A diferencia de Eduardo y Víctor, dice no conocer de beneficios ni desde el Gobierno ni municipales. “Son puras mentiras. Yo estoy todos los días acá y nunca me han dado una ayuda, ni siquiera información de algo. He ido a la municipalidad y no me atienden, uno va al consultorio, y tampoco lo atienden por el prejuicio. Imagínate yo tuviese el coronavirus y no me han querido atender, cuando en este momento nosotros deberíamos ser prioridad porque caminamos por muchas partes y podemos andar contagiando, pero ni una mascarilla siquiera me ha llegado”, finalizó.

La red está funcionando

El Seremi de Desarrollo Social y Familia de la Región de Coquimbo Marcelo Telias, antes que todo, lamentó la noticia del adulto mayor en situación de calle fallecido en la comuna puerto, pero también insistió en que existe una red activa, la que ha sido potenciada para ayudar a estas personas.

“Como seremí de Desarrollo Social nos hemos preocupado de tener albergues en estas fechas, hacer las rutas médicas, y las rutas calle, como las que se están haciendo con Carabineros. Pero aquí hay un tema de fondo, hay gente a la que se le ofrece toda la ayuda y ellos no quieren, en ese sentido nosotros no los podemos obligar”, enfatizó Telias.

La autoridad puso el acento en que los albergues con los que se cuenta funcionan las 24 horas durante los siete días de la semana, “con lo que las personas que lo necesitan cuentan con cuatro comidas diarias, además se les verifica constantemente su estado de salud, en un trabajo que se hace desde la Seremi en conjunto con las municipalidades que durante todo el año tienen un programa que es el ‘programa calle’ que se hace en base a un catastro, entonces cuando nosotros hablamos de personas en situación calle, hablamos de ellos, de los que tenemos catastrados. Es decir, sabemos dónde se encuentran, se les entrega alimentación y se les visita periódicamente”, sostuvo.

Específicamente respecto al denominado “albergue Covid-19”, precisó que se habilitó exclusivamente por la pandemia y que tiene un alcance regional. “Está ubicado en Coquimbo, y recibe a cualquier persona en situación calle, especialmente adultos mayores y enfermos crónicos no contagiados”, explicó Telias, agregando que el recinto tiene capacidad para 20 residentes.

También, en conjunto con el Servicio de Salud, se habilitó la residencia sociosanitaria en caso de que alguna persona de este grupo vulnerable se vea afectado por el coronavirus o constituya un caso sospechoso, con una capacidad de 30 camas, donde ellos recibirán tratamiento y podrán hacer cuarentena.

Plan invierno adelantado

Adicionalmente, manifiesta el seremi, se adelantó el Plan Invierno, con lo que desde la próxima semana se habilitarán tres nuevos albergues, uno en La Serena, otro en Coquimbo y uno más en Ovalle. Estos también funcionarán las 24 horas y tendrán disponibilidad para 20 personas cada uno.

Telias está consciente de que se trata de una población de riesgo, por lo mismo, asegura, cuando realizan las rutas, en las que se entregan kits con elementos de higiene y que incluyen mascarillas, guantes, alcohol gel y agua embotellada. Además, se evalúan los síntomas de las personas que visitan. En definitiva, se está haciendo todo lo posible por estas personas en tiempos que son particularmente complejos, sin embargo, otras situaciones los llevan a no querer recibir ayuda. 

 

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