Crédito fotografía: 
Lautaro Carmona
Tanto en La Serena como en Coquimbo, donde comienza a regir el confinamiento esta noche, existen grupos familiares que deberán experimentar el encierro de la manera más compleja. Con un espacio reducido, en pequeños departamentos donde habitan hasta 10 personas, intentarán sobrellevar esta medida en pos de combatir el Covid. Psicólogos expertos entregan recomendaciones para no colapsar y que ni los niños ni los adultos desarrollen problemas de salud mental en este periodo.

El confinamiento obligatorio cada vez está más cerca. Esta noche, a partir de las 22:00 horas comenzará a regir la cuarentena total en la conurbación La Serena-Coquimbo, luego de más de cuatro meses del primer caso de Covid-19 positivo detectado en la región.

En un primer momento, la medida durará siete días, aunque lo más probable es que se extienda por 14, que es el tiempo que en teoría tardan las personas en recuperarse de la enfermedad.

Tras el anuncio ambas comunas ayer eran una verdadera locura, con filas desde temprano en los supermercados, farmacias, entidades bancarias, registro civil, y sucursales de AFPs, entre otras. La gente se preparaba para el encierro que sólo les permitirá salir de sus viviendas en casos excepcionales solicitando los respectivos permisos en la comisaría virtual.

El proceso no será vivido de la misma forma por todos. Mientras que para algunos el estar en sus hogares junto a sus familias compartiendo el tiempo es una gran oportunidad,  para otros la medida resulta extremadamente difícil de cumplir. Claro, la pandemia ha develado realidades que muchos pensaban que en Chile estaban superadas, una de ellas es el hacinamiento en el que viven miles de personas en la región y en el país.

Problema de larga data

Finalizando el mes de marzo lo alertamos. La cuarentena todavía estaba lejos, pero el encierro voluntario ante el miedo a contagiarse ya tenía estresados a los vecinos del sector de los denominados “departamentos rojos”, ubicados en la intersección de las calles Gaspar Marín con Nicaragua, en Las Compañías. Es que allí, los pequeños blocks albergan hasta a 13 personas en algunos casos, y mantenerse adentro durante todo el día se vuelve algo verdaderamente insufrible. Aun así, los vecinos estaban intentando no salir.

Pero lo que en ese momento era voluntario, ahora será obligatorio. Ayer, volvimos al lugar, y evidentemente están mucho más complicados que hace poco más de dos meses, y les preocupa el cómo van a sobrellevar esta situación. Así lo consigna Susana, mujer de 44 años quien vive junto a sus tres hijos y una sobrina. “La verdad es que te da un poco de miedo. Primero por el tema del trabajo, porque yo vivo de lo que vendo en la feria de las pulgas, y ahora no voy a poder seguir con eso. Pero de alguna forma me las voy a arreglar. Igual mi hijo mayor me ayuda. Lo que me tiene más nerviosa es no poder salir, por los niños que van a los columpios, o la cancha, ahora no sé qué van a hacer, se me van a aburrir”, dice la residente.

Sin embargo, sabe que su caso no es el más extremo respecto al hacinamiento. En el mes de abril conocimos la historia de Claudia Jiménez, joven madre de 19 años quien habita en un departamento junto a otros ocho familiares. Sí, en esa pequeña vivienda de dos piezas viven 9 personas. Pero ella se lo tomaba con calma, y todavía mantiene esa actitud, pese a que sabe lo difícil que será enfrentar este confinamiento entre las estrechas paredes, y con los más pequeños de la casa muy probablemente pidiéndoles salir. “Yo tengo que ser agradecida de que hemos tenido ayuda, y que no nos ha faltado para vivir en estos tiempos tan complicados. Tampoco nos hemos enfermado. Ahora hay que tener paciencia nomás, y hacer caso para que esto pase pronto. Estoy de acuerdo con la cuarentena, porque la gente es muy porfiada y nunca hicieron caso, así que me parece que esta es la única salida. Hay que estar tranquilos porque si no uno se enferma más, y pueden venir incluso las enfermedades psicológicas”, sostuvo Claudia.

Incertidumbre

En un block, todavía más pequeño vive la familia Díaz-Escobar, que tiene cinco integrantes y probablemente sean seis los que pasen allí la cuarentena. Ellos no tienen una actitud tan optimista, ya que han sufrido los embates económicos de la pandemia, tienen incertidumbre respecto a lo que suceda en los próximos días, y sus dos hijos, de 4 y 6 años no son demasiado dados al encierro. Así lo expresa Inés Escobar, quien asegura estar nerviosa. “No sé cómo será la fiscalización, usted ve aquí lo chico que es adentro, y los niños se desesperan. Espero que no sea un delito sacarlos  a dar una vuelta por el pasaje o que jueguen en el balcón por último, porque la idea tampoco es que estén pegados al celular”, indicó la mujer, mientras a su lado los pequeños corren, inquietos.

Guillermo Díaz, también está preocupado, y le parece injusto que al momento de decretar una cuarentena total no se haya tomado en cuenta que existen viviendas como las de este lugar, cuyo tamaño es incluso inferior al mínimo legal, y habitan familias muy numerosas. “Qué le vamos a hacer. Estas cosas siempre afectan más a la gente pobre, vamos a terminar enfermos igual, pero de la mente tanto estar encerrados, pero bueno, hay que aguantar para que este virus se vaya luego. Aunque insisto, aquí al ser tan chicas las casas al menos deberían dejar salir a los pasajes”, enfatizó el hombre, quien además trabaja en la feria “vendiendo cachureos”, por lo que no podrá generar recursos en estos días y espera tener  algún tipo de ayuda, lo que ya fue anunciado por el alcalde de La Serena Roberto Jacob, en el contexto de la segunda entrega de cajas de alimentos por parte del Gobierno y también con recursos municipales, aunque no se sabe si alcanzarán a cubrir los 192 departamentos con más de mil habitantes.

Inmigrantes en el puerto

La comunidad haitiana siempre ha estado en una situación particularmente vulnerable. Esto a nivel país y también en la Región de Coquimbo. En esa línea es en la comuna puerto donde se concentra la mayor cantidad de residentes de esta nacionalidad, y en el sector de Tierras Blancas no es difícil encontrar casas donde viven hacinados. Así lo indica Romeo Gabaud, representante de la comunidad en la zona. “Es muy complicado, muy complicado, esto de la cuarentena. Aunque es necesario, para los haitianos implica no poder trabajar, algo que ya venían experimentando, y también hay lugares en donde viven demasiados, entonces se hará difícil mantenerse encerrados”, expresa el  migrante.

Esta dura realidad es la que vive Beltrán, de 41 años quien llegó a Chile junto a su hermano hace tres años, en busca de nuevas oportunidades, y las encontró, pero en el último tiempo la situación ha cambiado, para mal. Desde que comenzó la pandemia, se encuentra realizando sólo trabajos esporádicos y vive en una casa con otros 15 compatriotas. “Aquí hemos tenido casos de contagios, así que es bueno que hagan esto, para que pare esta enfermedad, pero no podremos trabajar”, dice Beltrán, mirando desde la ventana de la pieza que comparte con su hermano.

Tiene miedo, al encierro, al hambre y también al Covid, y pide ayuda para que durante los días de confinamiento les lleven algún tipo de beneficio. “Uno ya está complicado por el encierro que vamos a tener, y a ese encierro, si sumas el no tener qué comer, se hace peor (…) Te vuelves loco acá”, afirma el haitiano, quien asegura no querer pensar en lo que viene.

Hacerlo más llevadero

Si el confinamiento ya es complejo para quienes viven en condiciones “normales”, ¿cómo evitar que los que están hacinados en el encierro no tengan alguna consecuencia a nivel mental? El psicólogo clínico Gustavo Fierro, entiende lo difícil que se hace, pero llama a mantener una actitud positiva frente a la situación. “El humor puede ser de gran ayuda. Pensar de forma realista, no anticipar consecuencias, valorar el riesgo en su justa medida a partir de una información clara, oficial y segura, y generar expectativas positivas para el futuro”, recomienda el especialista.

Respecto a  “no querer pensar en el futuro”, como aseguran muchos de los entrevistados, Fierro indica que no es algo negativo, ya que lo que se viene es algo incierto, “y la incertidumbre está estrechamente vinculada con la ansiedad. Lo que yo recomiendo es ocuparse de vivir el aquí y el ahora”, sostiene.

Por su parte la psicóloga Marisol Urrutia pone el acento en los niños, que ya viven en un contexto social vulnerable. “Es muy difícil dar impresiones sobre este tema, porque hay un drama social detrás, pero ya teniendo esta cuarentena, y siendo consciente de la realidad, hay que asumirla, los adultos deben recurrir a sus recursos emocionales para no tener problemas, de esta forma podrán traspasarle una tranquilidad a los niños. Sí o sí esto va a generar alguna reacción a nivel emocional, sobre todo en el hacinamiento, pero la idea es que se pueda mitigar de alguna manera”, finaliza la profesional.

 

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