• En la imagen el pequeño Néstor tenía 7 años. Era feliz, pese al abandono. La familia de Bárbara de la Fuente lo había acogido.
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El pasado 04 de julio, un joven intentó suicidarse saltando desde una pasarela. No lo logró y la vida le dio otra oportunidad. Lo que nadie sabía era la dramática historia que había detrás de Néstor Jelvez (18), quien creció en centros del Sename, fue abusado, vivió en la calle y hoy padece una severa patología psiquiátrica que lo tiene internado en Santiago. Un ejemplo más de las falencias del sistema de protección.

Era sólo un intento de suicidio. En medio de la vorágine del mundo moderno “otro tipo loco” que había querido atentar contra su vida. 

Cuando el pasado jueves 4 de julio, un joven de 18 años trató de saltar desde la pasarela ubicada frente al supermercado Jumbo de La Serena, a la altura del kilómetro 470 de la Ruta 5 Norte, siendo rescatado por Carabineros, nadie imaginó el drama que existía detrás. La historia que llevó al niño, ya convertido en hombre, a tomar la drástica decisión. 

El cuatro de julio  recién pasado, el joven intentó quitarse la vida lanzándose desde la pasarela ubicada frente a un supermercado. Con 18 años y un cuadro esquizoide no aguantaba más. 

Cuando todo está cuesta arriba

¿Quién era este joven?, ¿qué gatilló el que quisiera dejar de existir? La historia es larga, y está llena de dolor. Se entremezclan las fallas de un sistema de protección a la infancia deficitario, que operó de manera negligente durante décadas en Chile, según han reconocido las propias autoridades, y también la falta de oportunidades para quienes nacen en el abandono, y no pueden salir de ese círculo. 

Su nombre era Néstor Jélvez. Un adicto a la pasta base, viviendo en situación de calle con un cuadro esquizofrénico, sólo al borde del abismo, el mismo por el que había transitado toda la vida. Así lo cuenta quien fue y continúa siendo su “ángel de la guarda”, Bárbara de la Fuente (28), una joven serenense ingeniera comercial que conoció a Néstor cuando era un pequeño del Hogar Redes que con cuatro años, junto a otros menores iba a pasar las navidades a su casa, junto a su familia. 

Bárbara De La Fuente junto a su “hermanito” Néstor, como solía llamarlo cuando era pequeño. 

“Néstor no era como todos, tenía algo especial”, cuenta Bárbara, quien hoy día no se explica cómo ese niño sonriente que conoció terminó derrotado por su suerte. “Si tan sólo hubiese tenido más apoyo familiar, si las instituciones en las que estuvo hubiesen funcionado, estoy segura que todo habría sido diferente”, agrega la joven profesional. 

No sé su fue víctima, pero presenció abusos de los niños más grandes a los más pequeños, por eso siempre arrancaba de la fundación”. María José, hermana de Néstor. 

Cinco hermanos a la deriva

El pequeño Néstor tenía cuatro hermanos. Todos, incluido él, crecieron en centros del Sename. Llegaron allí por las difíciles circunstancias que enfrentaba la familia. No existía un padre presente y la madre estaba en la cárcel. 

En ese contexto el Hogar Redes, apareció como la salvación y vivieron juntos en una primera etapa. Fueron años buenos para Néstor. Luego de pasar la primera Navidad con la familia De La Fuente, se encariñaron de tal forma con él que no dejaron de ir a verlo y formaron un vínculo que hasta el día de hoy no se ha roto. 

Pero hubo momentos de lejanía, según cuenta Bárbara, “cuando el hogar (Redes) cambió y trasladaron a todos los niños más grandes a otros recintos, ahí Néstor tenía como ocho años. Se lo llevaron a la Fundación Niño y Patria en Ovalle, donde no nos dejaron ir a verlo más, lo que fue muy fuerte para nosotros, porque ya era parte de la familia, pero lo pudimos entender”, cuenta la joven. 

El reencuentro

El reencuentro fue inesperado y doloroso. Habían pasado cuatro años, desde que Bárbara le había perdido la pista a Néstor. Pero el 2012, una amiga le dijo que lo vio en la Avenida Francisco De Aguirre con la Ruta 5, haciendo malabares y pidiendo dinero. En ese momento no supo qué hacer, lo buscó desesperadamente por toda La Serena, hasta que llegó a una plaza en Las Compañías cerca del sector donde le habían dicho que vivía la madre del pequeño. Allí encontró a un amigo de Néstor, quien le dijo que estaba viviendo con él, ya que había huido de su casa por problemas con su madre.

“La mamá ya había salido de la cárcel, y vivía con un caballero que era muy violento y también estaba metido en drogas, entonces Néstor se había ido donde el amigo a esconderse”, cuenta De La Fuente. 

Al verse se abrazaron espontáneamente, y ese mismo día Bárbara llevó a su “hermanito” como siempre lo había llamado, y a sus amigos a comer. “Yo en ese momento pensé que lo mejor era que regresara al Hogar de Ovalle, ingenuamente, y empecé a llamar para que lo recibieran, hasta que lo hicieron y volvió a la fundación Niño y Patria”, recuerda. 

En situación de calle

Poco después Bárbara se enteró de otra mala noticia. Néstor otra vez había escapado del recinto junto a su hermano un año menor. Esta vez no estaban en ninguna casa, ahora eran un par de niños en situación de calle. En ese mundo, los menores conocieron las drogas, la delincuencia y continuaron practicando la supervivencia. “Cuando lo encontré esa vez, fue horrible verlos ahí botados, en una carpa, rodeados de alcohol y drogas. En la suciedad”, relata la joven quien no pudo soportar ver al niño así y se lo llevó a él y al hermano a vivir junto a ella, a su hogar. 

El hermano no duró una noche, pero Néstor se quedó ahí durante seis meses, en la tranquilidad. Volvió a tener una familia. Quisieron adoptarlo, pero el temperamento del niño marcado por el dolor le jugó en contra y de un momento a otro su estadía con Bárbara y su madre se hizo insostenible. En ese momento, lo dejaron ir, para que se recuperara en otro Hogar de Menores de Salamanca. 

Si tan sólo hubiese tenido apoyo familiar, si las instituciones hubiesen funcionado, estoy segura que todo habría sido diferente”, Bárbara De La Fuente, amiga de Néstor. 

Enterándose de los abusos

Fue cuando estaba en el Hogar de la Comuna de Choapa, que Bárbara y su familia, “se sacaron la venda de los ojos”. Néstor tuvo muchos problemas y terminó yéndose a Valparaíso. Al buscar respuestas, se enteraron de que el menor había sido abusado sexualmente por una funcionaria. De hecho, tiempo más tarde el establecimiento fue cerrado porque se registraron una serie de casos similares.

“Ese había sido el motivo de su partida. No era que él se hubiese ido por su cuenta”, precisa la joven, quien agrega que “en Salamanca no hicieron nada en ese minuto, y después que retornó de Valparaíso, donde estuvo un tiempo, llegó otra vez a Niño y Patria, en Ovalle, y allí por primera vez empieza a presentar cuadros psicóticos”, indicó. 

“No hicieron nada"

Néstor ya tenía 17 años, y su estado de salud mental era cada vez peor. Así lo consigna su hermana de sangre, María José, quien hoy lucha codo a codo junto a Bárbara por intentar que la vida del joven tome un destino mejor.

“Nunca habló de lo ocurrido en Salamanca, pero yo sí sé que en la fundación de Ovalle  vio muchas cosas, y por eso se arrancaba siempre. No sé si él fue víctima, pero presenció abusos por parte de los niños más grandes a los más pequeños, me refiero a violaciones”, dice la hermana, quien en su momento, en una de las escapadas de Néstor, hizo la denuncia, para que los buscaran y no pudieron encontrarlo. 

La historia de María José, está en las antípodas de lo que vivió su hermano. Ella fue acogida por una familia, y pudo ingresar a estudiar psicología donde ya cursa cuarto año. Un ejemplo de superación. 

60 días permanecerá el joven internado en una clínica psiquiátrica en Santiago.  

Pudo ser el día final

El pasado jueves 4 de julio pudo ser el día final. Néstor no aguantaba más, subió a la pasarela e intentó terminar con todo. Cuando sus problemas mentales más se agudizaban, “el Sename se deshizo de él”, relata Bárbara, quien asevera que se produjeron graves negligencias en el caso del joven. “Además de tener que vivir abusos por años, soportarlos. Fallar en cuanto su reinserción en la sociedad, lo dejaron tirado cuando él más requería de la red”, reclama. 

Días antes de su drástica decisión, no quería nada con nadie. Estaba durmiendo cerca del hospital de La Serena, con un incipiente cuadro esquizoide, sin aceptar ayuda. 

Nada supieron de él sus seres queridos hasta que vieron por las noticias al “pequeño Néstor”, tratando de autoeliminarse. Su hermana María José enfatiza en lo mal que operó tanto Carabineros como la red de salud ese día. “Lo bajaron, mandaron las fotos a la prensa y después lo volvieron a dejar en la calle”, indica. 

Lograron encontrarlo al día siguiente, y lo llevaron al hospital de La Serena. Desde ahí al recinto de Coquimbo, donde hasta el lunes permanecía a la espera de una cama en la unidad psiquiátrica. 

Las buenas noticias

Después de la tormenta viene la calma. Así fue en el caso de Néstor. La vida le dio otra oportunidad, y sus más cercanos esperan que no la desaproveche. “Vamos a poner todo lo que podamos para que pueda salir adelante”, consigna Bárbara De La Fuente. 

En Coquimbo no hubo cupo, pero dado el delicado estado del joven, le dieron prioridad y la noche del martes fue trasladado a una clínica psiquiátrica de la Región Metropolitana, donde permanecerá durante 60 días, según indicó la doctora Ana Farías, subdirectora de gestión asistencial del Hospital de Coquimbo.

“Él tenía una patología psiquiátrica severa y correspondía derivarlo de manera urgente, porque tenía un doble intento de suicidio, lo que constituía un riesgo para él”, sostuvo.

Un sistema que falló

Más allá de que hoy pareciera que el camino de Néstor se encauza, para sus cercanos no cabe duda que “todos los sistemas fallaron”. Y aquello no sólo se ve reflejado en su caso, sino que también en el de sus hermanos, los que, salvo María José, viven una compleja situación el día de hoy, tras crecer en hogares del Sename. 

¿Qué hacer para que historias como las de Néstor no se repitan? El Sename vive una reestructuración, y consultados por el tema aseguran que están poniendo el acento en realizar una transformación de los centros de protección “masivos e impersonales, para avanzar en residencias familiares que aseguren una intervención personalizada y en donde se estimule la autonomía e independencia de los adolescentes, para contribuir a su proceso de transición hacia la adultez”, precisaron por escrito. 

Consultados respecto a si efectivamente habían dejado a Néstor en el abandono cuando requería urgente el tratamiento psiquiátrico, manifestaron que “fue el Tribunal el que decretó el egreso de Néstor el 17 de enero de 2019, bajo la causal de haber cumplido la mayoría de edad”, lo que se contrapone a la versión de Bárbara De La Fuente y María José.  

Desde la Seremía de Justicia precisan que en el marco de la nueva institucionalidad, están buscando no cometer los errores del pasado, y entre los varios puntos que menciona la Seremi Alejandra Valdovinos, también pone el acento en que la reparación respecto a los niños vulnerados, debe ser con el acompañamiento de sus familiares o quienes formen su red de apoyo.

“Se está trabajando en la creación de un Centro Especializado de Intervención Familiar con la finalidad de generar más cupos de atención para niños que han sido vulnerados en sus derechos y con sus familias para habilitarlas en el ejercicio parental acorde a las necesidades de niñas, niños y adolescentes”, detalló Valdovinos. 

El futuro

Pero, ¿qué pasará con Néstor cuando vuelva de Santiago? Como ha sido durante toda su vida, su futuro es incierto. Desde el Hospital San Pablo de Coquimbo, se comprometieron a conseguirle un recinto de larga estadía de no presentar mejoras en los dos meses en que se mantendrá internado.

En tanto, el Seremi de Desarrollo Social de la Región de Coquimbo, Marcelo Tellias aseguró que “no lo dejaremos solo. Necesita las redes que no ha tenido durante su vida y está en nuestras manos gestionar las cosas para que cuando retorne pueda realizar una vida lo más normal posible. Para eso vamos a trabajar sus problemáticas familiares, y, por supuesto coordinar con el Servicio de Salud para que tenga asegurado su tratamiento farmacológico”, indicó. Los augurios son buenos, más el destino, como siempre ha sido para Néstor, pura incertidumbre.

 

 

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