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Lautaro Carmona
Las causas pueden ser múltiples, pero el diagnóstico es el mismo: la ciudadanía todavía no toma conciencia de la gravedad del Covid-19 y a diario se generan aglomeraciones innecesarias en los sectores céntricos de la conurbación. Según los expertos, “la gente no entiende” que debe quedarse en casa –quienes pueden hacerlo- porque existe una baja “percepción del riesgo”, lo que sumado a una mala “comunicación del riesgo por parte de la autoridad” tiene como resultado el aumento de contagios. ¿Cuarentena obligatoria? No se descarta, pero todavía no la hay, por lo que cada individuo debería ejercer el autocuidado, sin pensar que una mascarilla los vuelve inmunes, ni esperar a que los fuercen a cumplir con el distanciamiento físico.

No hay caso. A tres meses de que se confirmara el primer contagio de coronavirus en Chile la gente de la Región de Coquimbo parece no tomar conciencia de la gravedad de la pandemia y en lo que respecta a los sectores céntricos de La Serena y la comuna puerto, las aglomeraciones son pan de cada día.

Pese a que el llamado de la autoridad sanitaria es a quedarse en los hogares y guardar el autocuidado sin esperar a que se decrete una cuarentena obligatoria, la comunidad ha hecho oídos sordos. Eso sí, según señalan expertos, el discurso “tranquilizador” que ha existido a nivel local y el permitir que las grandes tiendas sigan funcionando, también incide en que todos los días entre las 10:00 y las 14:00 horas –aproximadamente- la ciudad se transforme un gran paseo peatonal, como si nada pasara. 

“Lo mismo de siempre"

Quienes están a diario en la calle porque deben trabajar, aseguran que las personas que transitan que circulan no necesariamente lo hacen por cumplir una obligación ineludible. Claro, según afirma el guardia de una entidad bancaria, durante la jornada de la mañana “es exactamente igual a como era antes de la pandemia”, incluso, se aventura a decir que “es peor” debido a que todos salen en un horario más reducido y se genera una mayor concentración de personas.

“Uno puede entender a la gente que no tiene otra alternativa, pero esas filas en las tiendas no están porque se busquen productos de primera necesidad. Y te digo más, respecto a los trámites que vienen a hacer al banco, no sólo son abuelitos que vienen a cobrar su pensión, sino que, hay cosas que no son urgentes, pero vienen igual”, afirma el funcionario de una sucursal bancaria de calle Balmaceda, en La Serena. 

“No es normal que la gente salga con un plasma de una multitienda”, afirma otro trabajador del centro, quien se molesta porque sabe que cualquiera puede estar contagiado, y de ser así, él también corre riesgo. “Aquí deberían estar sólo los que trabajamos, o los que tengan que hacer algo indispensable, pero lamentablemente eso no se ha dado”, cuestiona, “es lo mismo de siempre”, finaliza. 

Ambulantes

Si bien el problema de los ambulantes ilegales viene de mucho antes, hoy no sólo se trata de un tema de seguridad, es una temática de carácter sanitario. Resulta evidente que ellos son los responsables de agudizar los atochamientos de personas en algunas arterias céntricas, eso sí, con la complicidad de quienes les compran y con ello, incitan a que continúen estando allí, a veces sin mascarillas y gritando a todo pulmón el precio de sus productos, ofertas y promociones. 

Simplemente porfiados

Pero, ¿por qué no se toma conciencia?, ¿qué tiene que suceder para que la gente entienda el real peso a esta crisis sanitaria?, ¿sólo una cuarentena total sería la solución para garantizar el aislamiento social? Según la doctora en Salud Pública, epidemióloga, investigadora y académica de la Universidad de La Serena Paola Salas, este comportamiento “poco responsable” de la comunidad tiene que ver con varios factores, y uno de los principales sería la baja percepción de riesgo que tienen algunos grupos etarios frente al Covid-19.

“Esto en Salud Pública está comprobado, y en este caso los adultos y adultos jóvenes son los que tienen menor temor, y la prueba está en que el promedio de edad de los contagiados en general, es de 38 años, no de adultos mayores, como se tiene a pensar”, aseveró Salas. 

Pero de acuerdo a la experta, también influye el cómo se comunica la situación que estamos viviendo, que, a juicio de Salas, podría ser mejor. “La percepción de riesgo va asociada a la comunicación de riesgo, que en el caso del coronavirus tiene que ser efectiva y coherente. O sea, si yo le digo a la gente ‘quédese en la casa’, ‘mantenga las medidas de precaución, no salga’, ‘salga sólo a comprar las cosas esenciales como alimentación y remedios’, mi discurso tiene que ser congruente con eso, pero si lo digo, y tengo abiertos los centros comerciales y las grandes tienes, ahí se generan incoherencias entre lo que hago y lo que digo”, enfatizó. 

“La mascarilla no es garantía"

Desde que el uso de mascarilla es obligatorio, se ha generado la sensación de que al ponérsela nos volvemos inmunes, lo que podría potenciar comportamientos de alto riesgo.

En esa línea la epidemióloga remarca que, “la mascarilla no es 100% efectiva, ninguna. El virus igual se filtra en algún porcentaje, es más, aunque tuviese la mejor, de igual forma y me la ando tocando, el virus igual llega a las manos, te tocas un ojo e igual te contagias. A lo que voy es que no hay ninguna medida que por sí sola sea totalmente efectiva, sólo aplicando todas, estamos previniendo la enfermedad”, precisó, agregando que, para ella, la solución más sencilla desde el punto de vista sanitaria sería una cuarentena total, pero “todavía estamos lejos de ello, porque tenemos un problema de acceso al examen en la región que no lo vamos a corregir rápidamente porque no tenemos laboratorios. A no ser que se autorice que el examen se realice a los sintomáticos y se envíe a procesar a otra región”, enfatizó. 

Una mirada sociológica 

El sociólogo de la Universidad Central, Nicolás Pérez coincide en que el comportamiento social de las personas en medio de la pandemia no ha sido el esperable,  y se explicaría por dos factores fundamentales. Uno que tiene que ver con el actuar de la autoridad gubernamental y el otro vinculado a la responsabilidad individual de cada sujeto.

“La actitud del gobierno ha sido dubitativa y vacilante para tomar decisiones que restrinjan el movimiento, eso por un lado, y por otra parte, tampoco ha sido eficiente con las medidas de ayuda social lo que propicia que las personas tengan que salir para poder subsistir”, expresó. 

Pero la responsabilidad individual no se puede eludir, y aquí el profesional pone el acento en la falta de cultura cívica en la sociedad chilena.

“Aquí la gente no hace caso, porque no tenemos arraigada esa conducta de responsabilidad, por lo que las medias, como nos son tan restrictivas, no son acatadas y no se logra el distanciamiento físico requerido para que la enfermedad no se propague”, precisa el experto, agregando que, “sin  duda la percepción del riesgo es baja. Por eso podemos ver gente haciendo fila para comprar ropa o algún elemento que no necesitan en una tienda, tampoco se le puede echar toda la culpa al gobierno”. 

Privilegiando la recompensa

El psicólogo de la Fundación “Restaurados”, Rodrigo Robles también evaluó el actuar de la ciudanía, separando al grupo de personas que no hacen cuarentena porque no pueden debido a que tienen que trabajar, o deben subsistir de alguna manera, y el resto, que teniendo todas las condiciones para no salir, igualmente lo hace. A las primeras no se les puede cuestionar, pero las segundas “están cometiendo una irresponsabilidad tremenda”. 

Robles explica que en este segundo grupo, las personas, aun conociendo los riesgos, los asumen porque la recompensa, según creen, es mayor. “Ellos toman una decisión emocional, y lo que se hace es evaluar el costo y la recompensa, si yo considero que soy una persona de menos de 40 años y las personas con las que vivo son menores a yo, y si se contagian no va a ser mortal, y que incluso puede ser un resfrío leve, podría arriesgarme a ir a una fiesta con mis amigos, a sabiendas de que me puedo enfermar, pero lo asumo porque quiero ir a esa fiesta”, sostuvo. 

Y claro, tal como lo expresa la epidemióloga Paola Salas, tiene que ver con la edad, y  esa sensación de inmunidad que sienten los adultos jóvenes. ¿Cómo se soluciona esto? Para el psicólogo es difícil cambiar esta conducta, por lo que, tomando en cuenta que no existe una cuarentena total, se debe reforzar la capacidad de empatía y ser coherentes con el discurso. “Hay que ser duros y claros al entregar la información, para que la gente se ponga en el lugar del otro. Aquí las autoridades tienen un rol muy importante en el relato. No puedo llamar a quedarme en casa, pero por otra parte permitir la apertura de un Mall”, aseveró.

Autoridad reitera el llamado

Consultado, el seremi de Salud Alejandro García, reiteró el llamado al autocuidado y seguir las medidas de prevención entregadas el Ministerio de Salud,  como es el distanciamiento social, el lavado de manos y el uso de mascarillas.

“También, es importante que los establecimientos del comercio, servicios y alimentos, implementen debidamente las medidas sanitarias correspondientes, de manera que esto contribuya a disminuir el contagio por Covid-19”. 

Asimismo, García remarcó que se han realizado fiscalizaciones a fin de verificar el cumplimiento de las medidas en los lugares de trabajo,  “y estas van a continuar ejecutándose durante todo el periodo que dure la pandemia”, precisó, insistiendo en que las personas deben salir sólo cuando sea estrictamente necesario. “Hay que evitar los lugares donde existan aglomeraciones de personas. Si debe realizar un trámite el mensaje es que acuda sólo una persona y no todo el grupo familiar, evitando exponer a los niños y los adultos mayores”, concluyó. 

 

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