Familia cuidadora cuenta su experiencia tras acoger a su cuarto niño

Fue a principios del 2016 cuando Natalia renunció a su trabajo porque sintió la necesidad de pasar más tiempo en casa cuidando a sus hijos que en ese entonces eran unos adolescentes. Sin embargo, con los meses sintió que algo debía hacer con su tiempo y coincidió que en un programa de televisión entrevistaron a la modelo Mey Santamaría, quien relató su experiencia como familia cuidadora.

Tras una conversación con su marido, postularon a principios del 2017, fueron llamados a entrevistas y a la evaluación por parte de los profesionales del programa. Fue así que en el mes de noviembre recibieron a una pareja de hermanos mellizos que a la semana de llegados cumplieron los cinco años.

 “Fue una experiencia muy positiva en todos los aspectos” indicó Natalia, quien vio reflejado a sus hijos, también mellizos, y su propia crianza en estos hermanos.

Al principio no fue sencillo, lloraban en las noches, uno de ellos tenía terrores nocturnos y se acordaban de su anterior familia, por lo que las primeras dos semanas fueron las más complejas en el proceso de adaptación.

“Nunca supimos a ciencia cierta si iban a estar con nosotros seis meses o un año, entonces cada semana contaba” agregó la madre sustituta, quien siempre estuvo consciente que la estadía de los niños sería temporal.

La pareja de cinco años se quedó por seis meses con ellos y luego fueron adoptados por una familia definitiva, con quienes viven actualmente.

“Para nosotros, por las características similares de los niños con mis propios mellizos, fue muy doloroso, especialmente para mis hijos, porque fue con ellos que aprendieron a nadar, fue un tema doloroso, lloraron el día de la despedida porque es inevitable, uno se encariña con los niños y nosotros tuvimos que explicarles que nuestro dolor era secundario y acá prima que ellos hayan tenido una familia, por el tiempo que duró”.

Sostuvo que “es un vínculo muy fuerte e imposible de borrar para nosotros”. En un principio pensaron que podrían mantener contacto con ellos en el tiempo, pero se dieron cuenta que no era tan fácil re-vincularse, al menos para los niños y niñas.

“Sentimos que quedamos con esa necesidad de seguir dando amor a otros niños según la necesidad del momento. Fue así que decidimos seguir ayudando”. Fue tan gratificante su experiencia que decidieron permanecer en el programa y a principios del 2019 acogieron a una segunda niña, esta vez un poco más grande, ocho años, quien estuvo con ellos un año y un mes.

Tal como en su primer caso, vivieron un proceso de adaptación algunas semanas y dentro de lo más complejo que les tocó enfrentar fue el tema académico y apoyo en los colegios, ya que la base de conocimientos que tenían era baja en relación al curso donde estaba.

Fue hasta el verano de este 2020 que permaneció con ellos, pero sus ganas de entregar amor continuaron y decidieron acoger por tercera vez, proceso que tardó más de lo normal producto de la pandemia, pero que finalmente se concretó y desde hace algunas semanas que la familia cuenta con nuevo integrante, quien estará por un tiempo de 6 a 18 meses con ellos.

“Somos nosotros quienes hemos ganado más con esta experiencia porque uno se regocija, termina contento, satisfecho conforme que entregaste amor y atención y es muy enriquecedor, hasta que no lo vives no puedes transmitirlo” finalizó Natalia.

Natalia y su marido son parte del Programa Familias de Acogida Especializada (FAE), el que tiene como misión acompañar a niños, niñas y adolescentes que han sido víctima de vulneración de sus derechos, por lo que los Tribunales de Familia los apartan de sus hogares de origen, llegando por algunos meses a estas familias, las que pueden ser extensas, es decir, con vínculo consanguíneo o externas, que no tienen vínculo con el niño, pero que están dispuestos a acogerlo temporalmente.

Constanza Cerda, encargada de reclutamiento y selección de las familias, señaló que estos meses de pandemia se ha visto perjudicada el área de difusión del programa, ya que todos sus espacios eran presenciales, con despliegue en terreno, en colegios, centros comunitarios, entre otros, debiendo adaptarse a efectuarlos de forma remota y con el uso de redes sociales.

“Lo que no se ha visto disminuido ha sido la cantidad de familias interesadas por el programa y por el acompañamiento de familias. Yo creo que la gente ahora tiene más tiempo para pensar en aquellas cosas que anteriormente la rutina les consumía y nunca concretaban. Pero hoy sí, hay mucha gente que escuchó de esto años anteriores y ahora lo ha concretado” precisó Cerda.

El FAE es parte de los programas del Servicio Nacional de Menores, que es ejecutado por la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA), organización dependiente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que desde hace 13 años está en la región  a cargo de estos procesos.

En tanto desde el Sename, su directora regional, Verónica Zárate expresó que “buscamos que los niños y niñas tengan otras alternativas al sistema residencial, porque sabemos que el mejor espacio para el desarrollo de un niño o niña es la familia, ya sea biológica o una familia de acogida externa, donde recibe cariño y cuidados mucho más personalizados. Es por ello que necesitamos que familias de nuestra región se atrevan y se sumen a esta iniciativa de amor”.