Crédito fotografía: 
Juan Carlos Pizarro
No son parte del retail, ni de las grandes cadenas. Los comerciantes del centro de La Serena, muchos de los cuales han colgado banderas blancas en sus locales, han sido probablemente los más perjudicados, producto de los actos vandálicos que se han producido en los últimos días tras las protestas. Más allá de las cifras y las pérdidas, cuentan sus historias de trabajo y su forma de pensar que, contrario a lo que muchos creen, coinciden en que las manifestaciones son legítimas, pero la delincuencia no.

Mucho se ha escrito de lo que pierden económicamente, pero muy poco de lo que piensan. De hecho, cuando colgaron un lienzo con la consigna “La Pymes estamos con Chile, tus demandas son nuestras demandas”, pese a lo literal de lo que expresaban, de inmediato se asoció a que la motivación era el miedo a los destrozos. Algo de aquello pudo haber, resulta natural, sin embargo, les fuimos a preguntar a ellos, a los locatarios del centro de La Serena qué piensan del estallido social, las manifestaciones, más allá de los números.

Más allá de los daños

Las pérdidas han sido cuantiosas. Desde que comenzaron las movilizaciones en la Región de Coquimbo, el día 19 de octubre, un día después que a nivel nacional, los saqueos y destrozos han estado han marcado varias de las marchas, empañando las legítimas demandas de la ciudadanía, según se ha reconocido transversalmente.

En los últimos días el vandalismo parece haber encontrado su foco en el centro de la ciudad de La Serena, y una vez que culminan las manifestaciones pacíficas, los descolgados comienzan a realizar destrozos y generar el caos.

Como resultado de aquello, los pequeños comerciantes deben cerrar sus locales, pero no como siempre lo hacían, sólo bajando las cortinas, sino que además en muchos casos han tenido que poner resguardo extra con protecciones de madera y enrejado.

Hay miedo, cierto, pero no es el único sentimiento que prima en los locatarios. Rechazan el vandalismo y las acciones delictuales, pero en general coinciden en que en algún momento “esto tenía que pasar”, e incluso nos encontramos con muchos que apoyan las movilizaciones y que han salido a marchar. Por lo mismo, no entienden cómo las mismas personas que supuestamente piden un país mejor “para el pueblo” se van en contra de los mismos trabajadores, que han dedicado su vida al emprendimiento.

Las banderas

Los pequeños empresarios se ven afectados por gente que defienden una causa a la que ellos también adhieren, y lo dejan claro. Fue por esta razón que decidieron poner banderas blancas en sus  recintos, por un lado para apoyar las manifestaciones, y por otra parte para que los vándalos que se jactan de tener conciencia social comprendieran que ellos no son el enemigo, sino trabajadores, como ellos mismos, como sus padres, como cualquier chileno.

No hace falta recorrer mucho para encontrarlos. Ellos no son el retail, ni de las grandes cadenas, no tienen seguros en caso de pérdidas o saqueos, y en estos momentos están sacando cuentas para ver cómo pagan rentas y cómo reducir las pérdidas este mes.

José Rodríguez Molina lleva trabajando 18 años en su local de venta de mochilas, bolsos y cartera en calle Balmaceda. Es su único sustento “desde siempre” y gracias a ese negocio ha logrado sacar adelante a su familia y enfrentar de mejor manera la enfermedad de uno de sus hijos. “Lamentablemente a mi hijo menor le dio lupus. Estaba estudiando en la universidad, pero a los 20 años le pasó esto y no pudo seguir. Hoy día yo tengo que hacerme cargo de su tratamiento, que no es barato y sufre crisis permanentemente. Es todo un tema”, relata el trabajador.

Pese a ello, sus otros dos hijos, con mucho esfuerzo, pudieron acceder a la educación superior y hoy día son profesionales, algo que le genera orgullo. “Lo que pasa es que cuando uno es de clase media, no es fácil lograr esto. Y nosotros pudimos, hoy día eso me permite estar más tranquilo, ellos tienen su vida y nosotros estamos enfocados en nuestro negocio y nuestro hijo menor”, precisó.

Respecto de las manifestaciones y al movimiento es categórico. “Estoy totalmente de acuerdo. De hecho mis hijos participan activamente, y si yo pudiera también lo haría. Este país debe cambiar y soy consciente de que hay gente que simplemente no puede vivir con lo que gana en relación a los gastos que tiene. Hay mucha desigualdad”, asegura.

Por lo mismo, hace algunos días, además de la bandera, pegó en las afueras de su local un papelógrafo apoyando la causa, y llamando a los manifestantes a detener su vandalismo y a no destruir lo que tanto les ha costado. “Sentimos que hay poca empatía de los manifestantes violentos y no nos queda otra que pensar que son delincuentes. Porque alguien que está luchando por un país mejor no hace lo que ellos hacen, que es infundir miedo en gente que es igual que ellos, nosotros somos parte del pueblo. Tal vez ellos piensan que nosotros tenemos mucha plata, pero no es así. La mayoría están muy endeudados, y tenemos lo justo para vivir. Estas personas tienen que darse cuenta de ello, por eso las banderas blancas”, expresó.

“Es contraditorio que le roben a los niños”

Carlos Oviedo del local de ropa Caoas, también colgó una especie de banderas. Cuando vio por televisión lo que estaba pasando en el país sintió que se trataba de algo justo, pero cuando le tocó volver a trabajar al centro se sintió algo decepcionado de una facción del movimiento que estaba yéndose en contra de él, alguien que apoya la causa.

“Es contradictorio que les roben a los pequeños”, dice, con algo de desencanto, agregando que hasta ahora, no les han robado, pero que han estado a punto. “Yo sé que la mayoría que se manifiesta lo hace consiente, que muchas son familias, pero hay veces en que llegan personas que sólo toman esto como un pretexto para robar y hacer daño. Le han robado a gente humilde que tiene poco capital y que hoy día está mal. No los entiendo, para mí estas personas deberían estar presas, no manifestándose con la gente decente que quiere que las cosas cambien”, señala.

Consultado respecto a qué es lo que más le indigna, más allá de los vándalos, y que le gustaría cambiar del país es claro. “Creo que la clase política es la que debería irse, toda. Ellos son los que lo han hecho mal. Me molesta mucho que existan sueldos vitalicios para ellos, que a los ex presidentes se les dé una pensión vitalicia. Lo que les pagan a los uniformados que ya están afuera y les siguen pagando sueldos millonarios, cuando a una persona común le pagan 120 lucas de pensión. Eso es lo que más me molesta a mí”, expresa el trabajador.

“Nunca pierden”

Claudia Carreño ha sufrido la crisis como todo microempresario. Ella es la dueña del Café Energía, ubicado en el centro de la ciudad, el mismo que ha sido foco de destrozos. Sin embargo, no deja de encontrarle razón a la gente que está descontenta. “Yo soy bien sincera y apoyo las manifestaciones, lo que no apoyo es el vandalismo, porque esa gente no piensa que al destruir un local, lo que está destruyendo es la fuente laboral de mucha gente”, precisa.

Enfatiza en que “nosotros somos locales chicos” por lo que tienen que hacer el doble de esfuerzo que las grandes empresas. “Pareciera que la gente no distingue y cree que nosotros somos millonarios, pero no es así. Nosotros estamos con las demandas, el modelo de AFP por poner un ejemplo, tiene que cambiar porque es lo más abusivo. Si ganan, ganan ellos, pero si pierden, pierde el trabajador. En el fondo nunca pierden”, explica.

“La farmacia del pueblo”

La Farmacia San Juan, fue una de las primeras en poner la bandera blanca afuera de su local. Se autodenominó la “Farmacia del Pueblo”. La encargada del local, Rebeca Ahumada explica que pusieron la bandera en “apoyo al movimiento y para que los manifestantes también los cuide”. No siempre ha sido así, y eso le molesta. “Hemos visto como, lamentablemente, sobre todo en los últimos días, cómo la violencia ha sido más grande que otras veces y eso es una pena, porque cuando tiran una piedra no piensan en que hay gente adentro, trabajadores que podrían ser sus padres, o sus hermanos”, relata.

Aunque asegura que a ellos, no les ha pasado nada, pero solidarizan con quienes sí han tenido problemas. Coincide en que “las manifestaciones son válidas, pero los actos de vandalismo no. La mayoría de las personas de acá somos gente de esfuerzo, yo misma estudié con becas y un fondo solidario que todavía estoy pagando, entonces, es incongruente que se vuelquen contra nosotros”, precisó Rebeca, quien como todos en el centro de la ciudad, espera que las acciones vandálicas no continúen.

 

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