• Al costado derecho del lienzo del Dram Chaser, Cristian Cortes (polera gris) se muestra junto a su equipo de trabajo en Sierra Nevada Corporation.
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Cristian Cortés estudió ingeniería civil mecánica en la Universidad de La Serena y a 20 años de llegar a Norteamérica, mira su trayectoria y no se arrepiente de haber partido de su país para buscar nuevos horizontes. Dedicado a la aeronáutica, llegó a trabajar a una de las empresas que prestan servicios a la NASA, donde realiza análisis estructural. Su nuevo proyecto es el Space Launch System, cohete que pondrá a la cápsula Orion en órbita del satélite natural.

Antes de entrar a la universidad, Cristian Cortes tenía claro que quería ser ingeniero y, luego de analizar todas las posibilidades, decidió que la mejor opción sería la mecánica. “Había mucha ciencia y matemáticas, eso me gustaba mucho”, asegura, por lo que no le fue difícil para él mostrar un buen rendimiento y prepararse para el mundo laboral.

Se graduó en 1999 de la Universidad de La Serena y comenzó de inmediato a buscar sus propios rumbos en la vida, algo que no demoró encontrar. Siempre quiso aprender inglés, le llamaba la atención cada vez que escuchaba conversaciones este idioma y, sin pensarlo mucho, decidió partir a Estados Unidos a aprender a hablarlo con fluidez.

Con el apoyo total de sus papás, Cristian hizo sus maletas y partió hace ya más de dos décadas. “Tengo una muy buena relación con mis padres, pero nunca fui tan apegado a ellos, o al país. Me apoyaron en todo lo que quería hacer”, declara. Así es como a fines de año el chileno llegó a Norteamérica, donde se quedó para siempre.

Encontrar trabajo fue complicado al principio, reconoce Cristian, sobre todo sin experiencia laboral, pero “como buen chileno, empecé a rebuscármelas”, afirma. Tras cursar un master en ingeniería mecánica en la San Diego State University, comenzó a buscar trabajo, hasta encontrar su primera oportunidad laboral: diseñar sillas de avión, una labor con “mucha más ciencia” de la que comúnmente se piensa, sostiene.

Cristian estaba encargado de verificar que la creación pasara con todas las medidas de seguridad desde la etapa de diseño a la de construcción, uno de los aspectos más importantes en la aeronáutica civil. Estuvo poco más de un año en ese empleo, cuando ocurrió el atentado a las Torres Gemelas, que casi se lleva sus sueños.

“Me quedé desempleado y nuevamente fue muy difícil encontrar trabajo. Pero lo logré, encontré empleo en otra empresa, haciendo lo mismo. Me quedé y poco a poco fui ganando experiencia. Desde entonces ya no paré”, relata en contacto telefónico con El Día.

Alzando el vuelo

Cuando mira hacia atrás, Cristian no se arrepiente del camino que tomó. Ya con esposa e hijos, y una vida formada en el país que le abrió las puertas, puede decir que ha cumplido el sueño americano. Pero su sueño no tiene límites, no por lo menos en el planeta Tierra, ya que hace unos tres años encontró su lugar definitivo en el mundo de la aeronáutica espacial.

Desde 2017, Cristian Cortés trabaja en Sierra Nevada Corp. una empresa ubicada en el estado de Colorado –donde vive actualmente-, que brinda servicios a la NASA. “En esencia, el trabajo es muy parecido al diseño de sillas de aviones”, sostiene. Sin embargo, esta vez sus creaciones no solo cruzan el cielo, sino que lo atraviesan, para llegar a la Estación Espacial Internacional.

Durante estos tres años ha estado trabajando en el “Dream Chaser Spaceplane” un transbordador que transporta carga entre la tierra y el espacio. Su empleo lo mantiene bastante motivado, sobre todo ahora que está por comenzar el proyecto de sus sueños: la construcción un cohete que busca facilitar la explotación humana más allá de La Tierra.

Se trata del Space Launch System (SLS), una nave espacial que, según la NASA, es la única capaz de enviar astronautas a la Luna. El cohete puede dar a Orion, una cápsula espacial que Estados Unidos planea llevar hasta el satélite, una velocidad de al menos 24,500 mph, los necesarios para irrumpir la órbita de la tierra y llegar a destino.

 “Nunca pensé llegar tan lejos. Me siento muy bien con mi carrera en este momento, por lo que he logrado hacer y en los proyectos que he trabajado. Si me hubiese preguntado de niño, es algo con lo que siempre soñé, pero no pensé que se llegara a concretar”, señala Cristian.

Para el ingeniero, tres son las claves detrás de su éxito: “perseverancia, honestidad e integridad”. Desde su casa en Erie, 25 minutos al norte de Denver, el profesional afirma que “uno tiene que ser firme” al momento de luchar por sus sueños. “No me arrepiento de haberme separado de mi familia, porque la experiencia que he adquirido, las vivencias que he ganado y las personas que he conocido, no las cambiaría por nada”, agrega.

Una buena base

Cristian le atribuye gran parte de su éxito a lo aprendido en la Universidad de La Serena y afirma que los profesionales chilenos no tienen nada que envidiar a los norteamericanos. “La educación que recibí en la ULS fue excelente. Cuando estudié mi master se me hizo muy fácil y estoy seguro de que la educación todavía es tan buena como la que recibí yo. Un ingeniero chileno perfectamente puede hacer lo que yo estoy haciendo ahora”, señala.

 Sin embargo, identifica como principal barrera el bajo nivel de inglés. “En eso fallamos un poco. La gente no tiene interés de aprender inglés, nunca se le ha dado toda la importancia que tiene. Si los estudiantes chilenos pudieran aprender este idioma se les haría todo más fácil, porque los conocimientos los tenemos, la ingeniería chilena es buena”.

Otro gran paso para la humanidad

¿Qué tan cercanos está Estados Unidos de enviar nuevamente un hombre a la luna? El mecánico lo explica. “Estamos muy cercanos. De hecho está proyectado que para el 2024 va a volver el hombre a la luna”, indica Cristian Cortés.

“En los años 60, más que una carrera espacial era una carrera política contra la Unión Soviética. Luego de eso fuimos muchas veces, pero ya no tenía sentido hacer la misma hazaña. Sin embargo, hay nuevamente una inquietud de volver a la luna, la industria espacial ha tenido un nuevo boom y ahora es más barato y eficiente. La NASA ahora subcontrata compañías privadas para hacer el trabajo, como en la que estoy yo”, explica.

 

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