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Un estudio a nivel nacional concluyó que la intención de los extranjeros, tanto de nacionalizarse como de continuar en Chile, había disminuido producto de la inestabilidad tras el estallido social. No existen cifras regionales, pero conocimos las historias de tres migrantes –un peruano, un haitiano, y una venezolana- pertenecientes a colectividades quienes contaron sus historias y el por qué en su momento eligieron este país para vivir. Admiten que el escenario ha cambiado, y que hoy día no sienten la seguridad que sentían antes del 18 de octubre.

Hasta hace poco más de un mes y medio Chile era visto como un país modelo. Según el sociólogo de la Universidad Central, Nicolás Pérez, los receptores de migrantes por excelencia de la región, el lugar donde todos querían llegar a vivir. Sin embargo, la realidad ha cambiado tras el estallido social. De acuerdo a un estudio, tras la crisis, la intensión de los extranjeros en nacionalizarse bajó de un 42,5% a 31,6%, y en la misma línea, la proyección de mantenerse en el país descendió de un de 44% a 35,3%.

Pese a que no hay cifras a nivel regional, tomamos el pulso de cómo las comunidades de inmigrantes han vivido esta crisis, y en todos los casos, la opción de irse del territorio está tomando fuerza.

“Ya nada es como antes”

Carlos Marino vive hace 20 años en Chile, y hoy preside la Agrupación de colectividades extranjeras de la región. Llegó al país proveniente de Perú, invitado a un encuentro de ortopedia, y al ver la falta de especialistas en ese rubro decidió quedarse trabajando en La Serena.

Estuvo durante un año luchando por alcanzar la estabilidad solo, y ya cuando logró cierta tranquilidad, pudo traer a su esposa y a sus dos hijas. Ha tenido altos y bajos durante su estadía, pero en general la califica como “maravillosa” ya que aquí logró realizarse como profesional e instalar su propia clínica de atención ortopédica. “Pudimos ayudar a las personas con discapacidad, antes de que la Teletón llegara acá”, precisa.

Buscando la estabilidad

Por esos años, antes de migrar, Perú vivía tiempos complejos, según Carlos. “Alan García había dejado al país totalmente endeudado, y después con Fujimori no cambió demasiado. Mucha corrupción y comenzaba a entrar el terrorismo, por lo mismo había mucha migración a muchos países del mundo”, recuerda el ortopedista. Y por eso, llegar a Chile y particularmente a La Serena fue como “llegar a otro planeta”.

Se trataba, sin duda, del país más ordenado de Latinoamérica. “Lo que uno veía desde afuera en ese tiempo, y hasta hace dos meses, era una sociedad tranquila y ordenada, con gente amigable en general, y también lo de Carabineros era un tema, porque en la mayoría de los países de la región, las policías son abiertamente corruptas, y aquí no era así. Bueno, al menos en esos años, entonces, pensé que era la mejor opción”, relata.

Un cambio radical 

Admite que desde el 18 de octubre, desde que comenzó el estallido social, y a medida que fue avanzando, su percepción ha cambiado. No está en desacuerdo con las demandas sociales, pero el tenor violento que fue tomando una sociedad que para él era “ejemplar” lo ha sorprendido

. “Hay muchas cosas que no estaban bien, como las AFP, y todo el sistema de Salud, cosas que había que cambiar, porque existen demandas justas, pero estamos consternados con el hecho de que un estallido social legítimo se transforme en rencillas políticas y actos vandálicos que yo no había visto nunca en mi vida”, contó Carlos Marino.

A él también le tocó ser víctima de los saqueos. Su local donde presta servicios y comercializa productos ortopédicos, fue saqueado y perdió buena parte de su capital. “Nosotros no tenemos una gran empresa, y el primer día en que se levantó el toque de queda entraron los encapuchados. Se llevaron cosas y destrozaron otras”.

Consultado respecto a si esta situación no lo ha llevado a replantearse su estadía en el país, asegura que es algo que ha conversado con su familia, y lo están evaluando. “Han pasado muchas cosas. Hemos visto mermada nuestra fuente laboral, tenemos que pagar muchas cosas y las cuentas no están dando. Evidentemente que he pensado en irme, y he sabido de muchos extranjeros que pertenecen a nuestra agrupación que se están regresando, por problemas de salud, por el miedo ya que no ven una salida a lo que está pasando y tienen miedo de lo que venga”, precisó el presidente de las Agrupación de colectividades extranjeras.

“Con Chile siempre”

Pero la historia de Carlos no es la única de personas que vinieron al país en busca de la paz y han tenido que enfrentarse a una situación que nunca se esperaron. El haitiano Romeo Gabaub, de 52 años, llegó a Chile hace seis años luego de vivir situaciones muy complejas en su país natal del cual dice, “siempre está en crisis”.

Abogado de profesión, tuvo que salir de Haití porque estaba ejerciendo en el área de la defensa de Derechos Humanos, y, según cuenta, “fue perseguido” también en el contexto de una terrible agitación social, sumado a la extrema pobreza. Primero emigró a Santo Domingo (República Dominicana) donde logró formar una familia. Conoció a su esposa y tuvo hijos, pero su mujer tuvo que salir del país por motivos laborales y Romeo se vino a Chile junto a ella.

Eran los tiempos en que la población haitiana llegaba masivamente al territorio nacional, precisamente debido a la crisis social de ese país, por lo que a Romeo no le costó mucho acostumbrarse a Chile, de hecho, encontró a muchos de sus compatriotas, lo que le facilitó las cosas.

Consiguió trabajo rápidamente en el Cesfam de Tierras Blancas, como traductor, y se convirtió en un líder para los demás haitianos residentes.

Cuando vino la crisis, también lo tomó por sorpresa, por dos motivos. Primero, porque no se esperaba que una sociedad tranquila como la chilena se levantara de esta manera para exigir sus demandas, y en segundo lugar, descubrió cosas que no sabía del país al que había llegado.

“Uno como es extranjero a veces no ve cosas, porque no se muestran, con lo que las personas empezaron a gritar en la calle yo me fui interiorizando de las  desigualdades que existen y de las injusticias, muchos abusos y al final uno termina entendiendo por qué hay tanta rabia, y los más perjudicados son la clase media y la clase más pobre”, precisó Gabaub.

¿Emigrar nuevamente?

Romeo ha analizado el tema de partir en busca de nuevos rumbos dada la inestabilidad que de un momento a otro se tomó el país, sin embargo, ha llegado a la conclusión de que no se irá. “No pienso volver por lo que está pasando. Vamos a estar junto a los chilenos hasta que se calme la situación”, indica. Eso sí, admite que muchos de sus compatriotas sí han manifestado la intención de buscar otros rumbos, sobre todo porque las fuentes laborales de los haitianos se han visto mermadas.

 “Hasta hace poco era más fácil encontrar un trabajo, pero ahora el tema se está haciendo complicado. Es muy difícil, las empresas no están produciendo entonces están requiriendo menos mano de obra que son los trabajos que generalmente desarrollan mis compatriotas. Entonces, no sé hasta cuándo puedan resistir, por eso más de alguno ha pensado en irse”, especificó.

Hace una reflexión y asegura que no le complica la agitación social, lo que le complica es que “no se escuchen las demandas de la gente. Nosotros, la mayoría estamos con esas demandas, porque también nos sentimos parte chilenos”, concluyó.

Miedo latente

Laura Guedez es una inmigrante venezolana que admite que vive con miedo desde el 18 de octubre, y teme que suceda lo mismo que en su país de origen. Relata que decidió salir porque las condiciones que se vivían en Venezuela, según ella, eran precarias. “No se conseguían las medicinas, teníamos un gobierno dictatorial, y además los productos de primera necesidad como los alimentos, desaparecieron”, cuenta Laura.

Fue hace cuatro años cuando tomó la decisión. Evaluó los países que estaban mejor posicionados en América Latina y no tuvo dudas, Chile debía ser el destino. Tomó sus maletas, dejó a sus hijos con familiares y se vino en busca de sus sueños. Al cabo de unos meses ya había conseguido un trabajo estable en una conocida cadena de gimnasios y pudo traer a sus pequeños, su madre, su hermana y sus sobrinos.

“Nos vinimos todos. En total somos nueve personas de la  familia los que estamos aquí desde hace unos cuatro años. Elegimos acá, porque aquí era como el sueño americano, con una economía estable, un lugar tranquilo, con poca delincuencia en comparación a Venezuela, porque allá sí que es peligroso, uno sabe a qué hora sale de su casa, pero no sabe a qué hora regresa. Había muchos asaltos”, indicó.

Un déjà vu

Para la venezolana lo que está pasando es un deja vu de lo que pasó en su país bajo el gobierno de Hugo Chávez, y posteriormente con Maduro. “Lo que está pasando en Chile ahora se está pareciendo a lo que ya vivimos nosotros. Los atropellos, los abusos, la violencia. No ha llegado al punto de desaparecer la mercadería como tal, pero si esto sigue así el país se va a desestabilizar, porque una cosa de la que nos hemos dado cuenta los venezolanos es que el peso chileno se ha devaluado en comparación con el dólar, y esa fue una de las primeras señales económicas que experimentó nuestro país para llegar a la realidad que hoy se vive”, relató Laura Guedez.

Confiesa que el concepto de Asamblea Constituyente, “le da terror” ya que “es un modelo fracasado que lo que trae es ruina. Por lo mismo, ya hay varios compatriotas que han empezado a huir de Chile. Algunos se han ido para España, Brasil, o Uruguay. En mi caso también lo estoy pensando, porque vivir lo mismo no es fácil”, finalizó.

Un fenómeno social

El sociólogo de la Universidad Central, Nicolás Pérez, explicó que en el mundo existen países emisores de migración y receptores, en este contexto, Chile siempre fue un país receptor, pero la situación ha cambiado. “Chile era un lugar atrayente para los países emisores de migrantes dada la estabilidad política y la proyección de estabilidad económica y de progreso económico. Se proyectaba la imagen de un país modelo, pero que en el transcurso de estos más de 50 días eso se ha ido diluyendo. Entonces, esa proyección, no existe”, asevera.

En esa línea no le extraña que existan extranjeros que pretendan irse y tampoco descarta que en algún minuto Chile se pueda transformar en un país emisor de migrantes. “Se ha visto inestabilidad, lo que los extranjeros ven como algo muy parecido a lo que pasaba en los países de los cuales ellos se fueron (…) Respecto a los mismos chilenos y que decidan irse, no se puede descartar nada, pero tampoco existe evidencia sólida como para afirmar de que algo así pueda suceder. Pero si se agrava la situación pueden existir desplazamientos de la población chilena, pero de las clases altas de la sociedad”, explicó.

 

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