Cinco meses desde el primer contagio en la zona, y 21 días de cuarentena total en la conurbación. Aun así, pareciera ser que la pandemia no da tregua. Pese a que la movilidad debiese haber disminuido con la medida restrictiva, la cifra de contagios diarios sigue siendo preocupante, y ayer, por ejemplo, se sumaron 101 más de los cuales 37 corresponden a Coquimbo y 21 a La Serena, los números más altos, paradojalmente en las comunas donde se mantiene el confinamiento total obligatorio.
El caos
Las explicaciones son muchas pero existe consenso en que una palabra define en particular lo que ocurrió la mañana de ayer en la capital regional: caos.
Filas interminables en las entidades bancarias y en las sucursales de las AFP (ver página 8) Vehículos haciendo taco en pleno centro, y familias completas (con niños incluidos) recorriendo las calles, quién sabe para qué, eran parte de la postal que Diario El Día constató in situ, durante el matinal Abriendo El Día (de El Día TV), donde hicimos un recorrido por las arterias que francamente, estaban colapsadas, pese al esfuerzo de los fiscalizadores que también se movían de un lado a otro, intentando mantener el orden y que las personas guardaran la distancia social. No en todos era posible.
¿Perdiendo el miedo?
Nelson Eduardo Vásquez era uno de los que se encontraba haciendo fila en la sucursal de su AFP desde las seis de la mañana. Él mismo estaba impresionado por la cantidad de gente, y entendía que su presencia era parte del problema, sin embargo, expresó que en su caso no le quedó otra alternativa, ya que dijo, el sistema no había funcionado. “He tenido problemas, porque se supone que ya se supone que se me depositó el 10%, pero no lo he recibido. Me dijeron que era un problema del Registro Civil, no sé, ahora vamos a ver. Tengo que venir de manera presencial porque en línea no resulta, es muy lento”, aseveró, quien tuvo que trasladarse desde Coquimbo.
Su caso es un ejemplo del por qué existe una circulación de personas tan grande en plena cuarentena, y es uno de los más entendibles. Claro, en otras situaciones la presencia de personas en la calle no se justificaba pese a tener los permisos correspondientes, ya que, tal como lo consigna el general Jorge Tobar, Jefe de la IV Zona policial, “los estaban mal utilizando”, y lo mismo ocurrió durante todo el fin de semana.
¿La gente le habrá perdido el miedo al Covid?, ¿qué pasa por las mentes de las personas de la conurbación que no están tomando conciencia? Para el psicólogo clínico Gustavo Fierro, existe algo de aquello, y ciertamente tras más de 20 días la comunidad se relajó, pero sin fundamentos contundentes para ello. “Las personas han generado una confianza por la disminución en el número de contagios a nivel nacional y por eso tienden a generalizar que lo mismo ocurre en nuestra región, y no es así”, aseveró el profesional.
Por otra parte, sostuvo que en muchos casos, no se logra empatizar porque la pandemia no los ha tocado de cerca. “Al no haber vivido el contagio de forma directa, entonces creen que jamás les podría ocurrir a ellos, por una cuestión mental, no desarrollan esa empatía”, especificó.
Una visión sociológica
El sociólogo de la Universidad Central, Nicolás Pérez, también ve el tema con preocupación, pero no le sorprende, ya que, afirma, este comportamiento tiene directa relación con nuestra idiosincrasia, pues si bien hay personas que están saliendo a realizar trámites necesarios, otro grupo simplemente no hace caso. “Creo que esto es el reflejo de lo que somos, una sociedad consumista, que opera bajo esa lógica. Ven el acto de consumir como un acto de libertad, y ahora al verse con dinero por los fondos de las AFP, claro, lo primero que realizan son compras, y ahí se les olvida el contexto, porque la naturaleza nuestra es esa, individualista”, manifestó.
Pérez no es optimista y enfatiza en que el confinamiento efectivo es insostenible, y poco probable que funcione. Las personas ya están con un desgaste emocional importante y el encierro, según el sociólogo, sería muy difícil de mantener ya que las personas buscarían la forma de evadir el control o encontrar subterfugios para vulnerar el sistema. “Estamos frente a la suma de todos los males que confabulan para que las personas no hagan caso. Por un lado el consumismo, y por otra parte la necesidad de relacionarse. Y a esto último se suma la falta de cultura cívica y el poco respeto hacia la autoridad que existe, tras el estallido social. Es imposible soslayar el hecho de que las instituciones más cuestionadas en su momento, hoy te estén diciendo qué hacer, la gente no confía y eso repercute en que tengan este comportamiento”, precisó el sociólogo.
Comunicar el riesgo
La doctora en Salud Pública y epidemióloga de la Universidad de La Serena Paola Salas, también se pregunta, para qué estamos realizando la cuarentena si la gente no hace caso. Tiene claro que la circulación del virus no se ha detenido ni disminuido y las personas se contagian de igual manera en el negocio de la esquina o mientras realizan las largas filas en los supermercados, en las farmacias, en los mismos bancos o en las AFP. “Esto no está los suficientemente restringido como para evitar el contagio comunitario, que se sigue produciendo pese al confinamiento, porque las personas no se están quedando en sus casas”, puntualizó.
De igual forma, insistió en que este comportamiento ciudadano, se debe a que todavía no se comunican las cifras de una manera tal que la comunidad tome conciencia de los riesgos y peligros. “De pronto se enfatiza en que se ha bajado la positividad de la PCR, que es uno de los indicadores para terminar la cuarentena, pero no informo con tanta fuerza los números que son malos. Ahí se genera una falsa sensación de seguridad, porque se contradice con que los casos no bajan, sobre todo los activos, que es lo más preocupante”, dijo Salas.
La doctora además entregó datos que grafican que la tasa de mortalidad sobre todo en el mes de julio se ha disparado respecto a los años anteriores, en relación a fallecidos por enfermedades respiratorias. “Te pongo el ejemplo a nivel regional: en julio del 2018 hubo 65 muertes, en el mismo mes del 2019 hubo 60, y este año en julio tuvimos 102. Estas cifras son del Deis, pero no se informan, y obviamente que hacen que la gente se sienta tranquila, y no pues, no podemos relajarnos”, finalizó la especialista.