• Fotografía de archivo
Crédito fotografía: 
Andrea Cantillanes
Mayor gasto y segregación social son algunos de los puntos de vista de diversas comunidades educativas como Centros de Padres y Apoderados de la región frente a la discusión de evitar el uniforme en los estudiantes en el 2021.

Hace unos días se conoció la intención de eliminar la exigencia de uniforme escolar en los distintos establecimientos educacionales del país. A pesar de no ser una medida nueva en la discusión pública, la diputada Cristina Girardi (PPD),  propone un proyecto de ley que tiene como objetivo entregar ayuda a las familias chilenas, mitigando de cierta forma los efectos económicos que trae la pandemia del COVID-19, y así generar un ahorro en la compra de esta indumentaria para el año 2021.

En concreto, el proyecto de ley establece que los establecimientos educacionales en el año 2021 no podrán obligar a los estudiantes a usar uniformes escolares como indumentaria distintiva.

Las opiniones en las comunidades educativas son divididas; unos apoyan la moción, mientras que otros consideran que esta iniciativa vendría a generar más gasto de lo planificado. Algunos de los motivos, según explica Gloria Gallardo, presidenta del Centro de Padres del Liceo Bicentenario Alejandro Álvarez Jofré de Ovalle, es que, “esto generará discriminación entre los niños. Esto porque se van fijar quién anda con la misma ropa o no usan de marca. En simples palabras los gastos aumentarían considerando estos casos“.

Diego Rojas, presidente del Centro de Padres y Apoderados del Colegio Andrés Bello Pampa de La Serena, considera que el desgaste económico se vive desde cualquier perspectiva. “Independientemente sea para un gasto en el uniforme de un colegio, para el buzo o ropa de calle. Mucha gente indica que mandar a los niños con uniforme al colegio es un gasto importante en marzo. En realidad, es un consumo que hay que hacerlo porque de alguna forma los niños tienen que vestirse“.

Ante la propuesta de ley, Rojas sostiene que, “la ventaja del uniforme elimina las diferencias adquisitivas que en realidad, son más abismante en los cursos más grandes, son más pretenciosos y quieren lucir distintas cosas”.

Por otro lado, Ricardo Thompson, tiene dos hijos en el Colegio Sagrados Corazones de La Serena; Francisca en 2do Medio y Renato en 5to Básico. Su visión apunta a que los uniformes “ya están obsoletos”.

Para Thomson la relevancia de la vestimenta es la base del contenido educativo de los niños, niñas y adolescentes, no es necesario para su desarrollo. “Lo importante es lo que aprendan en las aulas, nada más. No me da problema que aprueben el proyecto, pero lo que sí -saliendo del terreno personal-, deben haber muchas familias que ven el uniforme como una alternativa más económica tras el día a día del niño en el colegio”, explica el apoderado y miembro del Centro de Padres.

En la misma línea se encuentra Mariana Luengo, apoderada y presidenta de la comunidad educativa del Colegio Calasanz de Tierras Blancas. Ella es madre de cuatro hijos. De ellos, solo uno asiste al colegio. Para Mariana esta iniciativa viene a solucionar los gastos extra que se generan en la educación. “Cuando uno tiene muchos hijos, el costo del uniforme es súper caro. La comodidad tampoco es una opción, ya que muchas veces los estudiantes deben llevar adicionalmente el buzo cuando tienen talleres o educación física, cambiarse y luego ocupar nuevamente el uniforme”, explica Luengo.

 

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