• Don Orlando (75) no sabe qué pasará con su futuro laboral. Sabe que debe cuidarse de la pandemia, pero la incertidumbre no lo deja tranquilo.
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Lautaro Carmona
La crisis sanitaria ha desnudado otra problemática social latente, y tiene que ver con la gran cantidad de personas mayores de 75 años que trabaja de manera formal e informal, porque reciben pensiones precarias, y deben generar recursos para subsistir. Debido al confinamiento obligatorio, este grupo etario no puede salir de sus casas quedando atados de manos. ¿El resultado? La incertidumbre de no saber si perderán sus empleos, o, en el caso de independientes, si lograrán salvar sus negocios. Eso sí, existe consenso en que la vida es lo primero y la medida debe respetarse.

Para ellos no hay excepciones ni salvoconductos. Además de tener que lidiar con el peligro de contagiarse con la pandemia y sufrir el peor de los efectos al ser el grupo de mayor riesgo, deben enfrentar, en buena parte de los casos la soledad, la angustia, la precariedad económica que se ve agudizada en medio de la crisis sanitaria, y una cuarentena total. 

Se trata de los adultos mayores, cuya salud está siendo resguardada de manera estricta por la autoridad. De hecho, desde la semana pasada quienes tengan más de 75 años no pueden salir a la calle, como medida preventiva en medio del Covid-19. 

Esto, como todo, tiene dos visiones. Evidentemente que desde el punto de vista sanitario es valorado, ya que no se están exponiendo al coronavirus. Así lo explica el Coordinador regional de Senama, Pablo Elgueta. “Ha medida que esto ha ido avanzando se ha implementado la cuarentena preventiva obligatoria para los mayores de 75 años, por lo que se deben quedar en sus casas, no salir porque son el grupo más vulnerable. Nosotros como Senama estamos brindando apoyos, como el fono para el adulto mayor que sirve para dar contención, pero también para dar cualquier tipo de asesoría durante todo el día”, especificó. 

“Era necesario”

Coincide con el director del Senama, Sonia Rivera, de 75 años, quien forma parte de la directiva de la Unión Comunal del Adulto Mayor de La Serena. Para ella la medida ha sido difícil, pero está convencida de que hay que acatarla ya que es la única forma de protegerse. De hecho, Sonia inició su confinamiento de manera voluntaria desde que se conoció el primer caso en la zona, en el mes de marzo, resignando incluso ingresos que percibía por trabajos esporádicos. “Esta peste no se la esperaba nadie, pero todos tenemos que poner de nuestra parte para solucionar el problema. Yo veo que hay mucha irresponsabilidad. He salido a la calle sólo dos veces en los últimos meses para cobrar mi pensión y no se respeta la distancia social, la gente anda en el centro haciendo cosas innecesarias y para qué decirte el comercio ambulante, que se salió de control. Andan sin mascarilla y nadie hace nada”, critica, desde la puerta de su domicilio en donde vive con sus perros en calle Colón con Justo Donoso. 

Pone el acento en que, “las personas ya no hicieron caso por la buena”, así que ahora es necesario que se impongan estas medidas más restrictivas. Eso sí, reconoce que en su caso, el asunto no es tan complejo como para otros adultos mayores que  viven solos y no tienen una red como para mantenerse y lograr subsistir. “Yo tengo a mi hijo que viene seguido, me hace las compras y sé que va estar ahí en caso de que me falte algo, pero, claro, hay otras realidades. Ahora, ahí se tienen que buscar alternativas, apelar a la solidaridad de gente que vive cerca, apoyarnos entre todos. En el fondo, ser solidarios”, sostiene la mujer, convencida. 

La otra cara

Pero también existen efectos no deseados debido a esta cuarentena. Cierto, la salud se antepone, pero inevitablemente algunos adultos mayores, en lo inmediato, están experimentando problemas. Se trata fundamentalmente de los que trabajan, o trabajaban, antes de tener que confinarse y que ahora no han podido generar los recursos con los contaban mes a mes para mantenerse. Un ejemplo de ello es “don Raúl”, quien labora en una Parcela en San Ramón. Tiene 78 años y se siente “como roble”, y de hecho él mismo cultiva una o dos hectáreas de papas, las que debe ir a regar, y cuidar para poder cosechar. Pero desde que se decretó el confinamiento no ha podido acudir al lugar y lamentablemente podría perderlo todo. 

Y existen más casos. Don Orlando Pastén Araya tiene justamente 75 años, y desde el 2017 que trabaja contratado como conserje en un edificio del  centro de La Serena. Se enteró por las redes sociales de la noticia que la cuarentena obligatoria se había rebajado de los 80 a los 75, en todo el país. “Yo me vi muy sorprendido y con muchas dudas, porque al principio no entendía muy bien lo que se estaba estableciendo. No sabía si se iban a hacer excepciones para los que trabajamos, etc… Pero bueno, supuse que sí, porque de lo contrario la administración del edificio hubiese tomado contacto conmigo antes”, cuenta Orlando, sentando en su sillón, en el domicilio que habita solo en calle Lautaro de la capital regional. 

Siguió su vida normal, y se presentó a trabajar como de costumbre, hasta que el día viernes su jefatura lo llamó a una reunión para darle aviso que desde la semana siguiente no podría continuar. “Fueron muy precisos y me dijeron que debido a las nuevas disposiciones del Ministerio de Salud, yo a contar del lunes debía quedarme en mi casa”. 

Se lo tomó bien, pero asegura, continúa con la incertidumbre. “Lo que pasa es que no sé, y no me precisaron si los días que yo no trabaje me serán descontados, porque no puedo vivir sin esa plata. Si yo estoy trabajando es porque tengo necesidad, evidentemente, y eso es lo que nadie me ha aclarado porque no sé qué va a pasar conmigo, ni cuánto va a durar esto”, expresó. 

Sin beneficios

El hombre asegura no recibir ningún tipo de beneficio, debido a que no le da el puntaje en su ficha social, “por tener un refrigerador, una tele y por tener un sueldo, lo que es un contrasentido, porque yo trabajo porque no tengo recursos, y por trabajar, se me impide recibir beneficios estatales”, aseveró Orlando Pastén, agregando que “alguien debe hacerse cargo de nosotros si no podemos trabajar. En este caso debería ser el Estado, porque las empresas se ven obligadas a mandarnos para la casa, y en una situación como la mía es muy complicado”, manifestó. 

“Tiempos de solidaridad” 

Consultado respecto a la situación laboral de adultos mayores como “don Raúl” y Orlando Pastén, desde la Seremí del Trabajo y Previsión Social, indicaron que como Ministerio “sólo se vinculan a los trabajadores formales con relación laboral”. En esa línea, casos como los de “don Raúl” no entrarían en su rango de acción. 

Respecto a la decisión adoptada, el Seremi Matías Villalobos, remarcó que  es por el bien de las personas e hizo un llamado a los empleadores para que los trabajadores de la tercera edad puedan realizar una cuarentena segura. “En época de pandemia como la que vivimos actualmente es importante la solidaridad, el apoyo entre familias y de la sociedad en general. Por eso que en el caso de adultos mayores que por diferentes motivos hayan tenido que optar por un trabajo complementario a su pensión, como Ministerio del Trabajo estamos haciendo un llamado a los empleadores a entregar las facilidades para que puedan cumplir esta cuarentena de forma tranquila, segura y que no signifique un menoscabo en su actual situación”, expresó. 

De igual  forma, puso el acento en que el gobierno ha comprometido el acompañamiento a los ciudadanos que más lo necesiten, y “con un compromiso mucho más alto con los adultos mayores de la sociedad. De ser requerido, estaremos brindando apoyo social y orientación legal cuando sea necesario”, finalizó. 

“Sentimientos encontrados”

La encargada del departamento del adulto mayor del municipio de La Serena, Alejandra Rojo, expresó que si bien la medida es necesaria para proteger a este grupo etario, entiende que existen situaciones en las que se verán perjudicados, por lo que la situación le produce sentimientos encontrados. “La verdad es que de partida, en este país un adulto mayor de 75 años no debería estar trabajando, pero lamentablemente tenemos esa realidad, trabajan porque no les alcanza. Y en este caso, los que debiesen hacerse responsables son los empleadores que deben ser empáticos, porque no es una cosa antojadiza de que no quieran trabajar, es una medida sanitaria a nivel nacional y hay que respetarla”, indicó. 

En relación a los que realizan empleos informales o por cuenta propia, Rojo manifestó que ahí la ayuda a nivel estatal,  y, en la medida de lo posible por parte de los municipios, juega un rol clave. “Aquí no hay excepciones, simplemente no pueden salir. Ahí ellos se tienen que mantener con la pensión, que sabemos que es baja, y por lo mismo las autoridades deben apuntar hacia allí. En nuestro caso, en La Serena estamos haciendo visitas domiciliarias a los que están confinados, y constatando que no les falte nada”, precisó. 

Fiscalizaciones

Uno de las entidades encargadas de fiscalizar la cuarentena total para los mayores de 75 años es Carabineros. En ese sentido, el general Jorge Tobar, jefe de la IV Zona policial manifestó que hasta el momento la normativa se ha acatado, ya que no registran infracciones, y espera que esto se mantenga. “La persona que infrinja la norma ciertamente se vería sujeta a una denuncia, que es algo que como institución debemos hacer. Ahora, en este caso, la prioridad y lo que hacemos nosotros es resguardar al adulto mayor y dirigirlo a su domicilio lo antes posible”, puntualizó la autoridad policial. 

De todas formas, Tobar indicó que aquí se hacía fundamental el rol solidario de quienes rodean a estas personas. “Es fundamental que se les ayude, por ejemplo, en cosas tan básicas como el tema de ir a comprar. Necesariamente, para que esto funcione tiene que haber una conciencia solidaria”, finalizó.

 

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