• FOTO 1: El Colegio Pablo Neruda de Pan de Azúcar se llenó de globos blancos para recordar al pequeño Francisco Javier Rojas.
  • FOTO 2: En la imagen, Luciano, familiar y amigo del menor, y la mascota, “Camello”, el perro que siempre lo acompañaba.
  • FOTO 3: Francisco Javier vistiendo de corto. El menor era amante del fútbol y defendió varios equipos.
Crédito fotografía: 
Lautaro Carmona
La muerte del adolescente Francisco Javier Rojas, generó impacto en el Colegio Pablo Neruda donde estudiaba hace dos años, y su director descarta de plano que haya tenido algún problema con sus compañeros o profesores. De hecho “era muy querido y buen alumno”, asegura. En su familia, tampoco encuentran explicación y relatan los duros momentos que están viviendo tras la partida de su ser querido.

Nadie encuentra explicación. La mañana de este martes fue la más triste en la historia del colegio Pablo Neruda, del sector de Pan de Azúcar, en Coquimbo.

A eso de las 09:30, terminando el primer recreo, cientos de globos blancos decoraban pasillos y escaleras del establecimiento en memoria de uno de sus cerca de 800 alumnos que estudian allí, Francisco Javier Rojas Espinoza (12), quien cursaba séptimo básico y que el día anterior había tomado la decisión más drástica de su corta vida, librarse de ella sin que ni sus familiares ni tampoco los integrantes de su comunidad educativa pudiesen percibir algún indicio de lo que se venía.

UNA INVESTIGACIÓN QUE RECIÉN COMIENZA.

Hasta ahora se desconoce la hora exacta de la muerte, pero fue aproximadamente a las 16:00 horas del lunes cuando el cuidador de la cancha de futbol del sector de San Rafael encontró al adolescente, pendiendo de uno de los arcos. De inmediato llamó a la policía y constataron que se encontraba fallecido desde hace un par de horas, según confirmó el jefe de la Brigada de Homicidios de la PDI, Cristián Lobos, precisando, eso sí, que el fatal desenlace se produjo en la mañana, y que efectivamente se trataba de un suicidio. “Todo está en una etapa de investigación, pero lo que hemos podido establecer hasta ahora es que el joven salió más temprano de lo habitual, diciendo que iba al colegio, solo, pero finalmente no llegó al establecimiento sino a esta cancha donde perdió la vida”, manifestó Lobos.

De acuerdo al policía, no existe claridad respecto de los motivos que tuvo el menor, por lo que se están realizando entrevistas a familiares y a sus más cercanos, todavía sin resultados.

UNO DE LOS MEJORES DE SU CLASE.

Y así como la policía no encuentra respuestas, en el colegio tampoco.  Allí, donde el pesar y los globos blancos colman el ambiente sus compañeros de curso y profesor jefe son los más afectados, y las clases no se realizaron de manera normal. Sólo se pensaba en Francisco, su recuerdo y en alguna certeza.

Mario Arancibia, director del recinto nos recibió en su oficina, y si bien no quiso entrar en detalle acerca de la personalidad del muchacho, asegura que su comportamiento siempre fue normal. Nunca tuvo problemas y era de los mejores de su clase, por lo que el hecho les provocó todavía más impacto y ahora están enfocados en hacer la contención emocional a la comunidad escolar en general, sobre todo a los que estaban más cerca de él. “Todo es lamentable. No hay causales internas y escapan a una situación que haya ocurrido en el establecimiento”, manifestó el directivo, descartando que el menor haya sufrido algún tipo de bullying en su contra o algún tipo de abuso en el recinto. “Era muy querido, tanto por sus compañeros como por los profesores”, relató Arancibia, evidentemente afectado.

LAS ÚLTIMAS HORAS: UNA FAMILIA DEVASTADA.

El dolor no solo reinaba en el colegio. En Villa Nuevo Amanecer, donde Francisco Javier había llegado a vivir junto a su familia hace dos años desde la localidad de Diaguitas, Vicuña, en busca de mejores oportunidades también había consternación.

Cuando llegamos a su casa, su madre se encontraba en el Servicio Médico Legal, esperando para retirar el cuerpo de su hijo.

Luciano (15) familiar y mejor amigo, sentado en una banca justo a la salida de la pieza en donde Francisco pasó su última noche, parece ser la expresión máxima del dolor y la incertidumbre que reina en la familia al no encontrar explicación para lo que sucedió.

Un perro al que llaman “Camello” da vueltas alrededor al percatarse de nuestra presencia. “Tranquilos, no hace nada”, dice Luciano, con una voz que denota calma, pese a la tragedia.

Fue el último en ver al menor con vida y asegura que no ha podido olvidar ese momento. Dormían juntos, y tal como relató Cristián Lobos, cuenta que ese martes por la mañana Francisco se levantó mucho más temprano de lo habitual. Le llamó la atención, ya que siempre salía de la casa rumbo al colegio Pablo Neruda junto a su hermano mayor, pero esta vez todo fue diferente, aunque nadie imaginó lo que el menor haría minutos más tarde.

Tomó otra dirección, la más triste y la última. Se dirigió hasta la cancha donde solía ir con sus amigos –o sólo con un balón, si nadie quería acompañarlo- y se quitó la vida mientras en su casa estaban convencidos que había sido otra jornada de estudio. “No vi nada anormal, sólo que salió más temprano y que dejó una cadenita que siempre andaba trayendo, colgada en un palo, pero uno ahora toma en cuenta esas cosas, en ese momento yo no le di importancia”, cuenta Luciano, sin poder contener las lágrimas.

LAS ALARMAS.

 La preocupación comenzó a eso de las 16:30. Francisco solía retornar del Pablo Neruda a las 16:00, pero el tiempo pasaba y no llegaba. “No teníamos noticias. A mí me llamó por teléfono un carabinero o de la PDI, no sé, y estaba diciendo algo pero se cortó y no entendí”, relata el familiar y amigo del menor fallecido, quien agregó que finalmente se enteró de lo que sucedió por otra amiga, que supo la noticia luego que la policía se contactara con el entrenador del equipo de fútbol donde jugaba el adolescente, el Nueva Vida, y éste fuera a reconocer el cuerpo ya que en ese momento, según indica Luciano, no pudieron contactar a nadie más. “Ahí yo corrí y fui a verlo, no podía creer que fuera él”, finaliza Luciano, quien no puede continuar su relato. La pena es más fuerte.

Alejandra, otra de las familiares que vivía con él, tampoco encuentra respuestas. Asegura que Francisco “siempre se veía alegre”, activo. “Cuando no estaba en la escuela se ponía a armar y desarmar bicicletas, o a jugar a la pelota, le iba bien en el colegio. Entonces, uno no entiende”, dice la mujer, mientras “Camello”, la mascota del adolescente sigue yendo y viniendo. “Él fue el primero que vio a Francisco, era su perro y ese día andaba inquieto”, dice la mujer, todavía desconcertada, queriendo encontrar respuesta, pero sin saber dónde buscarlas. 4601iR

SUPERINTENDENCIA

Pese a que no había denuncias previas, desde la superintendencia de educación indicaron que apenas conocieron del caso, se pusieron en contacto con el sostenedor del establecimiento para recabar la información y así poder entregar una declaración pública al respecto.

 

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