• Al Aula asisten los pacientes que por su condición no pueden ir a un colegio tradicional
  • Una de las modalidades de atención es para pacientes hospitalizados, de manera que tengan continuidad escolar
  • Los apoderados usualmente esperan afuera del Aula para prestar cualquier apoyo a los pequeños
Crédito fotografía: 
Paula Bordones
Una metodología especial que requiere de evaluación previa en cada caso particular es la que se aplica en las Aulas Hospitalarias, ejemplo de amor y manejo de las emociones para hacer más normal la vida de los pequeños pacientes.

A Rafael le encanta asistir a la escuela. Lo ve como su refugio, un lugar de continuos aprendizajes y diversión. La descripción podría ser la de cualquier niño que asiste a un colegio regular, pero él, que tiene síndrome de Asperger y sufrió un Accidente Cerebro Vascular (ACV) hace tres años, requiere de atenciones especiales en todo ámbito, desde el personal, en el familiar, social y por supuesto el educativo.

El pequeño cursa quinto básico en el Aula Hospitalaria que funciona al interior del Hospital San Juan de Dios de La Serena. Al preguntarle qué es lo que más le gusta, dice que las profesoras son dulces y bonitas. Piensa que las clases son grandiosas porque tienen pizarra electrónica, muchos libros y cada día aprenden cosas diferentes, pero a la vez comenta que sería mucho mejor si recibieran recursos para ampliar el espacio.

Su mamá, Mirtha Pérez Hinojosa, se queda como casi todos los apoderados esperando a las afueras del container a que termine la jornada escolar. Tiene dos hijos más aparte de Rafael y recuerda que todo cambió cuando su hijo se cayó en la calle debido al ACV.

3 modalidades de atención tiene el programa: En hospitalización, domiciliaria y ambulatoria

“(…) Él estuvo hospitalizado, quedamos sin colegio durante dos semanas y un día me llamó una enfermera diciéndome que había un cupo para que Rafa siguiera con sus estudios en el Aula Hospitalaria”, señala.

Debido a esta emergencia médica, el menor quedó con ciertos problemas neurológicos que afectaron su parte motora y otros aspectos, afortunadamente sin secuelas graves.

“Él quedó sin saber leer ni escribir, no recordaba siquiera las vocales, empezó todo de nuevo. Ama venir al colegio, llora si no hay clase, incluso ha participado en ferias científicas. Esta es una oportunidad para que los niños tengan garantizado su derecho a la educación sin que una condición de salud coarte la posibilidad de estar a la par de otros”, manifiesta.

Rafael de 10 años con su madre, Mirtha Pérez

Proyecto inclusivo

Las principales patologías que tienen los niños de las Aulas son oncológicas, de salud mental, -como trastornos alimentarios o depresión-, por accidentes o enfermedades raras.

En la región de Coquimbo la iniciativa funciona desde hace por lo menos 10 años, bajo la tutela de la Corporación Educacional San Sebastián. La instancia supone un beneficio directo para los menores y para sus familias, ya que tienen facilidades para cuidarlos, según indica Montserrat Pérez Cueto, coordinadora general del programa, el cual es reconocido y financiado por el Ministerio de Educación.

Solo en 2018, en el aula del Hospital de La Serena estudiaron 769 menores, mientras que en la del Hospital de Coquimbo 540, y en la de Ovalle 210, para un total de 1.519 alumnos matriculados. 

La atención pedagógica es gratuita, el modelo de aprendizaje se basa en proyectos y se planifica de acuerdo a las necesidades educativas de cada paciente tras realizarle una evaluación.

Además, tiene tres modalidades de atención. Una es para los alumnos hospitalizados, quienes realizan actividades escolares desde la cama; la segunda es la atención domiciliaria, cuando el profesor visita al menor es su vivienda luego que es dado de alta, -pero por prescripción médica debe guardar reposo por un periodo de tiempo definido-, y la última es la de los alumnos ambulatorios, quienes no pueden asistir a una escuela tradicional y continúan con sus estudios en un aula habilitada dentro del hospital.

3 Aulas Hospitalarias funcionan en la región. Una en La Serena, en Coquimbo y Ovalle

El equipo también es multidisciplinario. Lo componen profesores de general básica y media, de matemática, lenguaje, arte, ciencias, biología, psicopedagogos, educadores diferenciales y psicólogos.  

Roxana Vega, coordinadora del aula hospitalaria de La Serena, agrega que la finalidad es ofrecer normalidad en la vida de los alumnos, pero principalmente entregar una formación con cariño, “porque si bien tenemos una modalidad de trabajo inclusiva transversal, trabajamos en base al amor, más que vocación, cada profesional tiene amor por su trabajo”.

Mejorar las condiciones de vida

Aunque las Aulas Hospitalarias nacieron en Chile con la idea de atender a pacientes oncológicos que tenían largas estadías de hospitalización y perdían muchas clases, ahora se atienden niños y jóvenes con todo tipo de patologías.

Patricio Vargas, jefe del servicio de pediatría del Hospital de La Serena, precisa que el programa es un gran respaldo en casos de menores con enfermedades crónicas como fibrosis quística, cardiopatías complejas, problemas pulmonares o parálisis cerebral.

Patricio Vegas, jefe de Servicio de Pediatría del Hospital de La Serena

“Del Aula también egresan porque tiene validez como cualquier escuela y por eso apoyamos este proyecto, que los ayuda a que no pierdan su año escolar y que su vida sea un poco más normal”, apunta.

“Continuar con las clases en el ambiente hospitalario los despeja un poquito de lo que están viviendo. Ellos se distraen, divierten y nos esperan con ansias, porque se entretienen y a la vez aprenden”, Javiera Pineda, psicopegadoga

Tal es el caso de Antonella de seis años de edad, a quien le han practicado 27 cirugías producto de una mal formación en el polo caudal, lo que le impide ingresar a un colegio de manera regular.

Su madre, Marisela Trigo, resalta que esta experiencia le ha servido mucho a su hija para recibir educación como corresponde.

“Su patología ocurre en uno de cada 400 mil nacimientos en el mundo entonces las ausencias en un colegio normal serían demasiadas porque viajamos continuamente a Santiago. Ella tiene total dependencia de parte mía porque debo hacerle procedimientos cada tres horas, ya que le faltan parte de sus órganos y, aunque con las operaciones ha ido mejorando su calidad de vida, esto será de por vida”, agrega.

Marisela Trigo y su hija Antonella de 6 años, quien tiene 27 cirugías
por una malformación en su polo caudal.

Por su parte Julio Gallardo Iglesias, padre de una joven de 15 años que sufre de epilepsia, se siente tranquilo porque sabe que su hija interactúa con profesores y alumnos en un ambiente donde no es discriminada.

“Ella tiene una epilepsia complicada con unos cuadros psicóticos que se originaron por algunos problemas que tuvo en Bolivia, donde vivimos durante cinco años. La legalización de los documentos tomó mucho tiempo y sabíamos que igual no podía estar en un colegio tradicional, por eso el psiquiatra la derivó al Aula Hospitalaria. Esto es mucho mejor y ella está contenta, además ha avanzado harto en cuanto a la parte de salud también. Acá el trato es más especializado, entonces ella se siente segura”, sostiene.

El manejo de las emociones

Javiera Pineda, psicopegadoga del Aula Hospitalaria, asegura que la clave con este tipo de alumnos que a la vez son pacientes, es trabajar en la inteligencia emocional.

Desde el piso de hospitalización, explica a El Día que es importante crear un vínculo primero, ya sea a través del juego, con una entrevista a la familia, o la cercanía.

“Antes de comenzar a trabajar con ellos debemos tener el diagnóstico y por eso siempre estamos atentos a lo que nos dicen los enfermeros. En ocasiones no podemos trabajar con ellos por las condiciones en la que están, tanto de dolor, malestar físico o por las operaciones. Entonces es ahí que trabajamos las emociones y juegos didácticos”, destaca.

47 Aulas Hospitalarias operan en todo el territorio nacional

A la modalidad de aula asisten niños multigrados, es decir, que están en diferentes cursos, y si es en el caso de atención domiciliaria, una vez que el niño se da de alta, se hace el llamado para agendar una visita que generalmente se realiza en horas de la tarde.

“Continuar con las clases en el ambiente hospitalario los despeja un poquito de lo que están viviendo. Ellos se distraen, divierten y nos esperan con ansias, porque se entretienen y a la vez aprenden”, indica.

"Esta es una oportunidad para que los niños tengan garantizado su derecho a la educación sin que una condición de salud coarte la posibilidad de estar a la par de otros", Mirtha Pérez Hinojosa, apoderada

Finalmente, la educadora de párvulos Blanca González, reitera que en el Aula Hospitalaria todos los niños tienen cabida, y “nosotros nos adaptamos a ellos y no ellos a nosotros”.

“Además de educadores, somos promotores de la inteligencia emocional, venimos a inyectarles ánimo, esperanza, tanto a ellos como a sus familias. También recibimos capacitaciones en habilidades blandas relacionadas con las distintas patologías, entonces nosotros ya tenemos otro plus que es la pedagogía hospitalaria, y por eso es que se sienten más cómodos con nosotros, creamos un vínculo especial”, considera. 

Requisitos de ingreso para los alumnos:

  • Diagnóstico médico del niño, la duración aproximada del tratamiento y la autorización del profesional de la salud a cargo del menor.
  • Autorización escrita de los padres o apoderados para que el niño acceda al programa.
  • Ficha de matrícula, la cual es totalmente gratuita.

 

Grandes beneficios educativos

El Seremi de Educación de la Región de Coquimbo, Claudio Oyarzún, insiste que el Aula Hospitalaria es un componente importante cuando existen situaciones que comprometen la salud de los niños, las cuales no permiten que continuen con sus clases de manera normal. 

"Si un estudiante tiene matrícula regular en un establecimiento e ingresa al hospital, se le ofrece la matrícula en Aula Hospitalaria, pero mantiene su cupo en el colegio. Cuando el estudiantes está en condiciones de reincorporarse nuevamente a su establecimiento lo hace, llevando los antecedentes académicos como pruebas, trabajos y evaluaciones", comenta. 

Oyarzún recuerda que este tipo de instancias tienen muchos beneficios para los menores, porque facilita la distracción y sacar al paciente de un estado de ánimo negativo que muchas lo aqueja por una enfermedad. También favorece la mejora en el tiempo de recuperación, disminuye el riesgo de la deserción escolar y proporciona un espacio de juegos y esparcimmiento junto con otros alumnos y educadores. 

Por último, el Seremi valora que existan este tipo de aulas, porque hay niños integrados a esta modalidad que nunca formaron parte del sistema de enseñanza tradicional debido a sus condiciones de salud. 

 

 

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