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Fue una de las estrategias claves que permitió a los recintos habilitar más camas durante la pandemia. Los equipos destacan sus beneficios y cercanía con los pacientes.

Pese a que las unidades de hospitalización domiciliaria de los recintos de La Serena y Coquimbo ya atendían  antes de la pandemia, fue una estrategia que se reforzó  y fue clave para descongestionar las camas en los hospitales.

Asimismo, se trata de una acción de apoyo a la atención cerrada, donde los pacientes con alta precoz  pueden continuar recibiendo su tratamiento en condiciones similares a la hospitalización tradicional, pero en sus domicilios. 

Trabajan con pacientes con diversas patologías, no solo covid. Sin embargo, con la llegada de la crisis tuvieron que cambiar y adaptar su metodología, usando los elementos de protección personal y cumpliendo una labor educativa con las personas.

La aparición del virus fue una sorpresa para todos, siendo un constante aprendizaje para los diversos profesionales, quienes cumplen una labor clave, especialmente para quienes están en aislamiento y no pueden concurrir a los centros médicos para tratarse.

 

Marcela Maturana

Enfermera Jefa Unidad Hospitalización Domiciliaria Hospital de La Serena

“Esto genera varios beneficios, porque en sí disminuye los riesgos de la hospitalización tradicional, mejora la calidad de relación del paciente con el equipo de salud y facilita la recuperación. Y por sobre todo pueden estar con sus familias”, explica la profesional.

El equipo en La Serena se conformó hace cinco años. Antes de la pandemia, tenían 17 cupos adultos y 7 pediátricos, los que tuvieron que aumentarse por la contingencia y requerimiento de camas.

En julio, peak de la crisis sanitaria, llegaron a atender a 120 pacientes diarios y en algún momento todos fueron covid positivo, número que actualmente es de 40, 25 de ellos infectados con el virus.

“Hace dos semanas aumentaron significativamente los ingresos positivos, en diciembre disminuyeron mucho, pero ahora se han incrementado progresivamente y tenemos el miedo que continúe así”, lamenta.

 

María Constanza Muñoz 

Enfermera encargada Unidad Hospitalización Domiciliaria Hospital de Coquimbo

“Por el concepto de pandemia tuvimos que duplicar nuestros cupos y también nuestro personal, antes realizábamos el lavado clínico de manos en el domicilio del paciente y como ahora no tenemos la certeza si el equipo tiene o no covid, utilizamos los EPP con todos y hacemos el aseo clínico de manos afuera del domicilio”, sostuvo.

Agrega que no siempre pueden atender a todos los pacientes covid que se presentan, ya que, no todos tienen la condición clínica necesaria para una hospitalización domiciliaria.

“Recibimos los pacientes que se pesquisan en los servicios clínicos o en la urgencia que tengan la condición clínica que se requiera, es decir, que estén con algún tratamiento antibiótico intravenoso, que requieran kinesioterapia respiratoria, que requieran oxígeno o una vigilancia médica más diaria”.

 

Luis Almedo 

Médico Unidad Hospitalización Domiciliaria Hospital de La Serena

“Cuando nos llega un caso positivo nosotros lo notificamos vía telefónica, se le indican las medidas de seguridad e higiene y cómo debe realizar el aislamiento en el caso que viva con más personas. Se agenda una visita médica para el día siguiente o el mismo día, de acuerdo a su estado”, detalló el médico sobre el procedimiento.

Precisó que en la visita hacen una evaluación física completa y examen de sangre, para ver sus parámetros inflamatorios y de coagulación. Con los resultados, el médico analiza si el paciente está en condiciones de recibir medicamentos. De no ser así y estar en buena situación, el equipo realiza un seguimiento de la persona vía telefónica día por medio.

Admite que no solo influye la parte física del paciente, sino también su estado emocional y mental. “No es fácil estar 14 días o más encerrados, pero a medida que ha pasado el tiempo hemos ido aprendiendo a tratar a los pacientes”, cuenta.

 

Daniel Zumarán

Kinesiólogo Unidad Hospitalización Domiciliaria Hospital de Coquimbo

“Desde mi quehacer como profesional es complejo porque el kinesiólogo en el hospital es el responsable de la vía aérea del paciente, entonces al hacerle terapia kinésica a un caso covid uno sabe que hay un aerosol que produce tos. A pesar del riesgo y el temor de entrar a un domicilio o habitación donde hay personas contagiadas, al menos yo siento que se ha valorado más la terapia respiratoria, eso ha sido muy valioso y gratificante y también aprender algo nuevo, porque no sabíamos cómo se manejaba el paciente”.

Respecto a los infectados con el virus, el experto indicó que los tratamientos son antibiótico-terapia, algunos con anticoagulantes y la terapia respiratoria a quienes quedan con secuelas. Especialmente aquellos que han sido intubados, donde además hay que hacerle curaciones. 

 

Lorena Guerrero

Kinesióloga Unidad Hospitalización Domiciliaria Hospital de La Serena 

“Ha sido una experiencia de mucho sentimiento, en un comienzo fue miedo porque no sabíamos a que nos enfrentábamos. A un cambio, en el caso de mi profesión, de muchas técnicas porque la mayoría tiene riesgo de aerosoles, entonces tuvimos que volver a estudiar, a cambiar las cosas que hacíamos, estaban prohibidas muchas de las prácticas que llevábamos a cabo para ayudar a los pacientes, lo que fue bastante complicado al menos para los kinesiólogos”, relata.

La profesional cuenta que la unidad lleva el hospital hasta la casa del paciente, “nosotros tenemos oxigenoterapia, tenemos máquinas de respiración, de nebulización, hacemos prácticamente lo mismo que en el hospital pero con ciertos límites, como la oxigenoterapia de alto flujo, porque no tenemos tanto oxígeno para darle al paciente. Ventilación mecánica recibimos, pero solo a los pacientes que tienen invasiva o no invasiva, pero que son crónicos”. 

 

Ivette Veliz

Enfermera unidad hospitalización domiciliaria hospital de Coquimbo 

“Empezamos con 15 pacientes y hemos crecido mucho como unidad por el covid. Enfermería tiene 45 pacientes y cuando fue el peak de la pandemia eran muchos más equipos. Empezamos con uno y ahora somos tres, nos hemos logrado sectorizar”, señala. 

Admite que “trabajar con pacientes covid es arriesgado, porque uno no sabe si se puede o no contagiar. Atender en el domicilio es fuerte, porque cuando fue el peak llegamos a atender a nuestros propios compañeros de trabajo y verlos con requerimiento de oxígeno, cuando decían que estaban ahogados, que los ayudáramos fue muy fuerte, un gasto emocional”.

Asimismo, cuenta que el 2020 estuvo meses separada de sus hijos, que tienen enfermedades crónicas, siendo sus padres su red de apoyo. Ahora teme que con un rebrote tenga que separarse nuevamente de ellos para protegerlos.

 

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