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Alejandro Pizarro
Hay diversos factores que podrían explicar el carácter que tiene esta inoculación, primero, porque está “la dignidad de las personas y el respeto a su voluntad” y porque al realizarse de manera consciente se acepta que hay otras medidas que deben mantenerse en el tiempo como el lavado de manos y uso de mascarilla. “La vacuna es parte de algo mucho más grande”, dice la epidemióloga Paola Salas. Y, un segundo punto –expuesto por el Colmed- es que si bien en Chile hay inmunizaciones obligatorias que tienen “una larga historia”, hoy, gran parte de las acciones preventivas así como tratamientos se rigen por la voluntariedad.

Ayer, justo cuando se cumplieron 11 meses desde que se reportó el primer caso de covid-19 en el país, se comenzó la vacunación masiva marcando un hito en el combate contra la pandemia del coronavirus.

Durante esta primera etapa se priorizó a los grupos de mayor riesgo como los adultos mayores y personal de salud, estudiantes en práctica clínica, jóvenes de residencias de Sename, además de trabajadores de rubros esenciales. En Chile tal como ha sido en todos los países que ya comenzaron la inoculación, es gratuita, voluntaria y universal.

Uno de los temas que sigue en el centro del debate es el carácter voluntario de la inmunización ¿Por qué no es obligatoria? Se preguntan algunos cibernautas. Lo cierto es que detrás de la interrogante hay varios factores que se deben abordar y que son tratados en este artículo por distintitos actores del área de la salud y comunidad científica.

La epidemióloga Paola Salas, académica de la Universidad de La Serena y doctora en Salud Pública, cuenta que el proceso de vacunación no es un acto administrativo y que no se trata solo de una acción aislada sino que va acompaña de otras, “la vacuna es parte de algo mucho más grande”, detalla.

Un piso mínimo

“Hace muchos años que ninguna vacuna es obligatoria porque después de eso hay medidas de prevención que deben continuar y en términos de factibilidad y mantención estas no eran efectivas. Esta vacuna en particular necesita de la colaboración del individuo porque debe seguir cuidándose”, agrega.

Además, precisa que a eso también se suman los derechos humanos, “está la dignidad de las personas y el respeto a su voluntad” de dejar de manifiesto que está frente a un acto que es “éticamente practicable” y, que al ser voluntario, está consciente que debe seguir con las medidas básicas de salud pública: lavado frecuente de manos, uso de mascarilla y mantener la distancia física.

“No podía ser obligatoria porque con ese carácter no conseguiríamos el fin último, que es proteger la salud de toda la población”, reflexiona.

El presidente regional del Colegio Médico La Serena, doctor Rubén Quezada, lo observa desde otra perspectiva y compara la vacunación contra el covid con otras que tienen más trayectoria.

“En Chile gran parte de las acciones de prevención así como de tratamiento son de carácter voluntario, pero hay otras que son obligatorias porque enfrentan problemas de salud pública que existen hace bastante tiempo y que tienen tratamientos conocidos con una larga historia”, indica.

Como el caso de la poliomelitis, sarampión, rubeola, enfermedades para las cuales se han desarrollado vacunas que son “seguras y eficaces”, pero además “cuentan con amplia tradición”, en cambio, la pandemia del coronavirus tiene pocos meses de evolución y pese a que hay vacunas “seguras y efectivas no tienen la misma trayectoria”.

“Es muy difícil implementar una vacuna como obligatoria en nuestro país, incluso se podría judicializar una instancia y es por eso que es mejor convencer a la ciudadanía”, asegura.

Por su parte, la doctora en inmunología y divulgadora científica, Marcela Gatica, dice que el carácter voluntario “está bien” al menos para esta etapa, pero se abre a la posibilidad de reevaluarlo si el escenario se complica en materia sanitaria. “En este momento quizás podría ser perjudicial porque mucha gente se negaría”, reflexiona.

“Si después de esto vemos que no alcanzamos la inmunidad porque no se logró vacunar la población objetiva y tenemos problemas para controlar la pandemia, quizás se podría considerar la obligatoriedad, incluso a que sea parte del programa nacional”, precisa.

 “Una luz de esperanza”

Ayer, en el balance de la primera jornada de vacunación, el seremi de Salud, Alejandro García, dijo que inmunizarse es un acto de solidaridad porque se protege a la familia y al entorno cercano. “Confíen en la vacuna, es una luz de esperanza que estamos entregando a la comunidad”, comentó.

Por su parte, el doctor Rubén Quezada, se sumó a las palabras de la autoridad sanitaria y calificó este inédito hito como un “punto necesario”, pero que no es suficiente porque la respuesta inmune no se logrará inmediatamente, lo que sí, disminuirá las muertes y las hospitalizaciones.

“Las medidas de autocuidado deben seguir, por ahora vamos a reducir las muertes y hospitalizaciones graves por coronavirus, pero no vamos a disminuir los contagios ni el aumento de casos”, dijo el médico.

La epidemióloga Salas, también aborda este tema e insiste que la vacuna es una especie de “piso mínimo”, ya que prepara el cuerpo para reaccionar rápidamente ante la infección real, pero las medidas que pueden evitar el contagio siguen siendo el uso de la mascarilla y la distancia física. 

Campaña y comunicación efectiva

El llamado es a seguir con las medidas preventivas, dice la académica, “no se puede crear una falsa expectativa de protección”, ya que la vacuna no evita el contagio, y ese debería ser de ahora en adelante el mensaje.

“Desde el punto de vista de salud pública, lo más importante son las medidas de precaución. Este no es un tratamiento que elimina el virus y en términos de comunicación de riesgo hay que decir que estamos frente a una de las medidas, pero que debemos seguir con las demás”, enfatiza.

Marcela Gatica comparte esta postura y agrega que debe haber una campaña “propositiva y positiva” capaz de educar y concientizar a la ciudadanía.

“Necesitamos informar por qué hay que lavarse las manos, por qué mantener la distancia, cómo nos podemos contagiar o la  importancia de ventilar los lugares”, relata. Por ejemplo, recuerda que tras la campaña del cólera “nunca se me olvidó que las verduras se debían hervir 15 minutos”.

 

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