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Lautaro Carmona
Quienes se vieron infectados con coronavirus describen los desagradables síntomas que vivieron y algunos que persisten en la actualidad. En la mayoría de los casos, la pérdida del gusto y el olfato los acompaña por mucho más tiempo del deseado.

Hoy se cumple un año del primer caso de coronavirus en la Región de Coquimbo. A la fecha, se cuentan 24.124 contagios totales y 457 personas que han muerto producto de la enfermedad.

El virus es dinámico. Lo cierto es que no todos han tenido el mismo destino. Algunos han sorteado la infección sin mayores contratiempos, mientras otros quedaron con desagradables secuelas.

Por ahora, según sostienen los científicos, es una pandemia que sigue evolucionando y no pueden dar respuestas 100% certeras respecto a su comportamiento, ya que incluso han aparecido otras variantes, con diversos efectos.

Sin embargo, una serie de estudios publicados en los últimos meses y la observación clínica de profesionales que están en la primera línea, ofrecen claves sobre las posibles secuelas de la enfermedad.

Pero más allá de la teoría, son los propios contagiados y recuperados quienes pueden hablar con propiedad de las consecuencias posteriores, tanto a mediano como a largo plazo.

Uno de los primeros casos que se registró en la zona, fue el de la periodista Loreto Urbina, su esposo Ignacio Pinto (seremi de Gobierno) y sus dos hijos, quienes se vieron afectados por el virus hace nueve meses, pudiendo sortear la enfermedad.

Consultada respecto a si resultó con secuelas tras el contagio, Urbina reconoce que sí, aunque se declara afortunada, indicando que su situación fue menor frente a lo que le ha tocado vivir a otras familias.

“Lo primero, a mí el olfato se me alteró harto, quedé con olfato selectivo, identifico cosas, pero siento el mismo olor. Por ejemplo, puedo oler un asado o un ceviche, que son distintos, y siento un mismo olor, que, además, no es agradable. Me quedé con dos olores fijos. El olfato claramente quedó alterado”, cuenta.

De todas formas, confía en que lo va a recuperar en algún momento, aunque está consciente que deberá someterse a algún tratamiento o terapia para que aquello ocurra.

Otra secuela que dice mantener es una sensación de cansancio. “Yo no me he arriesgado a hacer deporte ni a agitarme más de la cuenta. De repente ando en terreno en las mineras, pero no me he expuesto más allá. Si me agito un poco más, siento una sensación de cansancio que no es la que uno siente cuando hace deporte, me imagino que es la que deben sentir los asmáticos. Justamente ahora estoy en proceso de evaluación y el doctor me mandó a hacer una radiografía, scanner, aspirometría y un test de esfuerzo, por decirlo así, para ver las condiciones en que se encuentran los pulmones”, detalla.

Si bien, Loreto Urbina, no llegó a estar hospitalizada, indica que tuvo muchos síntomas, como fiebre, dolor muscular, tos, entre otros. “Lo que a mí me pasa es nada y uno lo agradece, en comparación a los casos más graves. Perdí el olfato, pero no tiene ninguna importancia al lado de toda le gente que lo ha pasado mal, de quienes han muerto”, reconoce.

Otro profesional que se contagió es César Gómez, director de la Subsecretaría de Desarrollo Regional (Subdere).

Su caso fue de gravedad, ya que llegó a estar cinco días en la UCI y a solo horas de ser intubado.

Advierte “dos secuelas más o menos importantes. La primera, un black out al momento de hablar, se me olvidaba lo que estaba diciendo, un tema de memoria. Lo otro, que se diagnosticó después de un scanner de rutina, fue una hipertensión pulmonar que está en estudio”.

Por lo anterior asegura que es importante que las personas que hayan tenido Covid, continúen controlándose y se puedan hacer seguimiento, según la prescripción médica.

Por otro lado, está el caso de Gladys Peralta, a quien el virus no le afectó mayormente. “Yo sentí fiebre por dos días y cuando me hice el PCR salí positiva, pero después de eso, solo tuve unos dolores musculares. Hice la cuarentena y me recuperé rápido. En las primeras dos semanas después del alta, perdí el olfato, pero ahora ya lo he recuperado”.

Por último, Sergio Marambio, conductor de una empresa privada, cuenta que los síntomas que sintió eran tan fuertes que “pensé que me iba a morir. Cuando me contagié no había residencia sanitaria, así que lo pasé en la casa, encerrado en mi pieza, fueron como cinco días pésimo y después comencé a recuperarme. Como secuela me quedó daño en un riñón, por lo que me tengo que estar controlando”.

 

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