• La conurbación La Serena-Coquimbo es una aglomeración urbana que - como todas las áreas pobladas en Chile - están expuestas a ciertos riesgos naturales.
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LAUTARO CARMONA
La falta de un marco jurídico adecuado, la inacción de quienes deben tomar decisiones y la mantención de un modelo que privilegia las decisiones de mercado por sobre un modelo sustentable de crecimiento generan, a juicio de los académicos, el marco perfecto para exponer a las personas ante los peligros que provocan eventos como tsunamis y crecida de ríos.

Terremotos, tsunamis, crecida de ríos, aludes, o inundaciones son sólo algunos de los fenómenos naturales a los cuales se ha debido hacer frente en nuestro país y particularmente, en nuestra región. 

No sin dificultades, y muchas veces en condiciones de suma precariedad, tanto el aparato público como la propia ciudadanía, han debido adaptarse por sus propios medios a la ocurrencia de estos eventos de la naturaleza, donde el riesgo de pérdida de vidas humanas es un continuo que siempre está presente.

En ese contexto, el concepto de desarrollo urbano sostenible nace, entre otros objetivos, para tratar de armonizar dos nociones que, hasta hace algunos años parecían irreconciliables: crecimiento urbano y respeto por el medio ambiente. Crecer y desarrollarse en armonía con la naturaleza y no en contra de ésta.

La conurbación La Serena-Coquimbo por cierto, no está ajena a estos desafíos, y tal como este jueves se pudo escuchar en la primera jornada del seminario “Calidad, Ingeniería y Sostenibilidad: Desafíos para las ciudades intermedias", organizado por la Facultad de Ingeniería de la Universidad de La Serena a través de los departamentos de Arquitectura y de Ingeniería de Obras Civiles y la Oficina de Relaciones Internacionales de la ULS, la principal aglomeración urbana de la región está expuesta a una serie de riesgos que, básicamente, existen debido a una serie de falencias existentes tanto en la organización administrativa del país (gobernanza y zona de riesgos) como por la inexistencia de una visión holística respecto al territorio en que está emplazada el área urbana.

Un modelo que crea riesgos naturales 

En efecto, si hubo una visión ciertamente compartida por los académicos que abordaron esta temática es que, además de la crónica falta de recursos que sufre el Estado para atender este tema, existe una serie de condiciones que exponen a la población de la conurbación a una serie de riesgos que, dada la geografía local, están siempre latentes, como son eventuales tsunamis y crecidas de río.

Así, la falta de un marco jurídico adecuado, la inacción de quienes deben tomar decisiones y la mantención de un modelo que privilegia las decisiones de mercado por sobre un modelo sustentable de crecimiento generan, a juicio de los expertos, el escenario ideal para desencadenar la catástrofe.

Esa es básicamente, la idea que sostuvo Marcelo Lagos, reconocido geógrafo y académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quien frecuentemente, realiza apariciones en canales de televisión para explicar fenómenos sísmicos y geográficos.

“Ciertamente el riesgo no aparece inmediatamente: no es el tsunami el que quiere destruir, no es el río Elqui el que quiere desbordarse, no es el incendio que quiere quemar, sino que es un conjunto de acciones e inacciones que, acumuladas en el espacio-tiempo, se materializan en desastres”, señaló al respecto.

En ese sentido, Lagos criticó que se “responsabilice a la naturaleza o a terceros” por las catástrofes, en vez de asumir que es el propio ser humano el que, con sus decisiones – como permitir la construcción de viviendas en zonas de inundación - permite la ocurrencia de riesgos y desastres.  Por ello, señala que para buscar una solución a estos problemas, debe ser el propio ser humano el que debe asumir y reconocer las decisiones que lo han llevado a esa situación.

“Lamentablemente el paradigma hegemónico y el modelo económico que tenemos en ese este país es generador de riesgo y de desastres, pensando siempre que el mercado va regularlo todo. Pero evidentemente, eso no es así.  Eso implica por tanto, que este es un tema que hay que mirarlo de frente si queremos pensar en el desarrollo humano, en el bienestar común, y en una conurbación La Serena-Coquimbo que se proyecte en el espacio-tiempo y que permita habitar en este territorio de forma digna y segura”, señaló.

Reparar lo que se ha hecho

Para Marcelo Lagos el aporte que puede ser la academia en este tema resulta de suma importancia, no sólo para abordar los desafíos que una aglomeración urbana como La Serena-Coquimbo tiene por delante, sino que - incluso antes de aquello – para “reparar” lo que se viene haciendo hasta ahora. 

“Yo creo que un tema que condiciona una ciudad inteligente es mirar de frente los riesgos y entender que nosotros los construimos. Eso implica un necesario mea culpa de como la academia ha permitido que se construya este riesgo y ver qué podemos hacer para reparar aquello, y recién pensar en los desafíos para transformar lo que hay”, señaló.

Ello, debido a las consecuencias instantáneas que generan aquellos fenómenos a los que nuestra conurbación está más expuesta.

“Siendo un tsunami uno, sino el principal peligro natural que tiene toda esta conurbación desde La Herradura hasta Punta Teatinos, y toda la costa, evidentemente sería interesante que desde la academia, surja la oportunidad para profundizar en temas que ciertamente afectan a un porcentaje importante de la sociedad”, agregó.

“La caja" del río

Pero además, de los tsunamis, otra zona delicada de la ciudad es el lecho del río Elqui, y la falta de una regulación adecuada para esa zona, más si se piensa en una eventual crecida.

Edmundo González, ingeniero civil y académico de la Universidad de La Serena, señaló que el problema con ese sector es que “está muy mal organizado”.

Bajo el título de “Crecidas del río Elqui en zona urbana, mito o realidad”, González expuso que, bajo diversos estudios y modelos de organismos como la DOH, ante una eventual crecida del flujo del río, la zona baja de La Serena se expondría a eventuales inundaciones.

Sin embargo, el académico acotó que “no tenemos una estación de aforo en el punto bajo (del río) por lo tanto, estamos utilizando solo inferencias, estudios sobre estudios, y estudios que traen algún grado de incertidumbre asociado al mismo estudio. Grado de incertidumbre asociada a los elementos que consideramos en el estudio como por ejemplo, las precipitaciones y los caudales que han sido medidos en estaciones en la cuenca del Elqui”.

González argumento que hoy día hay una cantidad de permisos de edificación en esa zona “que están siendo frenados porque existía el PRI antiguo (Plan Regulador) y hoy día apareció un nuevo PRI y a través de este nuevo plan, la Dirección de Obras Municipales está pidiendo que todo el análisis fluviométrico de la zona baja del río, se haga con un (modelo de) caudal que son 1.542 metros cúbicos por segundo. Si tuviste un permiso antes de eso te están restringiendo”:

No obstante, el académico fue enfático en que se debe avanzar en llevar a cabo “un ordenamiento territorial en la parte baja del río, el cual es factible hacerlo”, sin embargo señaló, para ello se requieren recursos que no hay.

“¿Quién se hace cargo del ordenamiento territorial?  Hoy día la tiene la DOH, pero no existen recursos para hacer ese ordenamiento. ¿Y quién pone los dineros, los privados o el Estado?”, se pregunta.

Un aporte para la solución

Desde la Facultad de Ingeniería de la ULS, su decano Mauricio Godoy Seura, destacó la importancia de realizar un encuentro como éste, pues por un lado, se presenta y se discute “lo nuevo que se está conversando a nivel de planificación urbana, como vivir y donde vivir, y qué es lo que se aporta desde la academia y desde la ciencia también”.

Pero además señala “se discute sobre los político y cuáles son las decisiones que desde la academia y la ciencia nos recomiendan para saber dónde vivir en forme digna, (…) y de cómo disminuimos la segregación, como hacemos mas inclusión, y como consideramos realmente las zonas de riesgo de nuestra ciudad”.  

Para el académico, el país ha ido avanzando en estos temas, pero aún falta incorporar nuevos conceptos y paradigmas. “Desde la ingeniería nosotros vemos como intervenimos la naturaleza, pero sobre el paradigma que se ha conversado en este seminario, es más bien, como convivir con la naturaleza, más que intervenir sobre ella, comprenderla y como replantearnos nuestras formas de vivir”, indicó. 

 

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