La escasez hídrica sigue siendo una realidad en la Región de Coquimbo.
Así lo muestran los últimos datos entregados por la Dirección de Obras Hidráulicas en conjunto con las juntas de vigilancia del Río Elqui, Asociación de Canalistas del Embalse Recoleta y la Asociación de Canalistas del Embalse Cogotí, las que muestran una sensible disminución del volumen del agua embalsada en la región entre los años 2019 y 2020.
Y si bien, todos los embalses del territorio se ven afectados, lo cierto es que la mayor parte de los descensos se observan en los tranques ubicados en las provincias de Limarí y Choapa.
Así, de mayor a menor, el embalse El Bato es el que ha sufrido mayor caída en su volumen de agua embalsada, mostrando una disminución de un 63% entre diciembre de 2019 y diciembre de 2020, estando sólo, a un 15% de su capacidad (3.891.000 metros cúbicos).
Le sigue el embalse Cogotí, que entre diciembre de 2019 y el mismo mes de 2020, su volumen de agua embalsada ha caído en un 56%, encontrándose actualmente, a un 16% de su capacidad (21.955.000 metros cúbicos).
En tercer lugar, viene el embalse La Paloma, el que ha perdido un 35% del volumen de agua embalsada, con respecto a diciembre de 2019. Actualmente, el espejo de agua más grande de la región acumula un total de 250.059.000 millones de metros cúbicos, es decir, un 33% de su capacidad máxima.
Por el contrario, los embalses de La Laguna (Elqui) y Corrales (Choapa) han presentado perdidas por debajo del 20% (13 y 18% respectivamente).
Uso racional
Si bien es cierto estos datos muestran un panorama que, ciertamente, es preocupante para la región – más aún en el contexto de una escasez hídrica cada vez más acusada y permanente –lo cierto es que una segunda lectura de estos números, nos muestran un panorama, si no positivo, al menos sí más tranquilizador.
La razón tiene que ver con la gestión que se ha hecho de esa poca agua que, hasta el momento, permite contar con el vital elemento para la bebida y actividades económicas como la agricultura, por un tiempo prudente.
Así lo señala el director de PROMMRA y también del Consorcio Centro Tecnológico del Agua Quitai Anko, el académico de la Universidad de La Serena, Pablo Álvarez, quien señaló que “cuando uno compara los volúmenes guardados entre un año y otro también está comparando decisiones tomadas en un año versus las tomadas en otro”.
En ese sentido, para el académico, lo correcto es hacer la comparación del agua que se va a distribuir en total en la temporada. Y en ese sentido, destaca Álvarez, las decisiones que hoy se están tomando en cuanto a la gestión del agua son básicamente conservadoras.
“Es cierto que los embalses tienen un tercio menos de agua el año pasado a esta misma fecha en términos generales en la región, pero también es cierto, que han entregado menos agua, y por lo tanto, uno podría decir, que si no actuaran responsablemente, a lo mejor el volumen seria la mitad, y no lo es”, explica.
Multianualidad
En ese sentido, este último concepto hace referencia a la gestión que considera la distribución del agua para varias temporadas más y no solamente para la inmediatamente siguiente. Aquí, estaría la clave, según el académico de la ULS, Pablo Álvarez, que ha permitido una administración mucho más rigurosa del recurso hídrico.
“Esto quiere decir que en el fondo se está distribuyendo agua pensando no solo en la seguridad de este año año, en la temporada 2020-2021, sino que también en la temporada 2021-2022”, afirma.
Al respecto, reitera que las medidas que se han tomado de reducir la cantidad de agua a distribuir en esta temporada “permite estar seguros de que en la siguiente temporada va a haber agua para entregar. Y quizás la misma cantidad de este año o levemente menor, pero se va apode distribuir, va a haber consumo humano, va a haber actividad económica. Eso es súper importante”, explica.
Ahora bien aclara, eso no implica que no se tomen en cuenta aquellas zonas que están bajo emergencia hídrica, como son las zonas no reguladas por sobre los embalses, y particularmente en comunas como Canela, Combarbalá o La Higuera. Pero en el resto de la región, habría al menos garantía de seguir contando con el vital elemento.
“Si las cosas se siguen haciendo bien, para el próximo año vamos a tener una cantidad bastante segura de agua. Ahora, esto no significa que podamos regar todo lo que queramos y cultivar todo lo que alcance. No. Van a haber restricciones. Pero no quiere decir que se vaya a agotar el recurso”, explicó.