Crédito fotografía: 
Juan Carlos Pizarro
Las necesarias medidas preventivas para evitar la propagación del Covid-19, como el aislamiento social y el cierre obligado de algunos recintos han mermado fuertemente a las pequeñas y medianas empresas de la zona. Según cifras de los gremios tanto de La Serena como de Coquimbo, cada vez son más los negocios que deben tomar drásticas decisiones, o aguantar a la espera de las ayudas comprometidas por el Estado. Esfuerzos de toda la vida se pierden en la incertidumbre.

La pandemia del Covid-19 tomó a todos por sorpresa. Nadie podía dimensionar los efectos que este virus, que hasta hace poco tiempo veíamos tan lejano, iba a causar en nuestra sociedad.

Desde luego, los esfuerzos están radicados en evitar la propagación de la enfermedad y proteger la salud de las personas. Sin embargo, los efectos de estas medidas traen como consecuencia graves problemas económicos que los pequeños y medianos empresarios están comenzando a sufrir. 

Al borde del precipicio

En La Recova, hace un año Darwin Castro sacaba cuentas alegres. Su local El Comilón vivía sus mejores momentos, sin embargo la realidad actual dista mucho de aquello. Los restaurantes debieron dejar de funcionar, y la única opción que le quedó a él y su familia fue realizar servicios de delivery, lo que no les ha dado resultados.

“Claramente estamos viviendo nuestros peores momentos. Desde el mes de octubre con el estallido social teníamos que cerrar más temprano, y cuando pensábamos que íbamos a repuntar, vino esta pandemia que nadie se esperaba”, relata Castro. 

Sus pérdidas económicas han llegado al 90%, y asegura que si esto no cambia en dos meses no le quedará otra opción que cerrar, ya que no le dará para pagar ni arriendo ni otro tipo de gastos para poder funcionar.

“Ya hemos tenido que abaratar costos. Trabajábamos con 9 personas y tuvimos que desvincularlos porque no teníamos plata para pagar. No se están generando los recursos, y dependemos de los dueños del local para que nos pueda dar más flexibilidades con el arriendo y así poder continuar de alguna manera”, precisó el dueño del histórico restaurante. 

En el tradicional mercado el ambiente no es el mismo de siempre. Afuera grandes filas se instalan esperando realizar las compras en el supermercado, pero adentro todo parece apagado, como “en pause”.

La mayoría de los locales están cerrados y lo que más se ve abierto son las peluquerías, una de ellas “La Rose”, atendida por Rosalía, quien arrienda el recinto hace 11 años, pero no ha podido pagar el alquiler y no sabe cuándo esté en condiciones de hacerlo.

“Así, ganando 2 mil pesos diarios, esto no se hace sostenible”, indica, resignada, agregando que “cuando la cosa andaba bien” podía llegar a ganar $30 mil diarios.

“Afortunadamente yo soy sola, y nadie depende de mí, pero la pensión que recibo no me alcanza para vivir y sin esto va a estar muy difícil. Tengo 68 años y volver a empezar en algo es complejo, porque yo te digo, aquí lo más probable es que tenga que cerrar y entregar el local, tal como lo han hecho varias personas acá. No queda de otra”, cuenta la peluquera, quien sin embargo, tiene sentimientos encontrados, ya que pese a que sabe que el cierre del comercio y el llamado a quedarse en casa les afecta en lo económico, entiende que, “es lo mejor para que este virus se controle pronto”. 

Locales del casco histórico

En la feria persa Cienfuegos, en pleno casco histórico de la capital regional, los locatarios también se han visto afectados. Estuvieron cerrados por algunas semanas, con las respectivas pérdidas, y ahora que han vuelto a abrir, la gente poco y nada va al lugar. “Las personas que se ven en la calle son las que andan haciendo fila en los bancos más que nada, no andan comprando, al menos no por acá”, asegura Juan Espinoza del local 34, mientras mira a su alrededor y efectivamente se ve poco tránsito de personas. 

“El gran problema que tenemos es cómo lo vamos a hacer con el pago de los arriendos, porque está viniendo poca gente, y además que tenemos que cerrar más temprano, porque en la tarde  no anda nadie. Mira, si te tengo que dar una cifra, aquí las ventas han bajado fácil en un 95%”, precisa, agregando que hay días en que simplemente no vende nada. Pese a ello, piensa que no llegará al punto en el que deba dejar de funcionar. “Nosotros llevamos más de 30 años, y hemos pasado por otras situaciones difíciles en las que hemos sabido salir adelante”, expresa. 

El final

Algunos locales continúan resistiendo, sin embargo, otros ya definieron que cerrarán la cortina. Este es el caso del recinto de fabricación y venta de joyas “Acero Tiangui”, en donde han tomado la drástica decisión de dejar de atender según afirma uno de sus dueños, Roberto González.

“Ya veníamos muy mal por el tema del estallido social, y ahora  con el coronavirus todo terminó de desmoronarse, hay que cerrar”, cuenta el comerciante, quien afuera de local tiene instalados dos letreros anunciando que los artículos se están rematando con un 50% de descuento.

“Estamos con el remate porque la idea es entregar pronto este local, desocuparlo y liberarnos, para así concentrarnos en el otro que tenemos, no podemos con dos. Lo que más lamento es que vamos a tener que despedir a todas las personas que han trabajado con nosotros por harto tiempo. Es una pena, pero nunca pensamos que nos iba a caer tan fuerte esto”, insistió, mientras a su lado una de sus empleadas, asiente con la cabeza, sonríe, y con un movimiento de hombros da cuenta de su resignación. “Igual lo queremos, y entendemos lo que está pasando”, precisa la joven. 

El caracol afectado

Sergio Galleguillos, de la joyería que lleva su mismo nombre, instalada en el Caracol colonial, asegura que desde octubre del 2019 que comenzaron con las pérdidas, y desde ese momento ya nada ha vuelto a ser como antes. Muchos de sus colegas decidieron irse el año pasado, y en el último mes, con la pandemia del Covid-19, indica que ya son cinco locales más los que han cerrado.

“A mí no me afecta tanto, porque soy propietario, no pago arriendo y tengo una espalda financiera en la que me puedo apoyar por algunos meses. Sin embargo estoy consciente de que la situación es delicada y lo veo acá mismo, la gente no está vendiendo y no le queda otra que irse”, asevera, mientras apunta al piso inferior de la galería, donde un negocio de juegos se encuentra en plena fase de retiro de los artículos. “Y si la cosa sigue así, se va a poner mucho peor el panorama”, expresa Galleguillos. 

En otro de los locales encontramos a Andrés Patiño. Cuando llegamos al lugar estaba atendiendo el negocio de un amigo, pero también trabaja en el rubro del comercio y se ha visto afectado por los efectos no deseados del aislamiento social y las medidas preventivas para evitar la propagación de la pandemia. 

Patiño arrendaba dos recintos, uno en el que funcionaba un pub, y otro en el que había un local de comida rápida, ambos tuvieron que dejar de operar. “Eran mis ingresos, yo me movía con ese dinero, pero uno entiende que la crisis sanitaria es grave y las medidas que se tomaron están bien”, manifestó. 

Sabía que sus arrendadores no eran los responsables de lo que estaba pasando, y por eso decidió no seguir cobrándoles hasta que todo se normalizara. “Qué sacaba con pedirles los locales a ellos, si yo no iba a ganar nada con el local cerrado. Además, con eso les  doy las garantías a ellos, y además la tranquilidad de que van a poder seguir trabajando después. Creo que en estos momentos todos debemos ayudarnos”, aseveró. 

Las cifras de las cámaras del comercio

El presidente del Gremio en La Serena, Patricio Araya, está al tanto de la crisis económica que ha generado el Covid-19, sabe que las medidas son necesarias, y espera que todos puedan reponerse rápidamente una vez superada la crisis. Por lo pronto, lo importante es sostenerse y aferrarse a las ayudas que se puedan entregar por parte del Estado.

“Sabemos que muchos asociados están en la más absoluta incertidumbre. Algunos han llegado a acuerdo con sus trabajadores, otros han tenido que dejar de operar temporalmente, o tomarse vacaciones de manera forzada, mientras que hay un sector que definitivamente ha tenido que cerrar, porque no han podido resistir todo lo que ha venido pasando ya desde el año pasado, y que se ha agudizado ahora”, expresó. 

Aunque no tiene un catastro oficial de los negocios afectados, la cifra rondaría entre los 70 y 80 negocios afectados. 

Desde la Cámara de comercio de Coquimbo, Fernando Guzmán, manifestó que en el puerto el número de recintos era más o menos similar, y señaló que la situación actual no se debía solo a la pandemia del coronavirus, sino a “todas las olas que hemos ido teniendo que han afectado al comercio de Coquimbo. Primero fue el tema de tener las calles cerradas por un largo tiempo. La segunda ola fue el estallido social, luego la pandemia y junto a ella la ola de robos”, enfatizó Guzmán, quien también expresó que se encuentran a la espera del apoyo del Gobierno para lograr mitigar esta situación. 

Las medidas del Gobierno

Hasta ahora, el Gobierno ha anunciado medidas para mitigar el daño económico, primero con más de 11.700 millones de dólares –equivalentes al 4,7% del PIB - dispuestos para afrontar los negativos efectos generados por la pandemia, dicho paquete contempla estímulos tributarios, protección al empleo, ayuda a las pequeñas empresas para que cuenten con mayor liquidez, y otras acciones. 

Además, en el marco del denominado Nuevo Plan de Emergencia Económica, se invertirán 24 mil millones de dólares con los que se pretenden implementar nuevas líneas de crédito que tendrán garantía estatal, las cuales buscan establecer mejores condiciones de acceso a la banca a las pequeñas y medianas empresas por un plazo de 48 meses. Se creará también un fondo de 2 mil millones de dólares para ayudar a trabajadores que se encuentren en la informalidad o sin contrato de trabajo.

 

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