Crédito fotografía: 
Lautaro Carmona
Entre otros efectos, su supresión afectaría el mercado de créditos a largo plazo, por cuanto la banca debería proyectar la inflación, la que probablemente sería con tasas mayores a las reales con el consiguiente perjuicio para el cliente. Además, cualquier elemento que trate de eliminarla debe encontrar, primero que todo, otro mecanismo que neutralice las distorsiones producidas por el aumento sostenido y generalizado de los precios.

La eliminación de la Unidad de Fomento (UF) es una propuesta que se viene discutiendo desde hace un par de años. De hecho, en el 2019, el entonces presidente del Banco Central y futuro ministro de Hacienda, Mario Marcel, ya la había descartado. 

Sin embargo, el debate surgió nuevamente en la primera vuelta presidencial, por cuanto el representante de la Unión Patriótica (UPA), Eduardo Artés, afirmó que la suprimiría en caso de llegar a La Moneda. Es así como calificó a esta unidad financiera como “una distorsión del mercado”, que favorecería a los empresarios y perjudicaría a los trabajadores.

Pero no fue el único de los candidatos que tenía a la UF en la mira, ya que Marco Enríquez-Ominami, llamó a prescindir de su utilización para el pago de cualquier tipo de préstamo. “En Chile existen dos monedas: el peso y la UF (…) se creó hace muchos años para proteger un tipo de dimensión financiera: el crédito hipotecario y el crédito de consumo y para proteger también a algunos negocios de la inflación (…) pero la inflación en los últimos 25 años no ha superado el 10%, por lo tanto, es razonable, sensato y justo eliminar la UF para los créditos de consumo y los créditos hipotecarios”, manifestó. 



Los costos de un cambio son muy elevados 



Pero ¿Es factible eliminar la Unidad de Fomento? ¿Qué externalidades positivas o negativas traería consigo? 

“Se puede eliminar, ya que es una medida que se implementó durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva (…) la mayoría de los países no cuenta con una unidad indexada a la inflación y que sea tan predominante en la economía como lo es la UF debido a que los precios de las viviendas están indicadas en esa moneda, los créditos y hasta los precios de algunos arriendos”, indicó el ingeniero comercial, doctor en economía y director de la Escuela de Ingeniería Comercial de la Universidad de Las Américas (UDLA), Hernán Román. 

No obstante, señaló que la supresión de esta unidad financiera causaría que el mercado de los créditos a largo plazo se viera afectado, por cuanto las diversas instituciones financieras deberían proyectar la inflación a, por ejemplo, 20 años o sino dejar que las tasas variables se vayan ajustando por la inflación anterior. Sería pasar de una Unidad de Fomento que se ajusta  mensualmente, a otra manera de indexación. 

En esta línea, el también académico complementó que “para hacer una estimación a 20 años y no equivocarse, vas a tratar de tirarte un poco por encima. Entonces, el banco no es que no se vaya a cubrir de la inflación, va a seguir cobrándotela, pero en vez de hacerlo con su número real, va a cobrarte una inflación pronosticada por ellos. Si ellos estiman mal, te podría beneficiar… pero lo más probable es que el error sea hacia el otro lado: que se tiendan a cubrir y proyecten tasas mayores a las reales”. 

Además, sostuvo que otro costo sería desarmar los miles de contratos que existen y que están acordados en UF, los que tendrían que rehacerse. “Para hacerlo, habría que nuevamente reunir a las partes, al ministro de fe y hacer de nuevo ese contrato”, agregó Román. 

De este modo, concluyó que no observa ningún beneficio particular que ocasione la eliminación de esta unidad financiera. 

Por su parte, el ingeniero comercial y director de la Escuela de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica del Norte (UCN), Pablo Pinto, aseguró que es extremadamente complejo que la Unidad de Fomento. 

El nacimiento de la UF

De acuerdo a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), esta unidad financiera fue creada el 20 de enero de 1967, cuando comenzó a funcionar con un valor trimestral de 100 escudos y que era calculado trimestralmente.

A contar del año 1975, este instrumento comienza a expresarse en pesos y ese mismo año se fijó mensualmente. Todo en el ánimo de enfrentar los bruscos cambios inflacionarios con una herramienta que identificara un precio reajustable y por un período acotado.

Un decreto de 1977 determinó los valores diariamente para los períodos comprendidos entre el día 10 de cada mes y el 9 del mes siguiente, según la variación experimentada por el IPC.

A partir del 8 de enero de 1990, el Banco Central pasó a determinar su valor diario, los que son informados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

 

 

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