Tras los días de duelo nacional, en el balance queda la presencia de  miles de ciudadanos que llegaron a rendir homenaje sincero y sentido al Presidente Patricio Aylwin, demostrando con su masiva presencia que pese a la abulia, desconfianza y descrédito hacia la política, aún queda mucha gente que supo entender el valor de ella, el valor de gente que ha tenido a Chile primero que todo en sus vidas, el valor de gente que ha dedicado todas sus fuerzas a trabajar por un mejor país.
Había que estar ahí, en medio de una transición enormemente compleja, con un Pinochet aferrado a sus enclaves dictatoriales defendidos por la derecha, en medio de militares que no entendían cuál era su papel en democracia, y en medio de los medios que aún nos acosaban como sociedad.
Eso es valentía, sabiduría y honestidad para gobernar. 
Y es allí donde reside el verdadero valor de la política. 
Los miles que fueron a despedir al Presidente Aylwin dan testimonio de que Chile sí necesita política para superar las diferencias y las desigualdades que persisten en nuestra sociedad.
Y se requiere hacerlo con amistad cívica, con el acento puesto en el compromiso  de largo plazo y no en la mayoría circunstancial. 
Un hombre de acuerdos, de diálogo, consecuente, convincente y coherente con su pensamiento toda la vida, es una herencia que el país no puede echar por la borda.
Don Patricio siempre tuvo esa consistencia moral, ética y política, clave a la hora de convertirse en el abanderado de las fuerzas democráticas que se opusieron a la dictadura. 
Hay que decirlo claro: era Aylwin la persona adecuada para convertirse en el primer Presidente de la República tras el retorno de la democracia.
No sólo fue el gran hombre de la transición.
Fue un ejemplo y un orgullo para su partido y para quienes nos dedicamos a la vida pública. 
El sentido y valor de la actividad política está en personas como Patricio Aylwin y tantos otros que han dejado huellas tan profundas en nuestra historia y que demuestran que Chile debe volver al debate, debe volver a la senda de los acuerdos y debe volver a creer y confiar en una política sana y profundamente democrática.
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