Sí, es indignante todo lo que sucede en torno al caso de los niños muertos y vulnerados en sus derechos y que pertenecen al sistema de protección de la infancia, particularmente los que están al cuidado del Sename. Esta semana vimos una agria polémica por el rechazo a un informe de la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados y lo más probable es que la gente en sus casas no tenga idea de qué se buscaba con este informe y si de verdad esas conclusiones solucionaban en algo la situación de esos menores.Estamos hablando de más de 1.300 niños muertos en más de una década, es decir, contando más de dos gobiernos en ejercicio. Y lo mas triste de todo es que pareciera que acá lo relevante es cuántos niños murieron en una u otra administración, para ver quién es más “culpable” de esas muertes. Nunca pensé que tirarse niños muertos de un lado a otro era una forma seria de hacer política pública.Acá no se trata de si una persona o dos o cien tuvieron responsabilidades inexcusables. Se trata de que cortemos con la hipocresía y asumamos que Chile entero le ha fallado a esos niños y adolescentes que por el abandono y la vulneración de sus derechos terminaron en verdaderos centros de reclusión.¿Dónde estaban las familias de esos menores?, ¿los padres y parientes más cercanos?, ¿los colegios?, ¿las iglesias?, ¿los vecinos?, ¿las municipalidades? y claro, ¿el Estado?Esta es una culpa y una vergüenza colectiva. Cuando uno mira para el lado, justifica que el otro haga lo mismo. Acá el abandono ha partido por las familias y el sistema escolar, seguido de una larga lista de intervinientes que no han sido capaces de asumir el cuidado mínimo que requiere un niño en formación. Así es muy, pero muy fácil echarle la culpa al Sename y a un puñado de ministros y jefes de servicio.Este Gobierno fue el único que ha transparentado este escándalo y tomó la decisión de mandar 8 proyectos de ley para solucionar el problema estructural del cuidado de la infancia vulnerada. Entonces –y me incluyo- mejor callarse la boca y aprobar estas iniciativas en vez de seguir haciendo shows que en nada ayudan a esos miles de niños que esperan en un hogar de menores que alguien les dé amor y una familia. Los niños y niñas del Sename no necesitan diputados, ni ministros ni senadores paladines de la justicia. Todo lo que necesitan es amor.
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