Hace un año, justo para las fiestas patrias, un terremoto azotó nuevamente nuestra región, dejando enormes daños no sólo provocados por el movimiento en tierra, sino que además por los efectos de un maremoto que afectó a todo el borde costero de la zona. Perdimos a 11 personas y más de 17 mil familias sufrieron algún tipo de perdida material.

Como suele ocurrir tras las catástrofes naturales que son tan frecuentes en Chile, nuestras ciudades han tenido que ponerse de pie nuevamente y comenzar una reconstrucción que no es inmediata, ni rápida, y que es siempre compleja y llena de dificultades.

Y como estamos en periodo de campaña, también suele ocurrir que algunos busquen sacar pequeñas ventajas políticas al explotar la frustración, la impaciencia y el miedo de las personas. No es de extrañar que se diga que en este tiempo “no se ha hecho nada” tras la emergencia del año pasado.

El terremoto y maremoto dejó más de 2 mil 300 casas con daños irreparables, más de 900 empresas afectadas, 23 caletas pesqueras devastadas, más de 200 kilómetros de canales de riego dañados, 69 escuelas con destrozos y serios problemas en el Hospital de Coquimbo, entre otros infortunios.

Pero en lo que va del año, el Gobierno central -y regional- ha destinado más de 195 mil millones de pesos, no sólo para reconstruir lo dañado, sino para aprovechar la oportunidad y mejorar parte de la infraestructura productiva y de servicios que fue afectada en la zona. El 70 % de estos recursos han sido destinados a reponer y construir casas para las familias afectadas y un 12 % de los recursos los maneja el MOP para grandes obras que darán un nuevo rostro a la región.

Es más fácil y expedito criticar sin fuente y sin información, pero el esfuerzo que se ha hecho en este tiempo ha sido enorme. Se han invertido más de mil 600 millones de pesos en el diseño de planes de negocio para 1.200 pymes que fueron afectadas por el terremoto, al igual que 400 empresas medianas y grandes en las que se han invertido más de 2 mil 500 millones de pesos para sacarlas adelante.

La clave ha sido recuperar la capacidad productiva y el empleo, de modo de hacer que la normalidad vuelva cuanto antes a la Región. La reconstrucción no es un acto de magia, requiere planificación, responsabilidad y trabajo, así que hay que poner más oídos a las historias de quienes han salido adelante, más que a la trillada frase de “no se ha hecho nada”.

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