Crédito fotografía: 
Lautaro Carmona
El Cabo Primero Díaz (31) de la sección OS7, se vio involucrado en la huida de un sujeto desde un control en Las Cardas –Ovalle- luego que se encontrara droga en su camioneta. No alcanzó a bajar del pick up, e hizo la desenfrenada carrera por la Ruta D-43 hasta La Serena, intentando no caer, temiendo por su vida y la de terceros. Le gritó mil veces que se detuviera, sin éxito, por lo que tuvo que usar el arma. Disparó a las llantas, y luego apuntó a uno de sus brazos. Alguna de esas balas le provocó la muerte al individuo. El policía, en tanto permanece hospitalizado, sin saber si podrá volver a caminar.

Cuando salió de su casa a las 07:00 am, como todos los días a cumplir con su labor, nunca imaginó sería la última vez en mucho tiempo antes de poder volver.

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Con 11 años en la institución uniformada el Cabo Díaz, vivió su peor jornada la tarde del lunes, protagonizando uno de los hechos policiales más impactantes del último tiempo que terminó con un sujeto fallecido y con él mismo herido de gravedad, internado en el hospital San Pablo de Coquimbo, sin saber si va a poder volver a caminar. 

Intentando reponerse

En un contacto exclusivo con Diario El Día desde el recinto de salud, el funcionario policial entregó su impactante testimonio, y narró, sólo desde sus sensaciones, lo que recuerda de los hechos que culminaron con un desenlace que nadie quería y que, afirma, en todo momento quiso evitar. 

Díaz, quien forma parte de la sección OS7 de Carabineros, se encontraba realizando labores de fiscalización en el sector de Las Cardas, en Ovalle, y a eso de las 13:00 horas, junto a su compañero, hicieron detener a una camioneta Mitsubishi gris en la que se desplazaba un hombre al volante y una mujer en el asiento del copiloto.

Según antecedentes recabados ese día en el lugar de los hechos, los ocupantes se detuvieron tranquilamente para mostrar los documentos. En ese intertanto, el Cabo Primero realizaba una inspección en la parte trasera del móvil cuando se dio cuenta que llevaban droga, al interior de una bolsa de basura negra. 

Todo fue demasiado rápido. Al ser descubierto el individuo partió a toda velocidad y el Cabo Díaz, no tuvo tiempo de bajarse del vehículo. 

Lo que vino después fueron alrededor de 25 minutos de terror. Sus compañeros intentaron darle alcance, pero fue imposible y el uniformado de 31 años, no pudo hacer otra cosa que sostenerse de las barandas de la camioneta, o de lo que pudo, para no caer.

“A esa velocidad, si me soltaba, era una muerte segura. No puedo decir que no sentí miedo, porque sí, tuve mucho temor. No sé exactamente a cuánto iba, pero calculo que a más de 200 km/h, y no me quedó otra opción que esperar que se detuviera. Le gritaba y le gritaba, pero no hacía caso, o no escuchaba”, asevera el uniformado. 

“Pensé que me iba a morir"

Decir que se aferró a la vida no es una metáfora, si no la realidad literal. El sujeto, Carlos Contreras (31) de acuerdo a diversos registros visuales que han salido a la luz, no sólo iba a una velocidad extrema sino que zigzagueaba, y realizaba bruscas frenadas para que el carabinero cayera.

“Cuando me di cuenta que estaba haciendo estas maniobras con la intención de botarme, de verdad pensé que me iba a morir. Me iba golpeando con los fierros de la camioneta, me dolía mucho, y en un momento pensé en rendirme y soltarme, pero me acordé de mi hija, mi pareja, y aguanté, la verdad no sé cómo”, expresa. 

Llegando al sector de La Cantera, según afirman testigos que vieron pasar el vehículo a toda velocidad y que alertaron de ello a través de las redes sociales, comenzó “a chocar de manera intencional”, al parecer como otro método para deshacerse del funcionario que iba en la parte trasera. “Lo que puedo decir, porque esto es todo materia de investigación, es que nunca sentí que bajara la velocidad, durante un largo rato, yo estando quieto, afirmado. Sí, en su momento también me di cuenta que chocábamos, y hacíamos virajes muy rápido”, narra el Cabo Primero. 

Y claro, pese a que el funcionario es cuidadoso en sus palabras, para no entorpecer la investigación, de acuerdo a información recabada, la camioneta efectivamente en este sector, habría  impactado con otros automóviles y efectúo desplazamientos extremadamente peligrosos, pasando semáforos en rojo en plena zona urbana. A esas alturas, y esto en palabras del carabinero, “sentía que el peligro no sólo era para mí, era para cualquier otra persona que pudo haber sido atropellada o chocado de frente”. 

La incertidumbre nunca terminó

Había sobrevivido a la loca carrera por la Ruta D-43, lo que califica “como un milagro”, pero la pesadilla todavía estaba lejos de terminar. Cuando entraron a La Serena luego de atravesar Regimiento Arica, de acuerdo a registros audiovisuales, “arrasó con todo”, y nada parecía importarle. De hecho, en algo que llama la atención y que está siendo investigado, habría bajado a su acompañante mujer de la camioneta bruscamente, sin detener el vehículo. En ese momento, el Cabo Díaz sintió que tenía que hacer algo, que no podía seguir paralizado.

“Las sensaciones son muchas. Yo continuaba en peligro, fueron los momentos más angustiantes que me han tocado vivir como carabinero. Imagínate las cosas que pasaban por mi cabeza, sin saber cómo iba a terminar todo. En total incertidumbre”, relata el uniformado. 

De acuerdo a las indagatorias que todavía se están realizando por parte de la Brigada de Homicidios de la PDI, debido a la condición de las calles, mucho más cortas, donde es imposible tomar una velocidad similar a la que mantuvo la camioneta cuando se desplazaba por la carretera, ésta bajó, lo que le habría dado la oportunidad al uniformado de tener un rango de acción mayor para insistirle al conductor que se detuviera de una vez, haciéndolo varias oportunidades, según indicaron testigos el mismo día en el sitio del suceso. Pero no tuvo respuesta y la carrera desenfrenada continuó. 

Finalmente cuando pudo sacar su arma de servicio, y la utilizó como último recurso, y según se presume, pero se determinará tras la investigación final, se la habría mostrado al sujeto como advertencia antes de tener que disparar, aun así el conductor continuó desobedeciendo. 

La vida y la muerte

“Es una vida, y lo que ocurrió es lamentable. Uno como carabinero nunca quiere que pasen estas cosas. Uno sale a la calle para servir”, relata el uniformado, quien, según se investiga, tuvo que disparar, pero, de acuerdo a las indagatorias que realiza la PDI, lo hizo primero a uno de los neumáticos. Aparentemente, pensó que con eso el individuo podía reaccionar, pero no lo hizo, al contrario, su conducción se volvió más violenta, y Cabo Díaz, evidentemente, una vez más habría tenido que afirmarse fuerte para no caer.

“Todo el tiempo en el que estuve en el pick up, me imaginaba y me atormentaba la idea de que el individuo atropellaba a un niño, o a una familia. No me cabía en la cabeza que eso pudiera llegar a pasar, por eso siempre hice todo el esfuerzo para que se detuviera”, relata. 

Según se presume, y de acuerdo al seguimiento de las cámaras de televigilancia, y también conforme al relato de “Trinidad”, trabajadora y testigo clave, quien posteriormente le prestó socorro al sujeto fallecido, es en este momento cuando se producen más disparos, esta vez al interior de la camioneta.

Aquí, dice la testigo, “se produce un movimiento muy brusco” y el carabinero se habría caído hacia atrás. Un par de cuadras después, el automóvil dio la vuelta por el sector de Las Lomas y se estrelló contra el cerro. En ese momento, el Cabo Primero salió eyectado unos metros hacia arriba y cayó al suelo, seco y lo recuerda con claridad, ya que en ningún momento perdió el conocimiento pese a los golpes que venía recibiendo desde Ovalle, y el último y más fuerte que le produjo el impacto y posterior caída contra el cemento. 

No quedó demasiado lejos de la camioneta, por lo que, presumiblemente, habría podido ver de frente al sujeto, cuando se bajó del vehículo en el que ambos habían llevado la desenfrenada carrera que acababa de terminar, y en la que ninguno resultó ganador. Estaban a pocos metros de distancia, cuando el sujeto se desplomó, y habría sido gracias a los gritos del uniformado que llegaron dos personas a intentar prestarle los primeros auxilios, pero nada pudieron hacer.

 Por su parte, el Cabo Díaz, quien nunca perdió el conocimiento, se daba cuenta de la magnitud de las lesiones que había sufrido durante su permanencia en el pick up, en ese, el último gran golpe. “Cuando pasó todo lo primero que atiné a hacer fue intentar levantarme, pero mis piernas no me respondieron, no sólo me pude parar sino que me miré y las tenía destrozadas, me veía el hueso de mi tobillo, ni siquiera me podía arrastrar. Estaba realmente mal”, consigna el uniformado.  

El dolor

El funcionario gritaba de dolor cuando lo subieron a la ambulancia, y lo llevaron al hospital de Coquimbo. Todo en su mente era confusión, pensaba que él mismo se iba a morir, y todavía no sabía qué había ocurrido con el sujeto de la camioneta. Se habría enterado de su fallecimiento en forma posterior.

“Cuando pasan estas cosas, uno se cuestiona los riesgos que corre, las cosas con las que un carabinero tiene que vivir, con lo que tiene que lidiar, porque uno es un ser humano. Nosotros somos personas que salimos a trabajar, que queremos volver a nuestras casas como cualquier persona para estar con su familia, pero tenemos el deber de proteger a la gente”, finaliza el Cabo Díaz, quien, si bien puede hablar, todavía no sabe cuál será su futuro. Los médicos le dijeron que debido a sus fracturas en las piernas, y vertebras, deberá ser sometido a varias operaciones para poder volver a intentar caminar.

“Nadie quería que esto terminara así, nadie quiere que se pierdan vidas. Por mi parte, estoy en la incertidumbre, espero volver a caminar, pero tendrá que pasar tiempo porque me van a intervenir, y después se viene una larga rehabilitación. Aun así, no es seguro si voy a volver a poder desplazarme como antes, eso es algo que me duele, y en lo que no me gusta pensar”. 

 

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