Crédito fotografía: 
Alejandro Pizarro Ubilla
A medida que avanza el proceso masivo en distintos países, la posibilidad de implementar un registro se instala a nivel mundial, sin embargo, habría factores éticos y científicos que derribarían esta propuesta. Independiente de los argumentos que se esgriman para sostenerlo, concuerdan que es “arriesgado” y que podría propiciar escenarios adversos en las relaciones entre naciones.

El proceso de vacunación avanza en varios países y si bien ninguno ha logrado inmunizar a su población objetivo ya se instalan ideas para evitar contagios importados por viajeros o turistas. En este caso, un certificado que permitiría evitar las medidas de cuarentena de entrada a un territorio. 

Fueron algunas compañías de aerolíneas quienes levantaron la posibilidad de que los visitantes estuvieran vacunados para poder embarcar, pero el concepto no es nuevo, ya que varios lugares imponen como requisito inocularse, por ejemplo, contra la fiebre amarilla. 

La propuesta es tema de debate entre la comunidad científica y la población general que aún no tiene una fecha tentativa de inmunización contra el covid-19. 

La epidemióloga y doctora en salud pública, Paola Salas, analizó el panorama y recordó que la última vacuna obligatoria fue la de la viruela hace más de cien años y que ante la eventualidad que el pasaporte de vacunación se instale en los debates de los gobiernos, la decisión debe adoptarse de acuerdo a varias posturas que ya están sobre la mesa. 

“Debiese primar el cuidado autónomo sin la necesidad de tener que hacerlo por un requisito, esto confluye con los derechos humanos y todo lo que tiene que ver con las libertades de los individuos, pero por otro lado está lo que dice el Código Sanitario que exige que no exista riesgo en esas libertades, en el sentido de exponer a otros”, precisó. 

Según la experta, el segundo punto podría avalar la implementación de un documento con estas características. “Es un dilema casi ético porque están estas dos posturas”, donde se garantizan las libertades, pero a la vez se vigila que los actos derivados de ella no repercutan en lo colectivo. 

Por su parte, la doctora en inmunología y divulgadora científica, Marcela Gatica, cuestiona lo prematuro del debate, ya que para ella hay ciertas etapas que se deben cumplir antes de comenzar a implementar requisitos de ingresos para países o ciudades, uno de esos –dice- es vacunar a la población objetivo. 

“Un pasaporte podría confundir. Si bien habría más libertades de circulación se tendría que trabajar en una campaña porque una vacuna no nos hace invencibles y por lo tanto debemos seguir con las medidas de autocuidado. Nos podemos contagiar e infectar a otros”, respondió. 

EFECTO COLECTIVO



A esos factores se suma el carácter voluntario de la vacuna contra el covid-19 y que se vería enfrentado a las exigencias de cada país. “Podría ser un juego peligroso porque puede generar otros escenarios, de todas maneras, cada país puede aplicar distintas medidas de contención”, agrega Gatica, refiriéndose a los PCR que deben realizarse los turistas para ingresar a las distintas fronteras. 

Salas, en tanto, pone el foco en lo colectivo y cree que los análisis deben ser lo más objetivos y apuntar al bien común. “Los efectos de una vacuna pesan más por lo colectivo, porque si vas a un lugar nuevo pones en riesgo a toda esa población que se ha cuidado y que ha sufrido con las cuarentenas. Creo que si eres consciente de eso puedes acatar las exigencias de cada ciudad”. 

De hecho, la académica recuerda que hace un tiempo algunos países temían importar casos de sarampión y a quienes salían les solicitaban estar inmunizados “y no por lo que podrían ocasionar en otros países sino por el riesgo para la población local cuando este ingresara nuevamente”. 

Gatica reitera que en este momento la inoculación no puede ser obligatoria mucho menos exigirse un pasaporte porque “hay muchas dudas” y que podrían generar más rechazo que aceptación y, en el peor de los casos desencadenar un mercado negro de vacunas. 

¿Y LA INMUNIDAD?



Otro de los factores que debería considerarse es la inmunidad, ítem que a la fecha todavía no se conoce, es por eso que ambas expertas coinciden que es muy pronto para hablar de este tema y que podría ser discutido después, sin embargo, de implementarse, tendría que actualizarse e incluso ir asociado a otras vacunas que se exigen en determinados países. 

“Esto será una decisión de cada país y lo podría hacer por el cuidado de su población. Y es libre de hacerlo”, dice Paola Salas, recordando que la vacuna no evita el contagio sino que disminuye la gravedad. 

Cabe recordar que en Chile se apuesta por inmunizar al 80% de la población, quienes protegerán a ese 20% que por diversos motivos no lo hará. “Ese 20% puede aumentar si llegan muchos turistas y eso puede significar un rebrote, por eso hay que considerar todos los escenarios”, reflexionó Salas. 

Por último, la divulgadora científica aprovechó para llamar a la población a confiar en la vacuna. “Nadie está experimentando con la población, han sido aprobadas y pasaron por diversas instancias”.

 

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