El movimiento social no ha terminado. Pese a los “acuerdos por la paz” y el anuncio de un plebiscito por una nueva Constitución, las aguas están lejos de aquietarse y la gente continúa manifestándose en las calles. De hecho, los enfrentamientos con la fuerza policial se han tornado más violentos ante un Gobierno que no actúa con rapidez y eficacia ante las demandas de la ciudadanía.
Daños colaterales
Luego de 38 días de marchas en todo Chile por las legítimas demandas sociales, el daño colateral ha sido cuantioso. Los pequeños y medianos empresarios, particularmente de La Serena, han visto seriamente mermadas sus ganancias producto de los destrozos y las bajas ventas debido a la poca afluencia del público quienes, cuando comienzan los disturbios tras las manifestaciones pacíficas, se ven obligados a cerrar sus locales por seguridad.
El retail y los distintos centros comerciales también han sufrido daños. Pero lo que más indignó a la población, fue sin duda el incendio que afectó a las dependencias del hospital San Pablo de Coquimbo lo que tuvo una condena generalizada y que desvirtuó el carácter pacífico del movimiento.
Pero quienes también han visto perjudicado su trabajo diario y han sufrido silenciosamente debido a los efectos de los disturbios han sido los trabajadores de la locomoción colectiva, tanto los microbuses como los colectivos. Incluso, algunos han decidido dejar de circular debido a los altos costos de operación y a las pocas ganancias que se están generando, debido a la baja sustancial de los usuarios.
Según indican los trabajadores que no son dueños de los vehículos, el dinero mensual que percibían ha bajado hasta en un 50% en el último mes y medio.
Testimonios
Se trata de la “zona cero” de los disturbios. La Avenida Francisco de Aguirre es sin duda el epicentro de las manifestaciones en la capital regional. Todos los días, el punto de encuentro es la Plaza Buenos Aires y desde ahí la marcha sigue por el centro de la ciudad.
Cuando se producen los enfrentamientos entre manifestantes y Carabineros, generalmente tienen lugar en la intersección de la avenida con Balmaceda. Muy cerca del paradero de los colectivos que van a la Florida. Nos referimos a las líneas 71 y 36, que agrupa a 380 trabajadores, quienes han sido los más perjudicados.
Así lo relatan los propios choferes, quienes están a favor de las demandas sociales. Sin embargo, no comulgan con el tenor violento que ha imperado en el último tiempo.
Ricardo Chávez es conductor de la línea 71. No ha dejado de trabajar debido a las marchas, pero sí, al igual que sus colegas han debido adecuarse al contexto, ir a esperar los pasajeros a otros lugares o simplemente retirarse. “Sin duda que estamos teniendo consecuencias. Yo trato de empezar a trabajar lo más temprano posible, pero aun así no alcanza para pagar la cuota que nos exige el dueño del vehículo, sobre todo porque ya después de las 4, más o menos, no hay pasajeros. Antes me iba a mi casa a las siete de la tarde, ahora lo hago mucho más temprano”, indica el conductor.
Respecto a las pérdidas, Chávez asegura que está recaudando en promedio un 60% menos que antes del estallido social. “Es complejo, porque se vienen fechas en las que uno tiene que tener dinero y la realidad actual no nos favorece. Yo apoyo el movimiento, te soy sincero, siento que durante años los chilenos fuimos víctimas de abusos, pero me gustaba cómo era el movimiento cuando empezó, con las marchas pacíficas ahora lo que yo estoy viendo es algo muy distinto”, expresó el trabajador.
Marcos Palma, de la línea 36 que también toma locomoción en la avenida, es otro de los que pone de relieve la desmejorada situación en la que se encuentran los conductores y sus familias, debido a las dificultades que están teniendo para trabajar. “Sólo en la mañana tenemos público, en la tarde hay que olvidarse. No anda nadie. Para hablarte de cifras, antes yo recaudaba 50 mil pesos diarios aproximadamente, ahora con suerte llego a la mitad. Por suerte, algunos jefes nos han bajado la cuota que tenemos que pagarles, y eso es un bálsamo, pero aun así, las pérdidas que estamos teniendo son grandes y no sé hasta cuándo se va a hacer viable seguir trabajando”, expresó.
Palma además, cuenta que no todos los jefes han querido bajar esa cuota a la mitad, por lo que hay choferes que simplemente han debido entregar el automóvil y en la actualidad están cesantes.
Otro de los conductores entrevistados, Alberto Olivares enfatiza en que ha apoyado las demandas sociales desde el primer minuto, pero no comulga con los actos de vandalismo que tienen ha visto en el último tiempo. “La gente está reclamando por algo justo, pero es difícil que el Gobierno tome cartas en el asunto. En ese intertanto, nosotros somos de los más perjudicados porque la gente no viene al centro, y los pasajeros son la mitad de lo que teníamos antes. La verdad es que desde que trabajo en esto que no veía tiempos tan malos para nosotros como colectiveros, y justamente en esta fecha. Eso es lo que nos complica a la mayoría, no tener plata para la Navidad para poder celebrar con nuestras familias”, expresó.
Lo que sí resalta Alberto Olivares, es que pese a que le ha tocado ver la violencia desde cerca, los manifestantes no han atacado ningún automóvil de la locomoción colectiva. “En ese sentido, no hemos tenido problemas, obviamente que a uno y a la familia le genera intranquilidad trabajar en estas circunstancias, pero no queda de otra”, aclara.
Dirigencia llama a la calma
El presidente de la línea 71 Carlos Guajardo, ratifica que los trabajadores de los colectivos han dejado de percibir al menos un 50% de sus ingresos, esto, por la falta de pasajeros. “Lo que pasa es que tenemos días en que los vehículos están dejando de trabajar tipo 14:00 horas, por miedo a que le hagan daño a los vehículos. O bien porque simplemente no hay pasajeros”, indica Guajardo.
El dirigente, de todas formas, precisa que como gremio han estado intentando mitigar la situación y los dueños de los vehículos, en la mayoría de los casos ha bajado la cuota a los conductores a la mitad. “Eso es una medida a la que la gran mayoría ha adherido porque se entiende el contexto social”, expresó.
Igualmente, los que se quedan, tratan de buscar las formas de trabajar. “Cuando comienza todo, nos vamos un poco más arriba, ya si el tema se vuelve más complicado nos metemos a la isla que está en calle O’Higgins, y sino a calle Domeyko y algunos se quedan encerrados ahí hasta que duran los disturbios”, precisó.
Soluciones de emergencia
Guajardo, relata que como una medida de emergencia recurrieron a la banca para poder congelar las cuotas de los vehículos nuevos correspondientes a los meses de septiembre, octubre y noviembre. Aquello lo ratifica el seremi de Transporte y Telecomunicaciones, Juan Fuentes, quien precisa que “desde el banco pudieron dar esta facilidad a los dueños, porque de lo contrario hubiese sido más complejo todavía y hubiese mermado demasiado sus emprendimientos”, indica.
Fuentes, de todas formas, agradece tanto a los colectivos como a las micros, el que hayan estado operativos durante el estallido social, “pese a los riesgos que implicaba aquello”, y considerando que muchas veces saben que no habrán pasajeros. “Sabemos que pese a que las cosas han estado complicadas ellos han cumplido en la medida de lo posible con la frecuencia y eso hay que valorarlo”, manifestó el seremi.
Las micros
Marco Secco secretario de la empresa de microbuses Lisanco y de la Federación de Transporte Mayor, también manifiesta que han tenido una baja de pasajeros importante, e incluso días en los que no han podido trabajar. Igualmente han intentado cumplir con la frecuencia. “Hemos salido todos los días, pero lamentablemente con el tema de las barricadas y esas cosas hemos tenido que ir bajando la frecuencia del servicio”, sostuvo.