Crédito fotografía: 
Alejandro Pizarro
Las embarcaciones recreativas que realizan los tradicionales paseos rodeando las bahías de Coquimbo y La Herradura, han debido adaptar sus operaciones a la actual coyuntura sanitaria. No obstante, el alto número de personas que se embarcan en las naves genera dudas en cuanto a los aforos permitidos. Desde los “barcos pirata”, uno de los dueños señala que ello se debe a que el Ministerio de Salud, los considera como “transporte público” – es decir, no tendrían restricciones de aforo –. Desde la secretaría de Estado, aclaran sin embargo, que son “actividades recreativas”.

A estas alturas son una de las postales marineras más tradicionales de Coquimbo.

Los catamaranes y los ya famosos “barcos pirata” que realizan diversos paseos rodeando las bahías de Coquimbo y La Herradura, son parte de los atractivos de la ciudad-puerto que generalmente, hacen las delicias de los miles de turistas que cada año llegan a conocer la ciudad, y en especial de los más pequeños.

Sí, porque además de las bellezas naturales que presenta la costa, como el Peñón Pájaro Niño, el Fuerte Lambert o la Isla de los Lobos, los chicos quedan fascinados con el espectáculo que ofrecen las embarcaciones pirata, con sus recreaciones de abordajes, motines o encarnizadas luchas a espadas entre famosos bucaneros.

No obstante, una vez que el coronavirus llegó a la región, la actividad de estos barcos de paseo se vio alterada como casi todos los panoramas turísticos de la región, al punto que en marzo, debieron cesar todas sus operaciones.

“Nosotros paramos el 15 de marzo, y de ahí en adelante, estuvimos parados 9 meses y medio, y sin poder trabajar ni ejercer turismo. No tuvimos ingresos, nada. Además este es el único barco que tenemos, y por lo mismo, es nuestro único ingreso”, explica al respecto, Jorge Miranda, dueño de “El Holandés Errante”, uno de los barcos pirata de Coquimbo.

En ese sentido, y ante la ausencia de visitantes, estas pequeñas empresas de la cuales dependen familias y decenas de trabajadores, debieron esperar hasta la ansiada reapertura nuevamente, ocurrida en diciembre pasado, cuando se “lanzaron a la mar”. 

Protocolos

Como era de esperar sin embargo, el retorno debió ser cumpliendo ciertos requisitos, en este caso, relacionados con la coyuntura sanitaria que actualmente vive el país.

Así, elementos como dispensadores de alcohol gel, toma de temperatura antes de embarcar, y limitación de aforo al interior de las embarcaciones, fueron parte de la “nueva normalidad”, que estos pequeños empresarios turísticos debieron poner en marcha, bajo la supervisión del Ministerio de Salud.

Jorge Crovetto, dueño del catamarán Mistral –hasta ahora el único de los dos catamaranes (el otro es el Corsario) que está en operaciones – señaló que su embarcación “es una nave grande, de 9 metros de ancho, por 20 de largo. Tenemos tres cubiertas, pero ahora no estamos llevando más allá de la mitad de nuestro aforo, que son cerca de 140 personas, de un total de 270”.

Crovetto destacó que en su embarcación, “tenemos los accesos marcados, respetamos las separaciones entre personas, y es obligatorio llevar mascarillas. Además, contamos con circuito cerrado de TV, por lo que, si observamos a aquellas personas que se sacan las mascarillas, inmediatamente se les avisa por altavoz. Además después de cada viaje, nosotros sanitizamos la embarcación”, explica.

Por su parte, Iván Pizarro, dueño del barco pirata “El Venganza”, señaló que a los visitantes, siempre “se les toma la temperatura antes de abordar, les damos alcohol gel para las manos, y dentro de nuestra embarcación también tenemos. Ahora, nosotros damos una vuelta a la bahía cada 50 minutos, y después de cada viaje, nuestro barco lo sanitizamos por completo para cuidarnos, al final, entre todos. De eso se trata”.

Restricciones de aforo 

Sin embargo, uno de los puntos más delicados tiene que ver con la cantidad de personas que pueden albergar dichas embarcaciones en un contexto de pandemia.

Y es que cierto es, que tras varios meses de inactividad, y en menos de un par de meses trabajando, la necesidad apremia, y los flujos de visitantes son necesarios para que estas pequeñas empresas familiares puedan seguir manteniéndose.

Y pese a la pandemia, estos últimos días se ha podido ver un incremento de visitantes que, obviamente motivados por el atractivo de la navegación, llegan hasta estas atracciones.

Sobre el tema, Jorge Miranda, de “El Holandés Errante”, señaló al respecto, que el Ministerio de Salud los considera “una empresa de transporte, igual que un bus por ejemplo”. Ello implicaría en la práctica que no tendrían limitaciones de aforo en sus barcos.

De hecho explica, “nosotros podemos salir con la capacidad completa del barco según nos dijeron”. De todas formas por iniciativa propia asegura, los propios dueños decidieron establecer una limitación al número de personas que se puede embarcar en la nave.

“Los que somos embarcaciones piratas, estamos saliendo con 100 o 110. El otro barco (“El Venganza”) tiene una capacidad para 160 personas e igual está saliendo con 110. En general, ambos barcos bajamos nuestro aforo en un 30 o 35% aproximadamente”, explica. “¿Y por qué? Porque así lo estableció  el ministerio, pero nosotros igual tratamos de no llevar el barco completo”, complementó.

Al respecto sin embargo, desde el Ministerio de Salud señalan que estos barcos en realidad, no son considerados como “transporte público”, sino que como “actividades recreativas”, por lo que inevitablemente, se deben cumplir con una serie de restricciones obligatorias en cuanto al número de personas a albergar.

Así por ejemplo, según el Plan Paso a Paso, en relación a las actividades- o eventos -  permitidas en la Fase 3, se establece que “si la actividad es con ubicación fija de los asistentes y sin consumo de alimentos, pueden ser hasta 150 personas en lugares al aire libre y 75 personas en lugares cerrados”. El uso de mascarilla debe ser obligatoria.

Sin embargo, Iván Pizarro, dueño de “El Venganza”, confirmó que “efectivamente, la gente del ministerio sí nos han venido a fiscalizar. Y ellos nos explicaron que si, por ejemplo, el aforo de la embarcación es para 150 personas, podemos hacer ingresar a la mitad de los pasajeros, sin contar por supuesto, a los tripulantes. Y la verdad, es que hemos respetado eso”, indica.

En ese sentido, desde el Ministerio de Salud, el jefe del Departamento de Acción Sanitaria de la Seremi de Salud, Roberto Villalobos, reiteró que “la Seremi de Salud ha realizado fiscalización junto a personal de la Armada”.

Agregó al respecto, que “la Autoridad Sanitaria revisa que se cumpla con el aforo correspondiente, la utilización de mascarilla, limpieza y desinfección, y en general el cumplimiento de todos los protocolos Covid-19”, aseguró.

 

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