• Los daños y en general, la paralización o la interrupción de la actividad comercial durante estos días, puede generar importantes efectos en la economía regional y nacional.
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LAUTARO CARMONA
Una posible alza inflacionaria producto de la depreciación del peso – fenómeno que se ha podido observar durante estos últimos días – y la caída en el crecimiento económico, aparecen como probables efectos a mediano y largo plazo producto de la actual coyuntura, la cual sin embargo, presenta algunas oportunidades que, de ser bien orientadas, podrían ser un aliciente para la recuperación económica.

Día número 11 de manifestaciones, y al menos de momento, la grave crisis social que afecta a nuestro país desde el pasado 18 de octubre, parece no tener una salida política clara.

Las violentas protestas de este lunes que ocurrieron en La Serena y en distintas ciudades del país, generaron aún más incertidumbre y preocupación entre la gente, al ver que la situación no decanta en soluciones.

Bajo ese contexto, crece la preocupación por cómo estos días de conflicto pueden afectar a la economía nacional en el corto, mediano y largo plazo. Y si bien, durante estas jornadas se ha escrito mucho sobre los efectos que esta crisis ha tenido en el comercio y el turismo local, se hace necesario contar con una visión más completa a nivel macroeconómico.

Todo este desborde e inestabilidad social, acompañada por supuesto, de su correlato político, ¿podría agravar a mediano o largo plazo, la ya delicada situación económica del país? Pues a juicio del economista de la Universidad de Chile, Luis Henríquez, sí es posible.

En conversación con El Día, Henríquez explica que ante situaciones de inestabilidad social, es normal que las economías de cualquier país, se vean afectadas.

En el caso específico de Chile, Henríquez sostiene que se debe tener en cuenta que el país “ya llevaba muchos años con un cierto estancamiento, con cifras de desempleo relativamente altas, y que se agravaron también durante este descontento social”, factor que según él, puede ser considerado precisamente, uno de las detonantes de la actual crisis.

“La mayoría de esos puntos se han concentrado en la desigualdad de ingresos que hay entre los grupos que menos ganan, con aquellos que ganan más”, sostiene.  

Repunte de la inflación

Sobre aquellos efectos a corto plazo que se están generando producto de la crisis social, el economista de la Universidad de Chile sostiene que uno de ellos es la caída abrupta de las ventas del comercio “porque no se está produciendo al ritmo regular y el consumo también se contrae producto de que mucha gente prefiriere o no comprar, o postergar mucha decisiones”, afirma.

Otro efecto preocupante que detalla el experto, se relaciona con un eventual repunte de la  inflación a corto y mediano plazo, debido a la depreciación del peso, “generado a partir de un mayor riesgo al no tener certeza de lo que va a ocurrir. Ello, representa un golpe fuerte para el poder adquisitivo de las personas, a la calidad de vida de las mismas y sobre todo de los que menos tienen”, aseveró Henríquez.

Señales y oportunidades

¿Cuál es el escenario que se abre entonces para lo que viene?

Antes de responder esa pregunta, Luis Henríquez recuerda que en nuestros tiempos, la economía - y las decisiones que se toman en ella - se construye en base a expectativas por parte de los agentes económicos (inversionistas, empresas, consumidores), “por lo que es muy importante que las señales que entregue la autoridad al mercado particularmente, sean señales concretas”.

“Es ahí donde las autoridades deben tener cuidado en el sentido, de dar orientaciones claras para que el país no vea afectada su perspectiva de crecimiento y desarrollo”, señaló Henríquez.

En ese sentido explica, se presentan dos opciones: la primera, convertir a esta crisis social en una oportunidad para salir adelante, o bien, mantenerse en una suerte de limbo, lo que a la larga, podría empeorar aún más la situación económica.

“Si esto lo tomamos como una oportunidad, podríamos sufrir algunos efectos de corto plazo, pero en el mediano y largo plazo se podrían corregir, e incluso, podrían ser hasta favorables al momento de impulsar una economía que ha ido perdiendo competitividad, que ha ido perdiendo productividad. Si se aprovecha de buena manera esta coyuntura, podríamos darle incluso, ese empujoncito que necesita la economía”, señala.

“Pero al revés”, advierte, “si las señales que da la autoridad no son claras, si no se atiende el problema de la estructura económica, podríamos incluso, bajo ciertas condiciones, prever ciertos escenarios de recesión en el mediano plazo o altos niveles de desempleo”.

¿Y el modelo económico?

En este punto, cabe poner sobre la mesa una de las principales impugnaciones que se han escuchado durante estos días de manifestaciones: la reforma o el cambio al modelo económico que ha funcionado en el país durante las últimas cuatro décadas.

En ese sentido, si bien se reconoce que este modelo “neoliberal” puede ser objeto de cambios, para el economista Luis Henríquez, existen algunos puntos que se deben tener en cuenta previo a implementar medidas estructurales en el sistema económico.

El primero de ellos dice, se relaciona con materias normativas. “Lo primero, es que efectivamente, como país nos hemos quedado muy atrás en estas materias. Chile es un país muy enredado en términos de normas, en donde por vía de leyes vamos tratando de generar política pública o incentivos, pero muchas veces, esas normas y leyes se enredan tanto, que terminan transformándose en trabas para el desarrollo económico, lo que muchas veces termina por acrecentar la actual desigualdad”.

El otro punto a su juicio es, entender que el “mercado” no es un ente abstracto, sino que está formado por personas, lo que además, lo liga con la formación.

“Detrás de una empresa hay gerentes y directores que son personas, detrás del Estado hay funcionarios que son personas y los consumidores somos personas.  Entonces muchas veces los abusos que se reclaman son producto de personas que toman decisiones. Entonces lo que nosotros también tenemos que revisar, junto con el tema del modelo económico, es también el modelo de formación que nosotros mismos estamos dando a nuestra sociedad”, asegura.

“Por ejemplo”, agrega, “si uno mira todo lo que es el vandalismo y la violencia que hemos visto en estos días, es generado fundamentalmente, por jóvenes, los cuales obviamente, tienen un problema de formación, porque nadie en su sano juicio, podría llegar a pensar que generando vandalismo, generando violencia, se podría ser algo mejor que a través de otras maneras”.

Para este economista, el tema formativo es básico, antes incluso que optar por un modelo económico u otro. “Debemos poner el foco en las personas que son los actores fundamentales dentro de un modelo”, explica.

Por cierto, Henríquez, no deja de lado otros aspectos en que se debiera poner atención, como los altos precios de bienes y servicios que existen en el país -los que se encarecen aún más, producto de las bajas remuneraciones – o las restricciones que impone la banca y que  frustran el acceso al financiamiento para la pequeña empresa. 

“Entonces llegado a este punto, la sociedad debe replantearse muchas cosas y eso tiene que ver con una apuesta de largo plazo”, sostuvo.

 

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