Hemos sido sorprendidos con la exponencial reacción masiva de diferentes sectores de la ciudadanía asociando su origen en principio, a legítimas aspiraciones de diferentes ámbitos del quehacer nacional, sin embargo, cuando existen variadas teorías para explicar el origen y escalamiento del fenómeno social, es porque existen incógnitas que despejar.
No podemos negar la necesidad de mejoramiento de varias políticas públicas y en especial las relacionadas con el orden social, sin embargo, podemos concordar que racionalmente los argumentos en principio esgrimidos, no son las que realmente provocaron la explosión social, ni menos la quema simultánea de muchas estaciones del metro. Entonces ¿comparte que hay algo más de origen oscuro?
Cualquier inestabilidad contingente es un muy buen escenario para la gestación de las llamadas fake news como “acelerante” de un propósito intencionalmente ideado. La agilidad en tiempo real de las redes sociales, permite que las personas consideren que la avalancha de información sin ser necesariamente verdaderas, sean asumidas como una verdadera realidad; claramente las noticias falsas alguien las crea con el propósito de desinformar y generar caos.
Otro de los conceptos que cobra importancia en los especiales tiempos de agitación, es el de postverdad, que es una distorsión deliberada de la realidad, con el objetivo de cambiar o modelar a la opinión pública e influir determinantemente en las actitudes y comportamiento de una sociedad. Para la postverdad los hechos objetivos pasan a ser secundarios y son supeditados a las emociones y creencias contingentes. Claramente debemos mejorar, pero de ahí a postular que está absolutamente todo malo, hay una desproporción irracional.
El uso de la postverdad en política es para que los hechos reales como todos los logros concretos de este gobierno, sean ignorados, haciendo prevalecer los aspectos secundarios con tal de distraer las cuestiones de fondo. En definitiva la técnica es el uso de algo que aparenta ser verdad como más importante que la propia verdad. No nos dejemos engañar.
Las cuentas sociales pendientes las tendremos que pagar todos unidos; y ningún sector, menos la izquierda más radical, puede restarse o criticar lo que ellos mismos ayudaron a “mal construir”. Tengamos claro que lo único que quiere este último sector es provocar el caos y así obstruir el camino de prosperidad para todos los chilenos.
El clima de incertidumbre, sumado a los actos violentos y hechos vandálicos, produce miedo e inseguridad en las personas, y es sabido que precisamente esos factores inhiben la capacidad de discriminar entre lo verdadero y lo falso, y consecuencia de ello, las personas se comportan en forma errática.
Permitamos unidos y en armonía que el país siga creciendo y desarrollándose con mayor énfasis en las políticas públicas para tener una mayor y mejor justicia social, pero con una ciudadanía muy “despierta” para que podamos diferenciar entre lo real y lo inventado. Chile seguirá creciendo con la nueva agenda social que esperamos que el congreso la enriquezca aún más.