Para todas instancias de responsabilidad y especialmente para los servicios públicos, emplear una gobernanza con empatía, otorga la mejor oportunidad de generar ante cualquier problema o situación, las mejores alternativas o las vías de construcción de soluciones más adecuadas y pertinentes.

La empatía es una habilidad social que permite relacionarse con las personas con gran capacidad de comprensión donde se puede llegar a sentir emociones y sentimientos muy similares al de la otra persona. El fiel entendimiento se logra no tan solo con la palabra sino también del lenguaje no verbal y también a través del comportamiento. Esta sintonía se consigue con la escucha activa y  para ello hay que estar disponible y entregar generosamente el tiempo de calidad necesario para atender la expresión y necesidades de las personas.

La referida capacidad de comprender la complejidad de sentimientos de la otra persona, no contempla necesariamente el compartir los argumentos ni las interpretaciones que justifiquen el estado o la posición del otro y en ese escenario la persona empática debe saber respetar al otro. La empatía implica tener la capacidad suficiente para diferenciar entre los estados afectivos  y las situaciones de los demás.

Esta habilidad social debe ser considerada como un valor fundamental para la buena gobernanza y necesaria para vivir en paz en una sociedad que pretende crecer armónicamente de manera participativa con el fin de lograr un desarrollo  constructivo y enriquecedor. Practicar la empatía ayuda a ampliar nuestras perspectivas y con ello a enriquecer nuestra sociedad con nuevas iniciativas, propuestas innovadoras y mejores oportunidades.

La empatía, como habilidad de la inteligencia emocional, es importante porque posibilita experimentar diferentes beneficios entre otros, facilita la resolución de conflictos y predispone a ayudar a los demás.

No se puede gobernar una sociedad sin entenderla y en la medida que a quien le corresponda, comprenda en profundidad cada situación o problema de la sociedad, será posible abordar de manera adecuada cada uno de las situaciones o problemas de la sociedad.

Cada institución, cada servicio público luego ejercer la función que le corresponde de manera empática para mayor comprensión, deben analizar y resolver las situaciones de una manera racional considerando los factores ya entendidos en el marco de las normativas vigentes, tomando en cuenta el bien común y los intereses superiores, sin perder la objetividad, elemento clave para dar alternativas de solución a la situación que se nos plantee.

En definitiva, los servidores públicos debemos abordar con la mayor empatía posible todas nuestras funciones poniendo énfasis en la generación de las mejores alternativas de solución frente a los diferentes escenarios que nos corresponde asumir.

La invitación es a experimentar nuestra naturaleza empática en nuestro quehacer diario, manteniendo nuestra mente y corazón abierto a lo que nos parece diferente, desafiemos nuestros prejuicios, pongámonos  en el lugar del otro, entendiendo y visualizando lo que tenemos en común y cómo desde nuestra labor podemos ayudar a un mejor vivir.

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